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Centenares de socorristas trataban anoche de perforar los bloques de hormigón tras los cuales permanecen atrapados 118 chicos bajo los escombros de una escuela primaria derribada por un terremoto, en Turquía. Unas 80 personas más están atrapadas o quizá ya aplastadas bajo otros edificios destruidos por el sismo, que causó entre 150 y 200 muertos y más de 400 heridos. El epicentro se localizó cerca de la ciudad de Bingol, en el sudeste de ese país que, a caballo entre Europa y Asia, también cabalga entre dos placas tectónicas que se mueven en direcciones opuestas: cada vez que chocan, la tierra se agita en temblores que han causado más de 20.000 muertes desde 1999.
“Hay unas 200 personas bajo los escombros”, anunció anoche el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan. De estas víctimas, 118 son niños de una escuela en la localidad de Celtiksuyu, vecina a Bingol,
El edificio escolar derrumbado tenía cuatro pisos. Sesenta chicos fueron rescatados. Por lo menos 25 y un profesor murieron; sus cadáveres fueron retirados de entre los escombros. De los 118 restantes, la mayoría estaban en el dormitorio compartido. Las autoridades tenían la presunción, o la esperanza, de que la mayoría estuviesen todavía vivos.
Anoche cientos de socorristas, entre soldados, gendarmes y civiles, procuraban penetrar entre las ruinas. El edificio había sido construido con bloques de cemento armado, que al derrumbarse se encastraron entre sí.
El sismo se produjo a las 3.27 hora local (22.27 del miércoles en la Argentina), con epicentro a unos 15 kilómetros al norte de la ciudad de Bingol, de 125.000 habitantes, en el sudeste de Turquía. El alcalde de la ciudad declaró que por lo menos 25 edificios de hasta cinco pisos se desplomaron “como castillos de naipes” en la ciudad.
El hospital de Bingol quedó desbordado por la cantidad de heridos, y 350 de ellos estaban siendo atendidos en los jardines, por temor a nuevos temblores. Tras el temblor principal, que duró 20 segundos y alcanzó 6,4 grados en la escala de Richter (nivel que “genera muertes y graves daños”), se produjeron un centenar de réplicas, y los especialistas preveían la probabilidad de nuevos temblores de hasta 5,2 grados. Bingol ya había padecido un terremoto de gran magnitud en 1971, con 900 muertos.
En los últimos cien años se produjeron en Turquía unos 60 terremotos de seis o más grados en la escala de Richter, que causaron en total unos 80.000 muertos. El más violento alcanzó los 7,9 grados y se produjo en 1939 en la ciudad de Erzincan, en la región este del país; causó la muerte de unas 33.000 personas. En 1999, murieron casi 20.000 en varios sismos. El más reciente tuvo lugar en febrero de 2002 y dejó 40 muertos en la provincia de Afyon, en el oeste de Turquía.
Según los geólogos, Turquía debe aceptar la probabilidad de que continúen estas catástrofes debido a su particular ubicación geográfica. Su territorio está a caballo de dos continentes, con una pequeña parte en Europa y el resto en Asia. Y también cabalga entre dos grandes placas tectónicas, la africana y la euroasiática. Con los lentos e inexorables movimientos que las caracterizan, la placa de Africa se está trasladando hacia el este, contra Europa. Turquía occidental y central acompaña el avance de esta placa, pero una región del norte del país está anclada en la placa euroasiática: cada vez que los bordes de ambas placas se friccionan se produce un terremoto. Los científicos pueden prever la probabilidad de los sismos, pero no el momento ni la localización de cada uno. Se sabe, sí, que estos movimientos se desplazan cada vez más hacia el oeste, hacia Grecia.
Precisamente este último país anunció el envío de 300.000 euros (310.000 dólares) como ayuda humanitaria a Turquía, su tradicional enemigo. La ONU ofreció un equipo de asesoramiento y coordinación especializado en este tipo de catástrofes.