SOCIEDAD › DETUVIERON A UN MEDICO DEL CLINICAS POR EL ASESINATO DEL CARDIOLOGO
Un crimen de guardapolvos blancos
La policía apresó a un cardiólogo sospechado de tener contactos con una banda que robaba a médicos durante sus guardias. Martínez Martínez era su jefe y había pedido su desplazamiento. Ya había sido echado de Medicus y del Tornú. Encontraron armas en su casa.
Por A. D. y R. K.
Quienes investigan el crimen del cardiólogo creen que el homicida es un profesional o un experimentado en el uso de armas. Las características del hombre que ayer fue detenido y que ahora resulta el principal sospechoso coincide con la segunda hipótesis. Es uno de los médicos del Hospital de Clínicas, experto en armas. Su nombre es Néstor Morelli, era uno de los subordinados de José Martínez Martínez en el servicio coronario del Clínicas. Martínez Martínez había pedido dos sanciones disciplinarias en su contra. Una hace dos años, y la otra hace dos meses. La última sanción incluía una suspensión y el traslado. El 27 de mayo, el mismo día del crimen, la dirección del Clínicas firmaba la resolución para su pase al Instituto Roffo. Morelli venía cosechando un sinfín de antecedentes gravísimos profesionales y penales. Fue despedido de Medicus y del hospital Tornú por ausencias y abandono del servicio. Los antecedentes penales incluyen tres denuncias, dos de hurto y una en la que está procesado por supresión de estado civil.
Morelli es uno de los médicos que integra la unidad de cardiología del hospital de Clínicas desde hace diez años. Allí cumplía servicios bajo las órdenes de Martínez Martínez los sábados, cuando llevaba adelante su guardia médica de 24 horas en la unidad coronaria. “Desde hacía por lo menos dos años venía teniendo problemas de incumplimiento en el servicio”, le explicaba anoche a Página/12 Ermes Pérez, director del Hospital de Clínicas. Los incumplimientos molestaban especialmente a Martínez Martínez, que además de su jefe era, tal como mencionan sus colegas, un durísimo profesional, rígido y obsesivo con las cuestiones del servicio. “Los problemas eran de conducta, de cumplimiento de horarios, con sus turnos y de concentración en el trabajo”, continúa Pérez.
Esta serie de problemas tuvieron un punto crítico hace aproximadamente dos meses, cuando Martínez Martínez comenzó a pedirle a la dirección del hospital una suspensión y el traslado. “En ese momento se había tomado vacaciones sin avisarle a nadie –dice Pérez–, pero seguramente eso se habría sumado a otra serie de cuestiones porque ningún jefe, por más rígido que sea, pide una medida tan grave como ésta en la primera de cambio.”
Para justificar el traslado, Martínez Martínez le presentó al director del Clínicas los antecedentes acumulados por Morelli en los sitios donde había trabajado. “Martínez sabía –continúa ahora Ermes Pérez– que por antecedentes como éstos lo habían sacado de un instituto privado, el Medicus, y del hospital Tornú, donde estuvo hasta diciembre del año pasado.”
Alberto de Michellis es el director del hospital Tornú y quien precisa ahora los detalles del traslado. “Se decidió el traslado después de un sumario por abandono del servicio de guardia y ausencias graves y reiteradas.” Aunque éstas fueron las razones formales de su desvinculación del hospital, allí mismo existieron otros dos antecedentes serios que estuvieron presentes a la hora de la evaluación final. El primero de ellos fue una denuncia por hurto presentada por una de sus colegas. En esos días, la mujer le había comentado a Morelli que había cobrado una indemnización en dólares importante. Poco después, el dinero desapareció de su casa. La otra denuncia es aún más grave, fue realizada por un médico del servicio de Terapia Intensiva por un robo en su domicilio. Poco después, por error, un residente del hospital fue acuchillado por dos jovencitos (ver aparte).
Los detalles de este último asunto ahora están siendo analizados en profundidad por los investigadores del juzgado criminal de María Cristina Bértola, a cargo del caso. Si Morelli tuvo alguna vinculación con aquella saga de cuchillazos, el dato estaría indicando que contaba con alguna estructura de apoyo o “mano de obra” que trabajaba o para él o con él. Y en ese sentido, también parece posible que si tuvo alguna participación en el crimen del cardiólogo probablemente haya contado con algún tipo de asistencia extra.
Rubén Lombardi ayer se presentó como abogado defensor del médico detenido y es quien está a cargo de cada uno de sus frentes judiciales. En este momento sigue las denuncias por hurto y aquella denuncia por la que lo acusan de supresión de estado civil (ver aparte). Sobre este nuevo caso, está convencido de que su defendido no sólo es inocente sino que es víctima de una suerte de persecución de sus colegas. “Con este caso no tuvo nada que ver, pero –explicó a Página/12– es cierto que con los antecedentes que tiene se hace difícil creerle.”
Morelli fue localizado por la policía el jueves a la noche en su casa de la avenida Rivadavia al 4391. En ese lugar se encontraron seis armas de fuego, entre ellas una escopeta. Todas las armas estaban inscriptas en el Renar y de acuerdo con Lombardi estaban allí “porque Morelli le gusta cazar, es uno de sus hobbies”. En el rastreo de las armas, los investigadores no encontraron ninguna 9 milímetros, el tipo de la que se usó en el homicidio de Martínez Martínez. Sin embargo, encontraron una denuncia de robo de una calibre 3.8, que en ocasiones puede confundirse con una 9 milímetros. Esa denuncia no es reciente y aunque tiene más de un año de antigüedad, algunos creen que las fechas y la denuncia podría formar parte de una coartada.
Nada de esto pudo ni confirmar ni contrastar ayer el juzgado que interviene en la causa. Desde su domicilio, Morelli fue trasladado a la comisaría 19 y de allí a Tribunales, donde, aconsejado por su abogado, se negó a declarar. “No quisimos hacerlo –indica el abogado– porque cuando llegamos la jueza había interpuesto el secreto de sumario, ni siquiera se nos permitió ver las pruebas que tenían para detenerlo.” A esa hora, el médico y su abogado sólo sabían que lo detenían como principal sospechoso del crimen del cardiólogo. Su abogado ni siquiera sabe qué estuvo haciendo su defendido el miércoles entre las 14 y 17, el momento en el que se presume mataron a Martínez Martínez.
Otro de los antecedentes que pesan en su contra es uno de los allanamientos realizados en el Tornú en ocasión de las denuncias por hurto. En ese marco, hace cuatro meses, la Justicia ordenó un allanamiento en su domicilio y entre sus pertenencias del hospital. La policía encontró en su locker un manojo de llaves con copias supuestamente de la casa de sus colegas. De acuerdo con fuentes calificadas del Tornú, Morelli podría haber estado implicado en una secuencia de robos sufridos por varios de los médicos. “Los robos en las casas se hacían con cierta sistematicidad, cuando los médicos estaban de guardia o de vacaciones”, indicó una fuente calificada del hospital. Para quienes conocen los detalles de esa causa, a esta altura ya habría suficientes indicios para pensar que el médico era quien sacaba información sobre direcciones, días de guardia o de pagos de sus colegas. Y que esa información se entregaba presuntamente a quienes después robaban en las casas de los médicos.