Un joven de 22 años que resultó gravemente herido en el incendio de la disco Kiss, en Santa María, al sur de Brasil, falleció la noche del sábado, con lo que la cifra de víctimas mortales ascendió a 237, informaron las autoridades de la Secretaría de Salud del estado de Rio Grande do Sul. Mientras, unas tres mil personas realizaron la noche del sábado una vigilia en homenaje a los jóvenes que murieron en el trágico incendio de la fiesta universitaria.

La Secretaría de Salud del estado sureño anunció que Bruno Portella Fricks murió en el Hospital de Porto Alegre la noche del sábado a causa de las heridas que sufrió en la tragedia del domingo en la ciudad universitaria de Santa María. Portella Fricks era uno de los 114 heridos que recibía tratamiento en los hospitales de Porto Alegre y Santa María, dijo la secretaría en un comunicado. La policía vinculó el incendio con el lanzamiento de fuegos artificiales adquiridos por los músicos, “que sabían que estaban diseñados exclusivamente para uso exterior”, pero que eran más baratos que los de uso en espacios interiores.

Las autoridades de Rio Grande do Sul mantienen detenidos desde el lunes a dos de los propietarios del club nocturno Kiss en Santa María y a los dos músicos que presuntamente participaron en el espectáculo pirotécnico que inició el fuego. También mencionaron fallas de seguridad en el local de la discoteca, incluyendo la falta de luces de emergencia, extintores de incendios que no funcionaban y exceso de público.

La misma noche del sábado pasado, unas tres mil personas realizaron una vigilia en homenaje a los 237 jóvenes que murieron entre el fin de semana anterior o durante la semana pasada, luego de sufrir quemaduras o envenenarse al respirar el veneno despedido por el poliuretano al inflamarse.

La vigilia se realizó tras la celebración de una misa colectiva. La multitud, que vestía camisetas blancas con fotos de las víctimas, se congregó frente a las puertas de la discoteca Kiss, una de las más concurridas de esa ciudad universitaria, y depositó allí ofrendas florales. El silencio fue el protagonista de la procesión que se movilizó desde la iglesia hasta el lugar de la tragedia, aunque en algunos momentos se vio interrumpido por el llanto de los familiares, que al igual que el resto la ciudad aún permanecen consternados por lo ocurrido.

Alrededor de las 2.30 de ayer (1.30 hora argentina), cuando se cumplía la semana en que había comenzado el incendio, los familiares y amigos, con las manos en alto, llevaron a cabo una serie de oraciones y cantos religiosos. La celebración contó con un fuerte operativo de seguridad que estuvo a cargo de efectivos del Batallón de Operaciones Especiales de la Brigada Militar.

También acompañaron la vigilia algunas ambulancias y fue instalado un hospital de campaña que sirvió para atender a algunas personas que se descompensaron durante la jornada. Algunas personas manifestaban su indignación a través de carteles que exigían justicia para las víctimas y castigo a los responsables del siniestro.