Domingo, 6 de octubre de 2013 | Hoy
SOCIEDAD › AYER SE REALIZO LA TERCERA MARCHA DE LAS PUTAS PARA HABLAR DE ABUSO SEXUAL
Fue en la plaza Libertad y por horas se compartieron muy duros testimonios de violencia y abuso. El movimiento toma su nombre de la frase de un policía canadiense que acusó a las mujeres violadas de vestirse como putas.
Por Carlos Rodríguez
En el marco simbólico de la plaza Libertad, en Cerrito y Paraguay, cientos de personas compartieron durante varias horas conmovedores relatos en primera persona, de mujeres –y también de hombres– que en distintos momentos de su vida, por lo general durante la infancia o la adolescencia, soportaron por años situaciones de abuso sexual de las que fueron víctimas silenciosas. “Me llevó doce años poder contarle a mi familia que fui abusada cuando tenía diez; recién pude hacerlo cuando ingresé a este movimiento y me encontré con otras personas que pasaron por situaciones similares”, explicó Deborah, una de las responsables de la organización de la tercera Marcha de las Putas, que se hace en distintos países y que reivindica su nombre en repudio a una frase dicha, en febrero de 2011, por el policía canadiense Michael Sanguinetti: “Si las mujeres no quieren ser violadas, dejen de vestirse como putas”.
Este año, la movilización se hizo bajo el slogan “Desnudando la cultura de la violación”, según le explicó a Rita González, otra de las organizadoras de una marcha que forma parte de “acciones que se realizan durante todo el año, para darles apoyo legal, contención y acompañamiento a personas que han pasado por situaciones difíciles que comienzan a ser superadas a partir de reuniones de sanación en las que pueden verbalizar ese dolor” que las inmoviliza. “El silencio es una tumba, pero si vos podés ayudar a otro, te estás ayudando a vos mismo. Hablar es sacarse la carga, pero hay que tener en cuenta que cada uno sabe lo que puede, con las herramientas que tiene para hacerlo”, dijo uno de los varones abusados que contó su caso y la importancia del encuentro entre personas que pasaron por similares situaciones.
Una mujer de 40 años descubrió después de mucho tiempo que el hombre con el que convivía y con el que había tenido una hija era un abusador sexual. “Es imposible explicar lo que se siente cuando una comprende que la persona que amó es un violador.” Los relatos, aunque abordaban hechos de violencia que marcaron a fuego a las víctimas, fueron expuestos en un tono de optimismo respecto del presente y del futuro. “Lo importante es que la persona que pasó por estas experiencias pueda entender que hay quien puede darle un soporte legal o una oreja, porque al ser escuchado y al comprender que hay otras personas que pasaron por lo mismo, se sienten contenidos y logran liberarse de ese pasado” que los atormentaba.
Otro de los varones abusados en la infancia contó que en algún momento de su vida no quería tener relaciones con “ninguna mujer” porque creía que “toda relación sentimental o sexual significaba un abuso”. Eso fue así hasta que pudo contar lo que le había sucedido y de ese modo empezó a superarlo, “al punto de que hoy tengo una muy buena relación y disfruto de estar en pareja”.
Mientras las exposiciones se iban sucediendo ante un público que rotaba en forma permanente, grupos feministas que adhirieron a la manifestación realizaron pancartas que apuntaban, sobre todo, a la cuestionable definición del policía canadiense. “Si ser puta es vestirme como decid, elegir con quién tener sexo, saber decir que no. Si es eso, soy reputa”, decía una de las leyendas. En otra se llamaba a reflexionar sobre la violencia cotidiana: “¿Te pusiste a pensar cuántas personas a tu alrededor fueron abusadas y nunca lo contaron?”. La concentración finalizó con una marcha hasta el Obelisco porteño, en la Plaza de la República.
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