EL MUNDO › ANTONIO IZQUIERDO ESCRIBANO, PROFESOR DE SOCIOLOGIA EN LA UNIVERSIDAD DE LA CORUÑA

“Lampedusa es un brutal tapón”

El director del Equipo de Sociología de las Migraciones Internacionales de la Universidad de La Coruña recomendó a la UE el diseño de un espacio de movilidad, en lugar de acorazarse, por las demandas de democracia y trabajo.

 Por Adrián Pérez

Antonio Izquierdo Escribano es profesor de sociología en la Universidad de La Coruña y aborda una situación que la Unión Europea se esmera por atar con alambre. En un editorial del diario Público de España, afirmó hace dos años: “Contra lo que se ha dicho, los 8000 embarcados que han huido a Lampedusa no constituyen un éxodo migratorio”. Y señaló que, por el contrario, esos movimientos representaban “una expresión torcida del brutal tapón migratorio” que con la connivencia europea se imponía en Túnez y Libia. El director del Equipo de Sociología de las Migraciones Internacionales de la Universidad de La Coruña recomendó a la UE el diseño de un espacio de movilidad, en lugar de “acorazarse, asustada como está”, por las demandas de democracia y trabajo. “Es urgente atender a los fugados, pero es básico no caer en el error de levantar otra empalizada para detener a los migrantes”, sostuvo en el artículo. En diálogo con Página/12, Izquierdo Escribano analiza el naufragio de la barcaza con 500 migrantes a bordo. Señala además que es urgente generar políticas, entre los países del bloque europeo, que den respuesta a las mareas humanas que abandonan el Magreb y chocan con las costas del viejo continente en busca de un futuro mejor.

–¿Cómo puede ponerse en palabras lo sucedido en Lampedusa?

–Si bien no ha habido una desgracia tan masiva, en los últimos diez años los flujos migratorios de la zona norte de Africa y los distintos conflictos que han habido en el Magreb han producido desplazamientos de población entre países. También han provocado desorganización económica y frustraciones políticas. Se han iniciado movimientos migratorios que no han sido encauzados. Esta presión está ocurriendo desde que empezaron las revoluciones democráticas en Túnez, Egipto o Argelia. Pero no hay que confundir estos movimientos migratorios con flujos de desesperados en poder de las mafias.

–La Comisión Europea, sin embargo, pidió esta semana que se redoblen los esfuerzos contra los traficantes que explotan la desesperación de los migrantes indocumentados.

–Eso está muy bien si antes has ofrecido un subterfugio a los movimientos migratorios. La Unión Europea no ha propuesto ningún plan de contingencia.

–¿En qué consistiría esa salida?

–Es necesario formalizar acuerdos bilaterales, entre la Unión Europea y el Magreb, para que una parte de los migrantes que quieren salir de allí, que generalmente son jóvenes de clase media cualificada, puedan hacerlo de manera organizada, a través de cupos o contingentes anuales. Siempre habrá gente que no entre dentro de esos cupos. Pero tú has hecho un movimiento de aceptación, entre otras cosas, porque es necesario. Si no fuera por razones democráticas, solidarias o de otro orden, por razones meramente utilitarias eso conviene.

–El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, señaló que la mitad de los migrantes son mujeres, uno de cada diez tienen menos de 15 años y cuatro de cada diez provienen de países en desarrollo. ¿Cuál es el rostro de ese desplazamiento en el Magreb?

–Esos datos parecen bastante razonables. En este caso, el grueso de la población es muy joven, tiene menos de 20 años. Creo que hay distintos flujos migratorios que convergen en esos barcos. Algunos huyen de las guerras o de las inestabilidades políticas. Hay personas de las ciudades, de clase media, universitarios, que no encuentran su futuro allí y quieren salir. Y hay otra parte de la población, que probablemente sea la que menos llegue a Europa, que se mueve entre los países del área: es la gente más pobre que ni siquiera tiene medios para contratar viajes y sortear los obstáculos que se interponen en su camino.

–En su desesperación, la alcaldesa Giusi Nicolini dejó el día del naufragio un mensaje en su cuenta de Twitter. Iba dirigido al primer ministro italiano, Enrico Letta: “Venga a Lampedusa para enfrentar el horror”. En febrero, Nicolini envió una carta a la Unión Europea donde se preguntaba cuán grande tenía que ser el cementerio de la isla.

–Más que describir esa situación horrenda, si desde hace años la Unión Europea está apoyando la democratización de la zona del Magreb, es justo que se establezca una política en conjunto que dé salida a esa presión migratoria. En un momento determinado, Francia cerró sus fronteras con Italia. Como no hay una política común europea, cada país actúa según le parece.

–En un escenario donde ciudadanos y gobernantes buscan respuestas al desasosiego político y económico que se respira en Europa, el tema de la migración representa una cuestión extemporánea, cuando no surge como una de las causas de la crisis.

–Está fuera de la agenda inmediata y se convierte en “agenda agitatoria” cuando mueren doscientas personas. Es un problema de relación entre regiones geográficas y continentes y la Unión Europea tiene que darse una política migratoria. No solamente porque envejezca o sea de su interés, sino porque, más allá de eso, es una unión política que se pretende democrática, en la que prevalecen los derechos humanos y que quiere que el conjunto de los países del mundo tenga regímenes democráticos. ¿Eso te lleva a enemistarte con una parte de tus conciudadanos? Seguro. Pero si no gobiernas, nunca te vas enfadar con nadie. Y si gobiernas, siempre va a haber gente que esté en contra de lo que estás haciendo. Si no se hace nada, desgraciadamente volverá a haber otra tragedia en poco tiempo. Está claro que va a seguir muriendo gente en el estrecho mientras no se ofrezca una alternativa.

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Muerte en Lampedusa. “La UE no ha propuesto ningún plan de contingencia”, dice el experto.
Imagen: AFP
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