Miércoles, 7 de mayo de 2014 | Hoy
SOCIEDAD › DECLARó EL PADRE DE LA NENA ASESINADA EN EL CUáDRUPLE CRIMEN DE LA PLATA
Daniel Galle, padre de la niña, Micaela, declaró en un testimonio desgarrador cómo se enteró de que habían matado a su hija. Confió también que había organizado una investigación paralela, que finalmente dio con la pista de Quiroga, uno de los acusados.
Frente a los jueces Ernesto Domenech, Andrés Vitali y Santiago Paolini, del Tribunal Oral en lo Criminal 3 de La Plata, ayer tuvo lugar la primera audiencia del juicio oral a Osvaldo Martínez y Javier Quiroga, acusados del cuádruple crimen del barrio La Loma, de La Plata, ocurrido el 26 de noviembre de 2011 y cuyas víctimas fueron Micaela Galle (11), su madre, Bárbara Santos (29), su abuela, Susana de Barttole (63) y una amiga de Santos, Marisol Pereyra (35). En la audiencia de ayer, el fiscal Alvaro Garganta desplegó su hipótesis acusatoria sobre Martínez y Quiroga. Más tarde, Quiroga implicó a Martínez, y por último comenzó la ronda de testigos, con Daniel Galle, el padre de Micaela, la niña de 11 años que fue encontrada muerta. Durante un testimonio desgarrador, Galle reveló en su declaración que había dado con Quiroga mediante una investigación privada. Por la tarde, Martínez aseguró que era inocente.
Galle fue el principal testigo que declaró en la primera audiencia. “Enterarme de que un vecino escuchó el último grito de ella, cómo la masacraron, cómo la degollaron, fue terrible para mí. Estuve hecho mierda durante quince días. Después, al ver que no había avances en la causa, me puse la remera de Mica y empecé a investigar por mi cuenta”, rememoró ante el Tribunal Oral 3 de La Plata.
El testigo dijo que a través de esa investigación pudo encontrar a una mujer que le señaló que Quiroga había intervenido en el hecho y como dato le aportó que tenía un golpe en una mano. Galle no pudo precisar cuánto tiempo después de los crímenes le dieron esa información y pidió no hablar más al respecto porque tenía “temor”, dijo que era “un tema mafioso” y él quería seguir investigando. Luego fue consultado por su relación con Osvaldo Martínez, el otro imputado y ex novio de su ex pareja Bárbara, y dijo que no tenía ningún vínculo, ya que sólo lo veía cuando iba a buscar a su hija y en una ocasión en un hospital.
“Les pido por favor a Martínez y a Quiroga que digan la verdad”, dijo Galle. Poco antes, el hombre recordó que su hija vivía con su ex mujer y que la última vez que la vio personalmente la niña “estaba contenta” porque “había salido bien de una operación”. Relató también que después tuvo contactos telefónicos y que la noche de la masacre él había ido a un recital, por lo que se enteró del hecho al día siguiente, cuando fue despertado por su madre, quien le dijo que por televisión se veía la casa de su nieta.
“Me fui de inmediato a la casa de Bárbara. Cuando llegué estaba todo vallado. Me pararon a la entrada, no me dejaron pasar y yo les decía a los policías que era el padre de la nena que estaba ahí adentro”, contó Galle. Quebrado por el llanto, rememoró el momento en que les dijo a los uniformados que su hija estaba allí, pero le respondieron que “no tenía que pasar, que las cuatro habían sido asesinadas. Me sacaron, ya descompuesto por el dolor, me llevaron a una ambulancia, junto con mi mamá, y eso es todo lo que pude ver”, relató.
El tramo más impactante de la declaración se produjo cuando el abogado Fernando Burlando, representante de Galle, le preguntó cómo era su hija y el hombre respondió, otra vez quebrado por el llanto, que “Mica tenía una vida por delante, era mi compañera. Mi vida cambió desde que ella murió. A Mica le gustaba el hockey, jugaba en el colegio San Cayetano. Yo conocía a sus profesoras, a sus amiguitas. Por eso, el día que la enterré tiré en la tumba el palo de ho-ckey y juré que llegaría a la verdad hoy, mañana o algún día”.
Osvaldo Martínez declaró, pero no ante los jueces sino ante los medios, antes del inicio de la audiencia, cuando había finalizado. “Estoy tranquilo, con la verdad en la mano, espero que la verdad salga a la luz”, y aseguró que fue imputado por “el capricho de un fiscal”. Martínez, que era novio de Santos, una de las víctimas, remarcó que es “inocente como el primer día, y quedó demostrado a través de pruebas científicas”. Se refería a los peritajes que no detectaron rastros suyos.
“El peritaje dijo que Quiroga entró e hizo lo que sabemos. Para mí fue a buscar algo, dinero o no sé qué y se le descontroló la situación”, y sostuvo que “el ADN está regado por todos lados, en las armas que utilizó y debajo de las uñas de las chicas”. Afirmó que no conocía a Quiroga y que lo vio cinco minutos en casa de Bárbara “una vez que fue a arreglar un techo”. Martínez precisó que la noche en que se produjeron los crímenes estuvo en su casa y acusó al remisero Marcelo Tagliaferro, que lo ubicó en la escena del crimen, de ser “un mentiroso”, al asegurar que fue él quien recibió a Marisol Pereyra, otra de las víctimas, cuando ésta llegó a la casa de Santos. Consultado sobre si el fiscal Garganta armó la causa en su contra, respondió que “sí que es así” y remarcó: “El debe pensar que yo soy inocente, pero no se puede retractar porque queda en evidencia adelante de todo el sistema judicial”. Agregó además que “no se hizo hincapié en el tema de las antenas, es una medida probatoria que hizo mi familia de manera particular, ese resultado fue el que a mí me dejó en libertad”. Según la empresa proveedora de comunicación móvil, la señal de Martínez indicaba que se encontraba fuera de su casa, pero también admitió que cuando una celda está saturada, la antena deriva automáticamente la señal a la celda contigua, con lo que no quedó demostrado que no estuviera.
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