En lo que fue calificado por la Justicia como “una disputa interpersonal” entre dos alumnos que concurrían a una escuela primaria para adolescentes y adultos, en la ciudad de Santa Fe, un joven de 17 años mató a otro de 16 de una cuchillada y luego escapó, sin que hasta el momento se haya dado con su paradero. El jefe regional de los fiscales, Ricardo Fessia, a cargo de la investigación, precisó que lo ocurrido en la escuela nocturna Hipólito Yrigoyen, ubicada en pleno centro comercial del barrio Sargento Cabral, comenzó “con una discusión presenciada por las maestras y otros alumnos”, hasta que los dos protagonistas “salieron corriendo hacia la calle, donde se produjo la pelea” que terminó con la muerte casi instantánea de uno de los alumnos, Joel Soto, quien recibió una herida de arma blanca en el abdomen. “Cuando llegamos a la escuela (en la noche del jueves), las maestras estaban destrozadas, llorando, porque nunca pensaron que la discusión podía terminar de esta manera.” El fiscal aseguró que en la vereda del colegio se encontraron “dos cuchillos” tirados en el piso. El edificio escolar donde ocurrió el hecho está en avenida General Paz al 5300, al lado de un supermercado, en una zona muy transitada a las nueve de la noche, hora en la que se produjo la pelea mortal. En el frente de la escuela hay una vereda muy ancha, dado que quien ingresa tiene que cruzar un jardín que no tiene rejas y recién después atravesar la puerta de entrada. De día funciona la escuela Luis María Drago y de noche la Hipólito Yrigoyen, las dos en el mismo predio.

El fiscal insistió en que se trató de “una disputa de dos pibes” que viven en un barrio de casas precarias al que se conoce como Chaqueño o Chaquito. “Cuando yo llegué al lugar pensé que era una pelea entre dos vecinos, no entre alumnos, porque el cuerpo estaba tirado en la vereda, fuera del colegio”, explicó Fessia. “Los dos tenían un conflicto personal, al parecer atravesado por varias cosas. Llegué a conversar con el padre del chico que agredió y me dijo que no tiene idea dónde puede estar su hijo, porque ya no vive ni con el padre ni con la madre.”

Las maestras quedaron “muy sorprendidas y angustiadas, porque ¿quién no discute o incluso se pelea en un colegio?, pero nadie pudo pensar que se llegaría tan lejos, que uno de los alumnos matara al otro”, insistió el fiscal. Ante una pregunta de la prensa, consideró que “puede que haya un problema de droga, pero nunca se trata sólo de la droga, acá hay un asunto mucho más complejo que hay que hay analizar”.

Noemí Stara, directora provincial de Educación, dijo que fue “una noche muy dolorosa para todos, porque trabajamos con familias vulnerables tratando de garantizar el derecho a la educación de los chicos y aunque tenemos problemas, nunca hemos tenido un caso de semejante gravedad”. Luego de señalar que es difícil hacer un diagnóstico porque sería prematuro, estimó que “hay que trabajar mucho porque se ha perdido el valor de la palabra y todo se define de manera violenta. Hay que recuperar el valor de la palabra para que podamos comunicarnos de otra manera”.

Rafael Bono, delegado de la Regional IV del Ministerio de Educación provincial, confirmó que las clases fueron suspendidas y que la semana próxima se abrirá una etapa de diálogo con los alumnos, para “poder analizar con ellos lo que ha sucedido”. Bono sostuvo que casos como este “no se pueden asimilar porque son situaciones muy conflictivas, de manera que todos nos tenemos que hacer cargo para enfrentar el problema de la mejor manera”. Puntualizó que el problema de la violencia “excede el marco de la escuela, porque vemos a diario cómo se reacciona con violencia frente a un accidente de tránsito o ante situaciones similares”.

“Tenemos que trabajar para tratar de detectar los conflictos antes de que se produzcan, pero en ese caso nadie pudo percibir que se daría una situación semejante”, reiteró Bono. “Tenemos un protocolo para que los docentes actúen frente a situaciones de violencia y ahora lo vamos a compatibilizar con el enviado recientemente por la Nación, que ya fue consensuado entre todos, en el Consejo Federal de Educación”. Aclaró que en la escuela Hipólito Yrigoyen “no hay un gabinete psicopedagógico”.

Bono precisó que el protocolo de violencia de Santa Fe brinda a los docentes “instrucciones sobre cómo actuar cuando se encuentran armas o drogas en el colegio”, pero en el presente caso “la escuela no pudo realizar un abordaje previo porque el problema no pudo ser detectado; hay discusiones, y hasta peleas, pero nunca de esta gravedad”. El episodio ocurrió a las nueve de la noche, antes de la finalización de las clases, que se extienden hasta las 22.30 aproximadamente.

Ni el fiscal ni los investigadores de la comisaría quinta, que queda a cinco cuadras del colegio, pudieron establecer con precisión las razones de la pelea entre los dos alumnos. “Se dice que son problemas barriales, pero no se sabe bien lo que eso significa”, dijo una fuente judicial.

Después de la discusión que tuvieron dentro de la escuela, los dos chicos “salieron corriendo y no retrocedieron frente a los gritos de los otros alumnos y de las docentes, que les pidieron que regresaran”, detalló Bono. Ayer por la tarde, luego de charlar con una docente que presenció el comienzo de la discusión, el fiscal Fessia dijo que recibió datos según los cuales “los dos chicos estaban como ‘sacados’, bajo el influjo de algo, y hay quienes dicen que hubo una disputa por cuestiones sentimentales”. Cuando llegaron al colegio, en la noche del jueves, “habían tenido una pelea previa en el barrio en el que viven”. En la causa interviene la jueza Susana Giordano.