Lunes, 18 de agosto de 2014 | Hoy
SOCIEDAD › UN ESPECIALISTA DEL HOSPITAL MUñIZ CRITICA LA AYUDA INTERNACIONAL AL AFRICA
Tomás Orduna, jefe de Medicina Tropical del Hospital Muñiz, dijo a Página/12 que la comunidad internacional no hizo nada para asistir a cuatro países africanos contra el Ebola hasta que sintió que sus fronteras estaban amenazadas.
Por Pedro Lipcovich
“La comunidad internacional no hizo nada para impedir que el Ebola se extendiera a cuatro países”, afirmó el jefe de Enfermedades Tropicales del Hospital Muñiz. Por primera vez, el mundo asiste a una epidemia de esta enfermedad, mucho más allá de los distintos brotes que se dieron a lo largo de los últimos cuarenta años. El fenómeno tiene lugar en países cuyo sistema de salud, ya precario, fue devastado en los últimos años por las guerras civiles. En los primeros tiempos, sólo las organizaciones civiles como Médicos sin Fronteras (MSF) tomaron la iniciativa. Tras la alerta mundial emitida por la OMS y “por el susto ante la posibilidad de que el Ebola cruzara los mares”, empezó a llegar la ayuda. Las tasas de mortalidad son de todos modos muy inferiores a las de brotes anteriores, cuando nueve de cada diez enfermos morían. En estos días, la mayor preocupación es la llegada de la enfermedad a Nigeria, donde la capital, Lagos, con 21 millones de personas y alto grado de hacinamiento, podría ser escenario de una catástrofe sanitaria. En la Argentina, según el titular de Enfermedades Emergentes de la Sociedad de Infectología, “el riesgo de propagación del Ebola es incomparablemente menor” que en los países epidémicos.
“El Ebola es una enfermedad conocida desde hace 40 años, pero siempre la vimos desde lejos, como algo que ocurría en aldeas del interior profundo de Africa –recordó Tomás Orduna, jefe del servicio de Medicina Tropical y Medicina del Viajero del Hospital Muñiz–. Sabíamos de su alta letalidad, que en algunos brotes llegó hasta el 80 y el 90 por ciento de los afectados. Era algo que les pasaba a los africanos en el Congo, donde se descubrió, en Uganda o en Angola. Sin embargo, ya hace algunos años desde Medicina del Viajero planteamos que había que tener cuidado y que, aunque de manera excepcional, podíamos llegar a recibir un paciente que regresara de una zona afectada por esta enfermedad, que presenta alta transmisión interhumana. Bueno, ahora lo vemos en concreto: está ocurriendo una epidemia, la más importante que se haya conocido, con más de dos mil casos en cuatro países, con un 55 por ciento de letalidad.”
“Hay brotes que llegaron al 90 por ciento, pero éste, dado el tiempo transcurrido, probablemente se mantendrá en esos niveles, y podría mejorar en función de la respuesta que haya en la comunidad internacional. Es importante la detección temprana. No hay muchos recursos de tratamiento: mantener una buena hidratación y, cuando se puede, alimentación; detectar si hay una patología concomitante como la malaria u otra infección bacteriana que requiera antibiótico.”
–¿Cómo evalúa la respuesta a la epidemia?
–No hubo buena respuesta en los primeros meses. La epidemia se desató en Guinea, en una región donde no había antecedentes, ni preparación, ni alerta. La respuesta fue lenta y empezó a haber brotes en varias ciudades. Empezaron a trabajar Médicos sin Fronteras y otras ONG, también la OMS y algunos equipos locales, pero había desplazamientos de personas que llevaron la epidemia a la capital, Conakry. Luego fueron traspasadas las fronteras con Sierra Leona y Liberia. Entre esos países hay una suerte de triple frontera, con mucho movimiento de personas. La alerta se disparó cuando empezó a haber muertos entre el equipo de salud, lo cual indicaba una alta transmisibilidad interhumana. Liberia y Sierra Leona han sido devastados por las guerras civiles, prácticamente no tienen infraestructura sanitaria. Cuando terminó la guerra civil en Liberia, apenas quedaban 10 o 12 médicos. Estos países requerirán décadas para recuperar su sistema sanitario. No pueden responder a semejante epidemia.
Según el especialista, durante muchas semanas, los países que podían haber colaborado no lo hicieron. “Mientras se veía la epidemia como uno más de los brotes africanos, no había mayor colaboración de la comunidad internacional; distinto fue cuando empezó el susto ante la posibilidad de que la enfermedad cruzara los mares para llegar a Europa, Estados Unidos o Japón. Entonces empezó a haber una respuesta más adecuada, pero ya habían pasado seis meses. Ahora, la enfermedad llegó a un cuarto país, Nigeria, donde todavía no sabemos cuál será su comportamiento, si se extenderá o no. Por ahora se registran 13 casos. Nos preocupa la potencial explosión del Ebola en Lagos, la capital nigeriana, ciudad de 21 millones de habitantes con zonas de hacinamiento brutal. La preocupación es que se transforme en un riesgo mayor, como ya sucede en Monrovia, capital de Liberia.”
“La respuesta de la comunidad internacional fue muy tibia, y siguió siéndolo hasta hace 15 días. La respuesta internacional debería concretarse no sólo cuando los países centrales se sienten amenazados. Hay que ir antes: aunque fuese por estrategia de autodefensa, habría que hacerlo. Y claro que hay razones de responsabilidad internacional. Pero los países ricos hasta hace poco no hicieron nada”, concluyó Orduna.
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