Martes, 19 de agosto de 2014 | Hoy
SOCIEDAD › PONEN EN MARCHA LA FORMACIóN DE PROFESIONALES DE SALITAS PARA EL SEGUIMIENTO DE CASOS DE CUIDADOS PALIATIVOS
Capacitan profesionales de Salas de Atención Primaria para tratar casos de cuidados paliativos. La formación completa la imposibilidad de los hospitales de agudos para atender casos semejantes. Permitirá que los pacientes sean atendidos en sus casas.
Por Pedro Lipcovich
Se puso en marcha un proyecto para que los profesionales de las “salitas” de atención primaria del país se capaciten en cuidados paliativos (CP), es decir, en la atención requerida por personas que están en la última etapa de la vida o que padecen enfermedades graves. Mientras tanto, “la realidad es que muchas veces, cuando el paciente vuelve a su comunidad desde un hospital de alta complejidad, los profesionales no están formados para atenderlo”, advirtió la titular de cuidados paliativos del Instituto Nacional del Cáncer. Los CP se aplican no sólo a pacientes con cáncer, sino a personas que sufren enfermedades cardiovasculares, demencias y otros trastornos, y también a sus familias.
“La situación actual, sobre todo en el interior del país, es la siguiente –explica Graciela Jacob, coordinadora del área de cuidados paliativos del Instituto Nacional del Cáncer–: supongamos, un paciente termina una etapa de su tratamiento, por ejemplo quimioterapia, en un hospital cabecera de la capital provincial, y vuelve a su comunidad. Los profesionales de atención primaria no están acostumbrados a seguir a un paciente de este tipo ni a atender las complicaciones que a veces provienen de la enfermedad y a veces del tratamiento. Sucede que muchos pacientes necesitan cuidados paliativos desde el inicio de su enfermedad. Se tienden a confundir los cuidados paliativos con cuidados del final de la vida, pero no es sólo así. Se trata entonces de contar con cuidados paliativos a lo largo de toda la enfermedad y para esto tiene que haber, en las salitas de atención primaria, profesionales que puedan hacer el seguimiento de estos pacientes.”
Por eso, el Instituto Nacional del Cáncer (INC), dependiente del Ministerio de Salud de la Nación, organizó un seminario sobre cuidados paliativos destinado a profesionales de atención primaria de todo el país, con intervención de expertos en cuidados paliativos de la Asociación de Oncología Clínica de Estados Unidos (ASCO). “Participaron médicos y enfermeros de distintas provincias –contó Jacob–. El propósito fue formarlos como formadores para que entrenen a su vez a los profesionales de su comunidad. En la Argentina, por lo menos 60.000 personas necesitarían cuidados paliativos. Desde el año 2000 están incluidos en el Programa Médico Obligatorio (PMO), pero sólo algo más del diez por ciento de la población tiene acceso, y hay muy pocos sistemas de cuidados paliativos que se centren en la atención domiciliaria.”
“Para cambiar esto –continuó Jacob–, es necesario fortalecer a los profesionales de atención primaria, que, sobre todo en localidades pequeñas, van también en la casa del paciente. Los centros de atención primaria cuentan con médicos, enfermeros, trabajadores sociales, a veces hay psicólogos, y tienen un personaje importantísimo que es el agente sanitario, el que recorre las casas para llevar adelante los programas de prevención. Estos equipos son los que están en mejor posición para hacer el seguimiento, y los equipos especializados en CP quedar reservados para las situaciones más complejas.”
“Cuando la atención primaria está bien articulada con los equipos especializados en cuidados paliativos, entonces el correo electrónico o el teléfono facilitan el trabajo en red –explicó Jacob–: ‘Tengo un paciente con este problema, ¿qué puedo hacer?’. Y el especialista responde a la consulta. Cuando estuve en Canadá, encontré que, para los problemas de piel de todos los pacientes oncológicos de ese país, alcanzaba con dos dermatólogos de consulta: porque los enfermeros que visitan a los pacientes fotografían las lesiones con su celular, las envían por e-mail y el dermatólogo verifica semana a semana cómo va el tratamiento. Entonces, se trata de dotar a los centros de atención primaria con buenas redes de interconexión, y existen muchos programas de computación para hacer el seguimiento.”
“A veces –comentó la especialista–, pacientes con cáncer permanecen en hospitales de agudos porque, si vuelven a la casa, no hay un equipo profesional que los atienda. Pero el hospital de agudos no está diseñado para las necesidades de estos pacientes, que requieren seguimiento y contención. El médico de cabecera es el que más conoce del paciente, y a menudo el especialista puede averiguar mucho más preguntándole al médico de cabecera que haciendo estudios. Pero, para que esto se concrete, debe haber una adecuada circulación de pacientes entre los distintos niveles de atención, y esto la población debe entenderlo y exigirlo.”
–Importa mucho –contestó Jacob, y explicó–: supongamos, un paciente vuelve desde la salita de su comunidad a un hospital de mediana o alta complejidad: no es lo mismo que llegue y tenga que explicar todo de nuevo porque nadie sabe nada de él, a que su médico se haya comunicado por teléfono o por e-mail con el hospital y que el paciente, con una nota de su médico, se dirija a tal o cual servicio donde ya saben para qué va.
–Por supuesto. Y eso de que el paciente llegue al centro de complejidad sin que nadie sepa nada, eso pasa incluso en los sanatorios privados más “pipí cucú”. Para que estas cosas se hagan bien, hay recursos establecidos: por ejemplo, el paciente es derivado por su médico de atención primaria llevando un sticker rojo o amarillo o verde: si es rojo, requiere atención urgente; si es verde, cuando le toque el turno; si es amarillo, más o menos. Son recursos simples, efectivos y baratos. Se usan planillas, que pueden ser virtuales, para medir la calidad de la atención: cuántos pacientes llegaron y cuántos se perdieron, y, si se perdieron, el médico de atención primaria va a rastrearlos, porque él es responsable de su paciente. “Atención primaria” no equivale a “atención primitiva”, al contrario, es el eje de la medicina. Y esto la comunidad tiene que saberlo, para saber qué debe pedir y, llegado el caso, exigir.
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