SOCIEDAD › UN SUBCOMISARIO PRESO POR BALEAR A TRAVESTIS EN PALERMO
Perder la gorra en plena zona roja
El oficial quiso recuperar el dinero que había pagado a una travesti. Sacó su pistola y disparó. Lo echaron de la Bonaerense.
Por Pedro Lipcovich
El cliente ya le había pagado a la prostituta sus veinte pesos pero se arrepintió, se enloqueció, se los pidió de nuevo. Sólo que el cliente era un subcomisario de la bonaerense, y la prostituta un/a travesti que gritó, llamó a colegas en su auxilio –era la zona roja de Palermo–, hubo pelea y el subcomisario, que llevaba las de perder, sacó su arma reglamentaria y disparó varias veces. Sólo hubo lesiones leves, pero el oficial está preso y perdió su carrera. El sórdido episodio es, por una parte, un caso de la “culpa macabra” que –según comentó a este diario la titular de una entidad de travestis– invade a muchos clientes una vez cumplido el servicio. Pero también es el más reciente eslabón de la oscura cadena de violencia y deseo que liga a ciertos policías con estos/as trabajadores/as del sexo, que, según testimonios, más de una vez pagan con prestaciones la merced de no pasar la noche en la cárcel.
A las once de la noche del martes, el subcomisario Pablo Lovaiza estaba lejos de su lugar de trabajo, la comisaría de San Vicente, a 50 kilómetros de Buenos Aires. Lovaiza se hallaba en el interior de su auto, en Fray Justo Santa María de Oro y Emilio Zola; lo acompañaba un/a travesti. El subcomisario había pagado ya por un servicio barato, no más de veinte pesos, pero se arrepintió y le exigió a “Lucy” que le devolviera la plata. Lucy no aceptó y el policía trató de quitarle el dinero por la fuerza.
Lucy gritó, y a su llamado acudieron varios/as colegas que trabajaban en las inmediaciones: Lovaiza salió del auto, y llevó la peor parte en la pelea. Una de las contendientes convirtió el taco aguja de su zapato en efectiva arma que hizo sangrar la cabeza del subcomisario. Este, entonces, sacó su pistola reglamentaria y efectuó por lo menos cinco disparos. Cuatro travestis sufrieron lesiones leves, escoriaciones producidas por las detonaciones.
Un agente de la Policía Federal escuchó los disparos y dio el alerta. Llegaron varios patrulleros y una ambulancia del SAME. Los/as travestis lesionados fueron curados en el lugar, mientras que el subcomisario tuvo que pasar primero por el Hospital Fernández. Después, quedó preso e incomunicado en la seccional 25ª.
El ministro de Seguridad bonaerense, Juan José Alvarez, anunció ayer que Lovaiza “ya no está más en la policía. Ha dejado de ser subcomisario”. Alvarez dijo que todavía no se definió si el policía será exonerado o puesto en disponibilidad: “Desde ya, ha sido apartado; es una vergüenza para la policía”.
Pablo Lovaiza tiene 45 años, y hasta anteayer era tercero en la jerarquía de la comisaría 1ª de San Vicente, donde se desempeñaba desde hacía cuatro meses. Según fuentes del Ministerio de Seguridad, “su legajo no es bueno: tuvo más de 20 destinos en su carrera, un par de sumarios administrativos y más de cien días de arresto acumulados”. Su último destino anterior había sido el partido de Presidente Perón.
Según un caracterizado vecino de San Vicente, “aquí vienen a parar los policías castigados porque en este pueblo no hay juego clandestino ni prostíbulos, ni siquiera hoteles alojamiento: no tienen dónde coimear”. Ayer, en la plaza de esta localidad de 30.000 habitantes, “las viejas estaban escandalizadas: si hubiese sido con una mujer, pero con un travesti...”, relató la fuente y comentó que allí “todo se digita desde la Iglesia: por eso no dejan poner cabarets, y ni siquiera hay corso: la parroquia lo hizo prohibir, por el tema de que venían travestidos”.
Mónica León –titular de la Asociación Civil Gondolín, que entre otras actividades distribuye preservativos a sus integrantes– ubicó lo sucedido en el marco de “la violencia policial que continúa contra nosotras” y señaló que “no sólo en Buenos Aires, sino en lugares como Salta, donde policías obligan a las travestis a tener sexo sin protección como pago por no cumplir la condena”.
La titular de la Asociación de Lucha por la Identidad TravestiTransexual, Lohana Berkins, observó que “son frecuentes las reacciones violentas en clientes de travestis que se prostituyen: muchos, después de la relación, son asaltados por una culpa macabra, y empiezan con ‘¡Ay, qué hice! ¿Por qué hice esto?’, y se ponen agresivos; en otros, es la avivada porteña de tomar un servicio y no querer pagarlo, aprovechándose del marco de ilegalidad de las travestis. Y los policías están acostumbrados al servicio gratuito extorsivo, se hacen conocer como tales para no pagar”.