Un hombre solitario de 59 años, un vagabundo sin domicilio fijo, abrió fuego en un cine de Lafayette, Louisiana, en el sur de Estados Unidos, y dejó dos muertos y nueve heridos. Tras ser cercado por la policía, se suicidó. Fue un nuevo episodio de matanza en medio del renovado debate en ese país por las armas en manos de civiles.

El jefe de Policía de Lafayette, Jim Craft, dijo que el atacante –a quien identificó como John Russell Houser, de 59 años– tenía intención de huir pero al verse cercado por la policía regresó al cine y se mató. “Aparentemente su intención era disparar y luego huir –señaló en una conferencia de prensa–. Lo que ocurrió es que la rápida respuesta de los agentes de la ley lo obligaron a regresar al cine y se suicidó de un disparo.”

Craft indicó que Houser realizó al menos trece series de disparos con un arma semiautómática en el cine, donde había unos 100 espectadores viendo la película Trainwreck.

La policía identificó a las víctimas fatales, dos mujeres blancas, Mayci Breaux (21), que murió en el lugar, y Jillian Johnson (33), que falleció en el hospital. De los nueve heridos, siete permanecían hospitalizados, uno en condición crítica.

Craft dijo que el atacante tenía antecedentes de incendio provocado y por vender alcohol a un menor. El perfil de Houser de LinkedIn muestra una carrera variada, con experiencia en manejo de inversiones, bienes raíces y propietario de un bar.

El Southern Poverty Law Center (SPLC), una organización que sigue en Estados Unidos a los grupos que incitan al odio, analizó sus mensajes en Internet, donde aparecía como “un hombre que abrazaba ideas de extrema derecha y fascinado por ‘el poder de los lobos solitarios’”. Los investigadores dijeron que también estaba su historia clínica y que su mujer había solicitado en 2008 una orden de alejamiento contra Houser.

Craft dijo que es posible que Houser se haya inspirado en la masacre de 2012 en un cine de Aurora, Colorado, que dejó 12 muertos y 70 heridos, en una acción por imitación. Un jurado del Estado de Colorado delibera actualmente si condena a muerte a James Holmes, quien admitió su culpabilidad en esa masacre durante la proyección de The Dark Knight Rises, de la saga de Batman, hace casi tres años.

El gobernador de Louisiana, Bobby Jindal, dijo que no parecía que las víctimas hubieran sido seleccionadas y que los habitantes de Lafayette estaban asimilando este “acto de violencia indiscriminado”. “Nunca hay una buena explicación. En este caso, la explicación tendrá menos sentido que en otros”, indicó el gobernador.

Los testimonios sobre el incidente relatan escenas de pánico en el cine, donde los tiros comenzaron media hora después de iniciada la proyección de la película. “Fue una locura, un caos por todos lados”, dijo Jacob Broussard, que miraba un filme al otro lado del vestíbulo cuando la sirena de la alarma dejó de sonar y las luces de la sala se encendieron. Una voz desde los altoparlantes pidió a la gente que evacuara el edificio lo más rápido posible. Cuando salió de la sala, Broussard escuchó tres disparos. Al salir de allí vio a una mujer que sangraba en una pierna y supo que algo horrible había ocurrido.

Jindal se reunió con algunas de las víctimas y elogió su heroísmo. Comentó que una maestra se lanzó delante de su amiga, también docente, para protegerla de las balas. La amiga fue alcanzada por un balazo en la pierna, pero tuvo la sangre fría como para encender una alarma de incendios para prevenir a otros sobre el peligro.

Jindal dijo asimismo que “no era momento de hablar de control de armas” y que el foco debía centrarse en las víctimas.

El episodio se produjo una semana después de que un tiroteo contra un centro de reclutamiento militar en Chattanooga, Tennessee, dejara cinco muertos, además del atacante, que fue abatido por la policía. También se produjo en momentos en que el presidente Barack Obama volvió a expresar su desazón por no haber logrado la aprobación en el Congreso de una ley de control de armas de fuego, en una entrevista difundida la noche del jueves por la cadena británica BBC.

“Si observan el número de estadounidenses muertos desde el 11 de septiembre por el terrorismo, son menos de 100. Si observan el número de personas muertas por la violencia debida a las armas de fuego, están en decenas de miles”, afirmó Obama en la ocasión. “Y no haber sido capaces de resolver este problema es para nosotros angustiante”, dijo, adelantando que seguirá impulsando el tema en los 18 meses de mandato que le restan.