SOCIEDAD › EL EJEMPLAR DE “JOROBADA” ERA ACOMPAñADO HACIA LA BOCA DEL RíO

Una escolta para el ballenato

La ballena jorobada que llegó perdida hasta los diques de Puerto Madero, el lunes, ayer era escoltada por lanchas de Prefectura hacia la boca del río. Los especialistas dicen que está estresada, con signos de desnutrición y la piel lastimada.

La ballena que apareció el lunes en un dique de Puerto Madero salió de la zona, pero anoche aún permanecía en la boca del Río de la Plata. La Prefectura, junto con la Secretaría de Ambiente y especialistas de la Fundación Cethus, continuaba con el operativo para acompañarla hacia mar abierto. Para ello dispuso de cuatro botes semirrígidos y dos motos de agua. No se descarta que vuelva a ingresar a la misma zona donde fue avistada. El animal mide unos seis metros, tiene cerca de dos años, presenta signos de desnutrición y su piel está lastimada debido a la falta de sal. El agua dulce también anula su visión y no es posible acercarse para curarla. El objetivo no es atraparla sino preservar su integridad física y guiarla para que regrese junto al grupo del cual se desprendió, tal vez, por curiosidad. Según precisaron fuentes de Prefectura, el animal tendría que recorrer al menos unos 60 kilómetros para aproximarse al océano Atlántico.

Ante la sorpresa de habitantes y turistas, la ballena, joven, de la especie jorobada, apareció el lunes nadando en uno de los canales de Puerto Madero. Mientras se desplazaban por el muelle siguiendo sus movimientos, los observadores reaccionaban con gritos cuando el cuerpo del animal emergía del agua y despedía su clásico chorro. Las jorobadas, como la curiosa visitante, se encuentran en la zona de la Antártida durante el verano austral (diciembre-marzo), para luego migrar hacia las corrientes marinas de Río de Janeiro. En esta época, las jorobadas deberían estar camino a las costas brasileñas.

“Quizás por curiosidad haya perdido el rumbo y se abrió de su grupo, porque no suelen moverse en solitario. Estimamos que tiene alrededor de dos años y si todavía era lactante y le pasó algo a la mamá, seguro se quedó sin alimento; pero esto es sólo una hipótesis. Es claro que está estresada, el ambiente no la ayuda, las aguas son muy turbias y no hay profundidad suficiente para ella”, afirmó a este diario Carolina Cassani, miembro de la Fundación Cethus, quien abundó describiendo la especie: “Tienen las aletas más largas, de unos cinco metros, y son sumamente inteligentes. Pegan un salto, dan un aletazo a la superficie del agua, atontan con esto a los peces y se los comen sin más. No son bichos primarios: tienen el comportamiento propio de la evolución. Nosotros hacemos trabajos de acústica con las ballenas. A partir de que se descubrió que emiten vocalizaciones, como si fueran canciones, se las siguió y se dejó un dispositivo en la Antártida que las grabó durante todo un año. Aun no tenemos los resultados finales, pero puedo adelantar que estas ‘canciones’ repiten estrofas, como en la música pop”.

Si bien aún no se la oyó entonar, en esa zona portuaria hay mucho tráfico como para que una ballena de más de seis metros pase desapercibida. Personal de Prefectura le perdió el rastro el lunes por la noche, y no es que se haya ocultado: fue más difícil avistarla porque el color de las aguas no ayuda y la oscuridad de la noche, tampoco. “Ayer (por el lunes), la marea baja no le permitió salir de Dársena Norte. Pero hoy (por ayer), la marea alta facilitó un poco las cosas. Los protocolos internacionales, a los que adhiere nuestro país, regulan con perfil conservacionista el mecanismo de ayudarla a volver a su hábitat con gomones para cerrarle el camino y orientarla hacia el mar. Lamentablemente a la ballena no se la ve saludable, se le notan los huesos que rodean el respiradero y tiene laceraciones que son previas, porque no parece haberse golpeado contra las paredes de los diques. Y su piel está dañada, aunque no podemos especificar si es por infecciones o por algún tipo de microbio. No recomendamos introducirle un sensor para orientarla, puesto que un objeto extraño en su cuerpo la enfermaría aun más.”

Técnicos de la Secretaría de Ambiente de la Nación, de la Dirección de Fauna y del Grupo de Acuáticos y expertos en cetáceos continúan trabajando junto a efectivos de Prefectura para enviar a la ballena rumbo al mar. Pero el mamífero parece dudar en salir a río abierto. “Las ballenas no duermen por completo, permanecen quietas ‘tronqueando’, es decir flotando en la superficie como troncos (loging, en la expresión utilizada en inglés). Aun con este comportamiento mantienen sus sentidos como en alerta. No toman agua, y en este caso es una verdadera suerte... pero en aguas saladas abren la boca, arrasan con lo que venga y sólo se quedan con el krill o el plancton. Luego despiden el agua por el orificio que todos conocemos. Se alimentan en aguas frías y después migran a Brasil. Esta precisamente acaba de venir del área de alimentación. Si bien luce un poco desnutrida, la falta de comida no es problema porque acá (en el río) no hallan el alimento adecuado. No está debidamente medido, pero las ballenas pueden pasar cerca de cuatro meses sin comer. Aunque su estructura orgánica no está preparada para resistir mucho tiempo en agua dulce. Ojalá no ocurra, pero hay un antecedente en 2012 en el río Paraná, donde una ballena terminó muriendo a tres semanas de ser avistada”, contó Cassani.

La situación es extrema para el animal y en Prefectura se respira un poco de tensión. “Pero ellos son muy profesionales, tienen voluntad y merecen nuestra confianza. Trabajamos en estrecha colaboración”, dijeron los especialistas abocados a la tarea de preservación de la ballena jorobada, y aseguran que el operativo “continuará hasta que Prefectura lo determine”.

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El animal tendría que recorrer al menos unos 60 kilómetros para aproximarse al océano Atlántico.
Imagen: Télam
 
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