Miércoles, 16 de septiembre de 2015 | Hoy
SOCIEDAD › PERMITEN EDUCAR A UNA NIñA COMO TESTIGO DE JEHOVá, AUNQUE EL PAPá SE OPONE
El padre católico de una niña presentó una medida cautelar para que la Justicia prohíba a su ex esposa educar a la pequeña en los preceptos de los testigos de Jehová. Pero una Cámara lo rechazó. Consideró que tanto la madre como el padre pueden transmitirle su religión.
Un tribunal autorizó a que una niña sea educada según los preceptos de la religión testigos de Jehová, pese a la oposición de su padre, en tanto y en cuanto se respete “el interés superior del niño”. La niña de 4 años fue bautizada en la fe católica, pero después de la separación de los progenitores la madre se convirtió a los testigos de Jehová y le viene enseñando esos preceptos religiosos, por lo que el padre presentó una medida cautelar para evitar que su hija participe de los cultos a los que acude su ex esposa. No obstante, la Justicia rechazó en dos instancias el planteo. El fallo, según los jueces, “facilita una circulación lo más amplia posible en ambos contextos parentales, asegurándole a la niña que la mayor diversidad de opciones educativas y religiosas contribuirá a evitar una sobreadaptación que luce como un camino prefijado”.
El hombre había reclamado ante la Justicia que se prohíba a la madre de su hija menor de edad “hacerla participar de actos, reuniones, peregrinaciones y campañas de divulgación de la religión que ella profesa” (precisamente, testigos de Jehová). Pero la Cámara 2ª de Apelaciones en lo Civil y Comercial de La Plata, integrada por los magistrados Francisco Hankovits y Andrés Soto, rechazó el planteo del padre con el argumento de respetar “la libertad religiosa y el derecho de ambos progenitores a brindar educación moral y religiosa a su hija, pero respetando el límite del interés superior de la niña”.
“No se trata en el caso de dejar librado a la voluntad de la niña, de 4 años de edad, qué es lo conveniente para su vida, sino simplemente de fijar como límite las decisiones de los adultos que tienen a cargo su crianza, respetar el interés superior de quien también tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, derecho a la educación, al juego y a una vida social acorde con su edad”, fundamentaron los jueces, quienes intimaron a los padres “a abstenerse de contrariar el deseo y voluntad de la niña respecto de su derecho a practicar libremente un culto religioso, en tanto la participación en el mismo no resulte contraria a su interés superior”.
Los testigos de Jehová son conocidos en la Argentina por su obra de educación bíblica y por su difusión en forma gratuita de las revistas La Atalaya y ¡Despertad!, tanto casa por casa como en estaciones ferroviarias y shoppings. Los personas que profesan este culto sostienen que Cristo murió en un madero o poste vertical, no en una cruz; rechazan la Trinidad; no se valen de imágenes para adorar a Dios; dicen que Jesús es el arcángel Miguel, el más alto ser creado (y que el hombre, obviamente, no fue fruto de la evolución); afirman que la Biblia es la infalible Palabra de Jehová, que los seres humanos mueren porque se heredó el pecado de Adán, que el infierno (o Hades) es la sepultura común de la humanidad y que introducir sangre en el cuerpo viola las leyes divinas, por lo que se oponen a todo tratamiento que implique trasfusión de sangre, glóbulos rojos empaquetados, plasma o plaquetas, aunque esté comprometida la vida de una persona.
Esta vertiente religiosa en el país fundamenta la decisión en el “derecho del paciente”, pero también en una convicción surgida de su propia interpretación de ciertos pasajes bíblicos. Aun cuando hacer la “colimba” en el país era obligatorio, se negaban a prestar servicio militar.
Según el Anuario de los testigos de Jehová 2014, 150.171 personas profesan esta creencia religiosa en la Argentina, siendo el tercer país de América latina en cantidad de fieles, detrás de Brasil (794.766) y Colombia, con 166.049 fieles. El Anuario destaca que el número de testigos de Jehová siguió aumentando en todo el mundo, cumpliendo la profecía registrada en Isaías 60:22, que dice: “El pequeño mismo llegará a ser mil; y el chico, una nación poderosa. Yo mismo, Jehová, lo aceleraré a su propio tiempo”.
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