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Al final, fue sólo pólvora mojada: sumergidos en un canal de riego, fueron encontrados los 800 kilos de explosivos que habían sido robados de una cantera cerca de General Roca. La sustracción había desatado una alerta nacional, por el temor de que los explosivos se utilizaran para un megaatentado terrorista. Ante ese revuelo, a los ladrones “les debe haber quemado las manos y se lo sacaron de encima”, según una fuente de la policía de Río Negro. Los explosivos aparecieron pocas horas después de que la jueza interviniente ordenara la libertad inmediata del hombre que la policía había detenido como sospechoso en un control vehicular; la magistrada, por su parte, había orientado la investigación hacia la posibilidad de un robo por encargo de otra empresa. Según la policía, el hallazgo fue consecuencia de los rastrillajes permanentes que se efectuaban a partir del robo. El cargamento fue trasladado a una sede policial, donde será peritado; hoy, buzos especializados continuarán rastreando las aguas del canal en busca de más elementos.
Según anunció anoche una fuente de la Unidad Regional 2ª de la policía de Río Negro, “en el curso de los permanentes rastrillajes que se efectuaban desde el día del hecho, a las 18, efectivos de esta unidad advirtieron, bajo un puente en la ruta provincial 6, en un canal principal de riego, elementos similares a los descriptos como robados”. El lugar, a seis kilómetros de General Roca, fue vallado e intervinieron buzos policiales, que trabajaron hasta el anochecer, es decir, en esa latitud y esta época del año, las 21 horas.
Según precisó a esa hora la fuente policial, “lo rescatado se aproxima a la totalidad de lo sustraído, incluyendo mechas y detonadores”. El cargamento habría sido abandonado allí por los ladrones porque “les debe haber quemado las manos”, ante el revuelo nacional causado por la sustracción. La fuente no pudo precisar si los explosivos estaban ya inutilizados por el agua del canal, que se usa exclusivamente para fines de riego y corre de oeste a este hacia General Roca.
Los 850 kilos de explosivos habían sido robados entre el 7 y el 8 de este mes de una cantera de yeso de la firma José Cholino e Hijos, a 24 kilómetros de la ciudad de General Roca. Ante la posibilidad de que fuesen utilizados para un megaatentado, el Gobierno había dispuesto una “alerta general” de todas las fuerzas de seguridad. No obstante, según habían señalado a este diario, días después, expertos en el tema, “no es probable que los autores sean terroristas, ya que les es menos riesgoso comprar explosivos en el mercado negro”.
El viernes, la policía rionegrina había detenido, en un control caminero, a un sospechoso que tenía antecedentes por hurto y a quien “le faltan tres dedos de una mano y pudo perderlos a partir del manejo de elementos explosivos”, según manifestó el sábado una fuente policial. Sin embargo, la jueza federal María del Carmen García lo liberó porque “no existen pruebas ni evidencias que lo vinculen a la causa, por lo que no se le tomó declaración indagatoria”.
La jueza había dispuesto investigar en otros yacimientos mineros, incluso paralizados desde tiempo atrás, siguiendo la hipótesis de que el robo hubiese sido encargado por otra empresa del rubro. Esta posibilidad también había sido señalada por el secretario de Seguridad de la Nación, Norberto Quantín.
La posibilidad de que el robo tuviera propósitos terroristas había sido subrayada por el primer juez de la causa, Rubén Norry, ante lo cual el gobierno nacional dispuso alertar a todas las fuerzas de seguridad.