SOCIEDAD
La visita de un amigo socialista que llegó desde la capital francesa
Ibarra recibió ayer al alcalde de París. Bertrand Delanoë recorrió la ciudad y anunció que becará a un artista argentino y financiará el viaje a Francia de un grupo teatral local.
Por Mariana Carbajal
No era parte de la agenda oficial pero, a sugerencia de su anfitrión, el alcalde de París, Bertrand Delanoë, caminó ayer por la Plaza de Mayo, rodeó la Pirámide como cada jueves hacen las Madres y se emocionó. “Fue realmente hermoso estar parado en la Plaza de Mayo. Hace veinte años cuando era un militante comprometido daba vueltas delante de la embajada argentina en París” para pedir por los derechos humanos durante la última dictadura militar. De visita por primera vez en Buenos Aires, este socialista que declaró públicamente su homosexualidad y es infaltable en el tradicional desfile del Orgullo Gay de la capital francesa, recorrió ayer la ciudad, acompañado por el jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, y aseguró que “no va a escatimar la ayuda para los barrios porteños que lo necesiten”. Además, anunció que su gobierno financiará el viaje de una compañía de teatro local para que actúe en París y becará durante un año a un artista para que se perfeccione en academias parisinas. En diálogo con Página/12, Delanoë expresó su posición a favor de que las parejas homosexuales puedan adoptar chicos. “Más vale niños amados y educados, que niños abandonados”, señaló.
“Estoy a favor de que el debate se abra en Francia al respecto. Creo que efectivamente es algo que es posible. Hay que hablar sin tabúes, con honestidad intelectual y pensar que la prioridad es el interés de los niños”, explicó a esta cronista, mientras un ómnibus con funcionarios de la embajada francesa, de la comitiva del visitante y del gobierno porteño –encabezados por Ibarra– se dirigía a las obras de construcción de la línea H del subte, como parte de un tour por la Ciudad.
Delanoë dejará hoy Buenos Aires, después de reunirse con el vicepresidente Daniel Scioli. Llegó ayer tras visitar San Pablo, Río de Janeiro y Montevideo. Aquí fue declarado Huésped de Honor por el gobierno porteño. Y antes del recorrido por los túneles del subte, compartió con Ibarra un almuerzo en la Casa Museo de Gardel, en el barrio del Abasto, y en una conferencia de prensa conjunta ambos jefes comunales se prodigaron mutuos elogios. Ibarra lo presentó como “mi querido amigo”. “Esta amistad está construida por el gusto común por la cultura. Y ambos somos militantes de la libertad”, destacó a su turno Delanoë, vestido con un prolijo traje gris claro, con camisa rayada y corbata al tono.
Ibarra lo llevó también a la Villa 21-24, de Barracas. Allí visitaron una escuela en construcción, un centro comunitario y una parroquia, donde prendieron velas en homenaje a los curas que fueron asesinados durante la dictadura. Delanoë se comprometió a pedir a las empresas francesas con inversiones en el país que donen materiales para un proyecto de autoconstrucción de viviendas de los habitantes de la villa, que puso en marcha el gobierno porteño.
Delanoë ingresó a las filas del socialismo afiliado por el mismísimo François Mitterrand. Está al frente de la comuna parisina desde 2001, cuando logró el milagro de echar a los conservadores de la capital francesa, que la ocupaban desde 1871. En un país con pocos gays declarados en la función pública, tres años antes de ganar las elecciones dijo ser homosexual en un programa televisivo. Y desde que asumió, nunca faltó al tradicional desfile del Orgullo Gay en París. Es amante de la música tecno, pero suele mostrarse como un dirigente sobrio, discreto y riguroso. Se lo conoce por sus proyectos innovadores y por su defensa por la igualdad entre los hombres y las mujeres. De hecho, de los 21 directores de su gabinete, once son mujeres. “Constituí un gobierno de la ciudad en el que hay más mujeres que hombres como en la sociedad parisina. Eso no tiene precedentes”, destacó ante Página/12. Con el objetivo de democratizar el acceso a la cultura, abrió al público en forma gratuita las colecciones permanentes de los museos de París; instauró la “noche blanca”, un día en el que la consigna son doce horas ininterrumpidas de diversión en bailes, museos y restaurantes. Y para dar una alternativa a los habitantes que no pueden tomarse vacaciones de verano decidióconvertir en un balneario, con arena y sombrillas incluidas, las orillas del Sena.