SOCIEDAD › JOSE CIBELLI, EXPERTO EN CLONACION
“Si hiciera en EE.UU. lo de Corea, iría preso”
El investigador argentino que cumplió un importante papel en la clonación terapéutica humana lograda en Corea explica lo que vendrá tras ese desarrollo: la reprogramación de una célula cualquiera de una persona para producir los tejidos que pueda necesitar. Las condiciones de la investigación en EE.UU.
Por Pedro Lipcovich
En el día después de la clonación terapéutica humana que se logró en Corea, el desafío mayor es desentrañar la “magia del óvulo”. Así llama el argentino José Cibelli –quien tuvo un importante rol en esa investigación– al hecho de que esa célula, como una madre que pudiese transformar en bebé al hijo adulto, logra convertir en embrionaria a cualquier célula que se introduzca en su seno. Si la ciencia pudiera saber cómo opera el óvulo esta magia, e imitarlo, sería posible, por ejemplo, tomar una célula cualquiera del cuerpo de una persona diabética, convertirla en embrionaria, redireccionarla como célula productora de insulina y curar la enfermedad, sin necesidad de producir ningún embrión en el camino. Desde Estados Unidos, en entrevista telefónica con Página/12, Cibelli explicó por qué esta investigación se realizará con fondos estatales y en el ámbito universitario. Por otra parte –dando testimonio de la borrascosa situación de esta área de estudio– reveló que, si el ensayo que se realizó en Corea se hubiera efectuado en Estados Unidos, los investigadores habrían podido recibir una pena de hasta diez años de prisión. De todos modos, según Cibelli, “pronto aparecerán los primeros papers sobre cura de enfermedades a partir de tejidos obtenidos de ‘células madre’ embrionarias”. En cuanto a la clonación humana, hoy por hoy ya es posible que una persona inmortalice su material genético; pero esa perduración no sería la de una bella imagen en el espejo sino... un tumor canceroso.
–He tenido acceso a diversos centros de investigación y ya hay buenos datos de que es posible curar enfermedades humanas mediante tejidos obtenidos a partir de células madre –afirmó Cibelli–: en cualquier momento aparecerán los primeros artículos en revistas científicas. Se trabaja con ratones a los que se les hicieron modificaciones genéticas para que puedan desarrollar enfermedades propias del ser humano. En ellos, el mal de Parkinson se trata mediante tejidos neuronales como los que se obtienen en laboratorios australianos; en Israel se ha desarrollado tejido cardíaco. Como usted ve, los ejemplos que doy se ubican fuera de Estados Unidos y de Europa.
–¿Por qué?
–Los grandes papers en investigación sobre células madre se están produciendo fuera de Estados Unidos por la falta de apoyo de la administración Bush. Se destinan sólo 15 millones de dólares anuales a investigar sobre células madre embrionarias, que pueden dar lugar a 220 tipos de tejido. El presupuesto total de los institutos nacionales de Salud es de 28 mil millones de dólares.
–Esto muestra una vez más la importancia de los subsidios estatales a la investigación en Estados Unidos.
–Todo se hace aquí con subsidio estatal. No hay empresa privada que pueda acercarse a los presupuestos que el gobierno federal destina a la investigación. Lo que invierte Estados Unidos en investigaciones médicas es mayor que la inversión sumada de todos los países de la Unión Europea.
La investigación con células embrionarias está prohibida totalmente en Italia, Francia, Alemania y Finlandia. En cambio, en España, Suecia, Noruega, Grecia, Australia, Japón y Estados Unidos está permitido utilizar células embrionarias obtenidas a partir de la fertilización asistida. En cuanto al clonado terapéutico, se permite en Inglaterra, Singapur, China y los estados norteamericanos de California y Nueva Jersey. En otros países, como la Argentina, el tema no está legislado.
–¿Cuál fue su participación en el trabajo de la Universidad Nacional de Seúl?
–Debo decir que mi participación fue limitada. Ayudé a los científicos coreanos a convencer a la gente de la revista Science de que sus resultados eran los que ellos anunciaban; compartí con ellos reactivos de mi laboratorio y sugerí algunos experimentos. Si yo llegara a hacer en el estado de Michigan lo que ellos hicieron podría ser condenado a diez años de cárcel y a una multa de diez millones de dólares. Por eso, y a solicitud de la universidad donde trabajo, en el artículo de Science fue necesario aclarar que yo no participé en los experimentos con humanos, que se realizaron todos en Corea.
–O sea que los límites a la investigación no vienen sólo de la administración federal...
–Cada estado va dictando sus propias normativas: en los estados del medio oeste, como Michigan, prevalecen las mayores restricciones; en el otro extremo, Nueva Jersey y California no sólo admiten sino que propician las investigaciones en clonación terapéutica. De todos modos, la confusión todavía es muy grande y en la mayoría de los estados se están debatiendo proyectos de ley al respecto. En este marco de confusión, esta área se convierte en un campo minado para los científicos y muchos no quieren meterse por miedo a complicarse la vida.
–¿Cuál es, hasta donde se sabe, la receta de la clonación terapéutica?
–La que dio resultado en Corea es: después de retirarle el material genético a un óvulo y reemplazarlo por el de una célula del cuerpo de la misma mujer, se lo desarrolla, como si fuese un óvulo fecundado, en un medio de cultivo especial, diferente del que se usa para los embriones en fertilización asistida. Para obtener células madre hay que esperar a que el embrión haya llegado al estado de “blastocisto”: tiene ya 50 o 60 células ya diferenciadas en dos grupos, las que formarán la placenta y las que constituirán el feto. Estas últimas se separan y se dejan crecer en un medio de cultivo: se forma una especie de carpeta de células todas iguales, que se pueden dividir y dividir por siempre, son inmortales. No paran de dividirse; son como un tumor canceroso.
–No es la inmortalidad de los ángeles...
–No. Además, la eficiencia todavía es bajísima. Los coreanos necesitaron 170 óvulos para obtener una sola línea de células que se reprodujeran.
–¿Cómo se logra que formen distintos tejidos?
–Simplemente cambiándoles el medio de cultivo. Hay 25 años de experiencia en células embrionarias de ratón: sabemos cuántos microgramos de tal factor de crecimiento va a dar lugar a células del páncreas o de la retina, son como recetas de cocina; y vamos comprobando que en los humanos resulta similar. Ahora, cuando las células se diferencian en tejidos, dejan de ser inmortales: sólo pueden reproducirse determinado número de veces. Y eso es al fin y al cabo el envejecimiento.
–Usted investigaba para una empresa privada y pasó a trabajar en una universidad estatal. ¿Qué lo llevó a ese cambio?
–La Universidad del Estado de Michigan me hizo una oferta que no sólo me convenía más en lo económico, sino que además me permitió contar con la libertad que sólo otorga el ámbito académico. Ahora puedo trabajar en investigación básica, sin la presión de que la empresa necesita largar determinado producto a corto plazo. Trabajamos con células madre humanas, dentro de las líneas celulares aprobadas por el gobierno federal.
–Específicamente, ¿qué investigan?
–Estudiamos un fenómeno milagroso, precisamente el que hizo posible la clonación terapéutica humana: la “reprogramación celular” que el óvulo es capaz de lograr: si uno transfiere a un óvulo el núcleo de una célula adulta, por ejemplo de la piel, el óvulo la reprograma, le vuelve atrás el reloj y la convierte en embrionaria. Para decirlo bien: activa en esa célula los genes embrionarios y desactiva otros. La magia está en el óvulo.
–No se sabe cómo produce el óvulo su magia.
–No se sabe. Antes de 1996, cuando se clonó a la oveja Dolly, se creía que esa reprogramación era imposible. Y el descubrimiento de cómo produce el óvulo esta magia va a ser una revolución en la medicina. Porque ya no va a hacer falta producir embriones para lograr el clonado terapéutico; se podrán fabricar drogas que operen esa magia: tomar una célula cualquiera de una persona y reprogramarla, transformarla en célula madre y a partir de ella producir los tejidos que esa persona pueda necesitar.
–Esta investigación está en sus comienzos...
–No se sabe cuánto tiempo puede requerir: un mes, una década... Lo seguro es que sólo puede hacerse con apoyo estatal. No hay empresa privada que pueda financiarla. Y esto, pese a todos los conflictos que comenté, sigue funcionando en Estados Unidos: el Estado otorga suficientes fondos para investigación a proyectos universitarios, partir de propuestas que son evaluadas, no por el gobierno, sino por otros científicos.
–Si esa investigación llegara a buen término, la clonación terapéutica se desvincularía por completo del fantasma de la clonación reproductiva.
–Sí. Mientras tanto, si alguien quiere usar las “recetas” para producir embriones con el fin de clonar seres humanos, no hay ninguna garantía de que le salga bien. Estudios en ratones muestran cómo los mismos embriones que son buenos para producir células madre no sirven para clonado reproductivo, porque los animales nacen con anomalías impresionantes.