SOCIEDAD › UN MATERIAL DE CONSTRUCCION REALIZADO CON BASURA RECICLADA
Botellas convertidas en ladrillos
Nacido de un programa de la Facultad de Arquitectura de la UBA, el material permite construir con productos de desecho, a muy bajo costo. La producción la gestionan empresas sociales.
Por Eduardo Videla
La botella plástica de gaseosa y agua mineral, descartada en la bolsa de residuos, puede convertirse en un material de construcción y cumplir, en forma simultánea, varias misiones: originar materiales más baratos, hechos con materia prima gratuita; eliminar desechos que contaminan el medio ambiente; abrir una posibilidad laboral para quien ha aprendido a elaborarlos y facilitar el acceso a la vivienda de muchas familias. Todo esto es posible si se articulan distintos factores, tal como lo propone un programa de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA, que impulsa la producción de materiales de construcción con basura reciclada, gestionada por empresas sociales integradas a la Red Global del Trueque.
Un grupo de ex desocupados y cartoneros fabrica tejas y losas reemplazando la arena con envases de terafalato de polietileno, más conocido con la sigla PET, en una planta de Esteban Echeverría; vecinos de la Villa 21-24, de Barracas, aprendieron a elaborar ladrillos ecológicos con arcilla, sin necesidad de cocerlos en el horno; la municipalidad de Villa Gesell se apresta a pavimentar trece cuadras utilizando bloque con plástico reciclado.
Estas experiencias salieron a la luz a partir de una resolución del Consejo Directivo de Arquitectura mediante el cual se convocó a todas las cátedras y centros de investigación de la facultad a desarrollar estrategias destinadas a “paliar los efectos de la crisis”. “En forma paralela, a fines del año pasado se puso en marcha un proyecto para crear microemprendimientos con sectores carenciados y desocupados, y desarrollar proyectos de baja inversión, con recursos disponibles, respetando el medio ambiente, y que contribuyan a resolver el problema habitacional”, dijo a Página/12 el decano de Arquitectura, Berardo Dujovne.
En ese línea se inscribe el trabajo del Centro Experimental de la Producción de la FADU, que apunta a generar empresas sociales a partir de recursos disponibles: desde los Planes Trabajar hasta la Red Global del Trueque, pasando por los microcréditos del banco creado por Muhammad Yunus. “La propuesta consiste en trabajar con los recursos que hoy tiene la sociedad después del estallido de la bomba neoliberal, que a diferencia de la neutrónica, dejó en pie a los edificios y a la gente pero ha succionado el dinero”, argumenta el arquitecto Carlos Levinton, director del Centro Experimental.
Uno de esos proyectos es la creación de una empresa social en el municipio de Villa Gesell para producir bloques destinados a pavimentar calles, partir del reciclado de basura. “Se firmó un convenio con la municipalidad y los ecoclubes, para hacer campañas destinadas a separar los envases de PET (plástico) para su reciclado. La facultad aporta los molinos para triturar el PET, y una embotelladora dona las prensas para elaborar losas, viguetas o baldosones”, explicó Levinton.
El PET molido reemplaza a la piedra y un 60 por ciento de la arena que se utiliza en la confección de tejas, losas y paneles, “lo que las hace más térmicas y menos pesadas”, agregó el director del proyecto. A esas ventajas se agrega el menor costo, dado que se elaboran con un material gratuito. “Las placas para losas de techos cuestan siete pesos el metro cuadrado, mientras que las tradicionales salen alrededor de 23 pesos”, puso como ejemplo el arquitecto Levinton.
Para el proyecto de Villa Gesell se utilizarán planes Trabajar, “con la idea de que para cuando a los beneficiarios se les termine el subsidio, ya esté consolidada la empresa que produzca los materiales”. En este proyecto de Villa Gesell está trabajando también la gente de Eco y Red, una empresa social con sede en Esteban Echeverría.
El ingeniero Marcos Neyra, titular de Eco y Red, explica su experiencia: “Primero hicimos una campaña de concientización en cinco zonas de diez manzanas, en Monte Grande. Los vecinos y las instituciones seleccionan la basura y nosotros pasamos a recolectar las bolsas con las botellas. Juntamos así 16 toneladas por mes”.
Después de clasificarlas por color, las botellas vacías son prensadas y compactadas para llevarlas a un molino, que las transforma en un material similar a la fécula de maíz. Ese elemento se mezcla con cemento, arena y un producto químico que favorece la combinación, y al fraguar queda convertido en viguetas o bloques aptos para levantar paredes, techos o pavimentos. “Es un 50 por ciento más liviano que los materiales tradicionales”, afirma Neyra. En su empresa también fabrican viguetas para techos que en el centro tienen un núcleo de telgopor recuperado, que las convierten en más livianas y térmicas sin que pierdan resistencia.
Eco y Red acaba de firmar un convenio con Arquitectura mediante el cual se capacita a los operarios de la empresa, intercambia maquinarias y puede realizar pruebas de los materiales en los laboratorios de la facultad. “Los convenios apuntan hacia los clubes del trueque, porque nos interesa el fenómeno de la moneda social, que permite armar empresas sociales con un capital mínimo”, explica el arquitecto Levinton. Una de esas empresas es la que se está incubando en Gesell, a partir de la aplicación de planes Trabajar, con la ida de que sea sustentable una vez que se acaben los subsidios.
Eco y Red funciona desde hace tres meses y ya se apresta a dar un salto: planea construir una casa alpina, hecha con materiales reciclados, en la Bernalesa, la sede de la Red Global del Trueque, como una muestra de su producto. “Una vivienda de 100 metros cuadrados podría costar 25.000 créditos”, arriesga Neyra, para poner en números el producto de su trabajo, en valores de moneda social.