SOCIEDAD › ABEL PRIETO, MINISTRO DE CULTURA DE CUBA
“No hay batalla de ideas si restringimos la información”
“La maquinaria consumista crea frustraciones en la gente al promover necesidades artificiales”, afirma Abel Prieto. La batalla de ideas planteada por el gobierno cubano apunta a luchar contra el consumismo y “para que el que emigre lo haga conociendo la realidad y no por ser manipulado por la propaganda”.
Por Luis Bruschtein
El ministro de Cultura de Cuba, Abel Prieto, es uno de los más jóvenes del gabinete cubano y ya hace más de diez años que asumió esa responsabilidad. Antes de llegar a ese puesto había presidido la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac). Invitado por Clacso, Prieto visitó Buenos Aires y ofreció una charla sobre la “batalla de ideas” en su país. Los problemas que llegaron con la apertura al turismo, los masivos intercambios familiares con residentes en Miami y la introducción de Internet muestran a una Cuba más abierta e informada de lo que muchos presentan o imaginan. “Sería un delirio pensar que podemos tapar todo ese torrente de información –afirma–, la única posibilidad es ganarle con una concepción mejor de la vida.”
–El gobierno cubano ha planteado la batalla de las ideas. ¿Cuál es el escenario de esa batalla en el escenario del proceso cubano y cuáles son las ideas que se debaten?
–Hemos llamado batalla de ideas a un paquete de programas que tienen relación con el impulso a la educación, con el impulso a la cultura, con la utilización de la televisión con propósitos culturales, educativos, un trabajo en el campo educacional para elevar la calidad de la educación en Cuba. A todo ese conjunto de cosas la hemos venido llamando “batalla de ideas”.
–Dicho así, suena más a campaña que a batalla. ¿Cuáles son los puntos de confrontación y de debate?
–Todo esto surgió en torno de la campaña por el regreso del niño Elián González, el niño secuestrado en Miami. En ese momento empezó una confrontación muy fuerte con Miami en primer lugar, con la tendencia en Estados Unidos a manipular la emigración ilegal desde Cuba, todo ese tipo de cosas. Fue un momento en que se crearon nuevos programas de televisión, se crearon programas de carácter educativo que tuvieron un gran impacto, empezó por “Universidad para todos”, un programa muy importante. Todo esto estaba relacionado con la llamada “globalización cultural”. La base sobre la que diseñamos estas iniciativas fue la de preparar a la gente para enfrentar los mensajes de la sociedad de consumo, los mensajes manipuladores, la manipulación informativa, venga de donde venga, la gente tiene que prepararse a partir de un nivel cultural sólido, bien arraigado. Entonces ha habido un énfasis particular en elevar el nivel cultural de la gente, hemos creado quince nuevas escuelas de instructores de arte, se crearon escuelas de trabajadores sociales, porque esta batalla de ideas se acompaña internamente con un enfrentamiento a la marginalidad.
–¿Además de planes educativos hay planes económicos, políticas contra el desempleo?
–La idea de combatir el desempleo tiene que ver con esta batalla. Por ejemplo se crearon puestos de trabajo pagados, pero que consisten en que los muchachos estudien. Son como becas para que decenas de miles de jóvenes que estaban sin trabajar ahora están estudiando y recibiendo un salario. El desempleo lo hemos reducido prácticamente a cero, por supuesto con una erogación importante del presupuesto. Se introdujo la computación en todas las escuelas del país. Todas las escuelas, incluidas las primarias, tienen computación y video. Es decir, todas las nuevas tecnologías las estamos empleando en esta batalla de ideas. Para hablar específicamente sobre los temas que tocan el ministerio del que estoy a cargo, los fundamentos de estas políticas de cultura, artística y literaria son, en primer lugar, defender nuestra identidad artística y literaria, defender la tradición cultural cubana y la expresión de escritores y artistas cubanos, cuidándonos al mismo tiempo de no caer en ninguna tentación de tipo chauvinista. Defender lo nacional, pero defender el derecho de la gente para acceder a la cultura universal. Se han creado dos canales educativos en la televisión. Los cuatro canales de televisión de Cuba son estatales y no tienen publicidad comercial, pero estos dos nuevos ponen permanentemente películas, series nuevas que tienen que vercon el patrimonio cultural universal. La idea es que ese cubano culto tiene que tener un dominio de su propia cultura, de su propia tradición, pero al mismo tiempo tiene que tener una relación con el mundo. Uno de los gravísimos problemas de la llamada globalización es el empobrecimiento del patrimonio cultural del mundo.
–¿Y cómo afecta a Cuba el proceso de globalización en el plano de la información y la cultura?
–Entra por todas partes. Para nosotros, otra idea esencial en este proceso es que no podemos concebir esta batalla de ideas en una urna de cristal, en una probeta, ese cubano del presente y del futuro no se puede formar de manera aislada, en un ambiente no contaminado porque, entre otras cosas, nosotros estamos recibiendo cerca de dos millones y medio de turistas al año. Algún día aspiramos a vencer al bloqueo, algún día aspiramos a que se elimine la barrera que impide hoy que otros americanos viajen a Cuba. En la medida en que vayan siendo levantadas todas esas prohibiciones estaremos aún más expuestos. Hoy vienen los de Miami, nos visitan decenas de miles de cubanos que viven en Miami, que viven en el extranjero, la sociedad cubana es una sociedad abierta. Entra el video, entra Internet, somos una sociedad abierta que tiene que preparar a sus ciudadanos para no ser manipulados por ese bombardeo cultural. Elevar la cultura de la gente para que no sea manipulada.
–Fidel Castro ha dicho que es posible hacer cambios importantes en una revolución en el plano de la economía en tiempos relativamente cortos, pero que los cambios culturales demoran varias generaciones...
–Es correcto, después de todos estos años de revolución, estamos discutiendo, por ejemplo, el problema de los prejuicios raciales que persisten en Cuba aún hoy. Una cosa es que la revolución abolió totalmente las bases institucionales del racismo y otra cosa y a pesar de ello, al cabo de más de cuarenta años de revolución, todavía sobreviven prejuicios raciales. Eso lo estamos discutiendo a fondo. En todos estos nuevos planes hay un trabajo particular destinado a jóvenes mestizos y negros que vienen de familias marginales. Por ejemplo, cuando se hacen exámenes en las universidades, entran los mejores resultados. Pero sucede que esos jóvenes mestizos y negros que vienen de familias marginales tienen desventajas en su preparación. Las familias de profesionales se preocupan de que sus hijos estudien, de que se preparen, pero ellos vienen de familias divididas, tienen un montón de traumas, entonces algo que es aparentemente justo como es el examen sobre la base de los resultados, de pronto hacía que algunas carreras aparecieran “blanqueadas”.
–¿Los valores de una sociedad capitalista permanecen aunque esa misma sociedad haya cambiado hacia una sociedad socialista?
–Eso sucede. La idea del consumismo, por ejemplo. Esa idea está en el centro de la gran maquinaria de manipulación que hay en el mundo. Asociar la felicidad con la capacidad de consumir, eres feliz en la medida en que puedas comprar un auto, o si lo tienes en la medida en que lo puedas cambiar. Nosotros pensamos que uno de los antídotos posibles frente a esa idea es la cultura, es la dimensión cultural de la calidad de vida.
–¿Se trata de destacar la importancia del enriquecimiento espiritual frente al material?
–Hay que dar condiciones de vida digna a la gente. Hay problemas que debemos resolver relacionados con la alimentación, que tienen que ver con necesidades materiales primarias, la vivienda, un problema que vamos arrastrando y que cuesta mucho dinero, hay que brindarle a la gente condiciones materiales dignas de vida. Pero al mismo tiempo hay que tratar de estimular desde muy temprano hábitos culturales y la idea de que su calidad de vida pasa por esa dimensión espiritual y cultural. Porque si no, el mecanismo éste de la manipulación consumista va creando una frustración permanente al crear necesidades artificiales.
–¿Cómo afecta internamente la imagen que se promueve desde Miami a través de los cubanos que residen allí, no solamente en cuanto al trabajo sino también en relación con las posibilidades de progreso social?
–Por supuesto está el espejismo de Miami. Yo creo que en gran medida nuestra batalla de ideas tiene el objetivo de que no haya tanta gente joven que emigre sin saber bien a dónde va. Hay un potencial migratorio grande que tiene que ver con que mucha gente tiene parientes en Estados Unidos, sobre todo en Miami, y que piensa que su calidad de vida puede ser superior allá. Algunos emigran con una visión muy simplista del asunto. No es para impedir. Nuestra posición con los americanos es favorecer la emigración legal a Estados Unidos. Ellos han interrumpido hace pocos las conversaciones para desarrollar acuerdos migratorios legales. Nosotros exigimos no menos de 20 mil visas al año y muchas veces, en su afán demagógico de promover la inmigración ilegal, eso se ha cerrado, y las visas se las dan sólo a los profesionales. Con la emigración ilegal, con los llamados balseros, hacen una gran campaña mediática, cuando en realidad son ellos los que la fomentan. Hay mucho de publicidad en torno de eso. Pero la idea nuestra es que la gente viaje, viva y emigre adonde quiera. En eso tenemos una posición absolutamente abierta, pero queremos que lo haga de manera legal y segura, no arriesgando su vida.
–Bueno, aquí se ha hablado mucho de este tema por la situación de la médica cubana Hilda Molina, cuyo hijo reside en Buenos Aires, y a la que no se le ha dado visa para viajar a Buenos Aires.
–Mire, no estoy demasiado al tanto de esa cuestión porque no es mi responsabilidad, pero el movimiento de gente en Cuba es absolutamente masivo, hay gente moviéndose a todas partes y hay muchos que vuelven, que van de visita a Miami y regresan. Hoy las limitaciones no están en Cuba. Hay un mínimo número de cubanos que no pueden viajar porque estuvieron en el Ejército o en el Minin (Ministerio del Interior) y eso compete a cuestiones de seguridad, es probable que la situación de esa señora esté en ese marco, pero la cantidad de personas afectadas por esas limitaciones es ínfima, también hay otros que pueden tener un proceso legal o algo por el estilo. Pero el movimiento es muy grande. En el campo del arte, tenemos más de 13 mil artistas y escritores que viajan al año por el Ministerio de Cultura. De todos modos, la idea es que el que emigre lo haga por convencimiento y no por ser engañado. Nosotros tenemos que lograr que ese potencial migratorio no se reproduzca sobre la base de que engañan a la gente. Hay una película que se llama Balseros, que a mí me gusta mucho, que hizo un grupo de catalanes. Es interesantísima, porque les sigue la pista a cinco o seis balseros durante seis o siete años, en los mismos Estados Unidos y es una película muy reveladora. Con todo eso tiene que ver la batalla de ideas, con la idea del consumismo, de las manipulaciones a que se somete la opinión pública en el mundo, que influye también en la idea de la idiotización, la gran maquinaria de suprimir la inteligencia con la idea hegemónica de la industria cultural norteamericana.
–Es muy difícil competir con esa gran maquinaria del consumo de las economías centrales...
–Es difícil, pero esa batalla está instalada, en todos los espacios universitarios y de la juventud está esa discusión. Y yo pienso que la gente hoy está mucho mejor preparada que hace quince años. Cuando se cayó el Muro, en ese momento, había un grupo de gente en Cuba, en los sectores intelectuales que pensaba que era imposible y que al mismo tiempo era irracional aferrarnos a la idea del socialismo. Se dijo que era inviable. Ahora mucha gente ha visto lo que ha pasado en la Unión Soviética, ha visto lo que ha pasado en los antiguos países socialistas, cuál ha sido el costo social, la expectativa de vida en esos países era altísima, y ahora ha bajado a niveles del Tercer Mundo y algunos de ellos se equiparan a algunos países de Africa. Han visto lo que ha pasado en América latina. La gente ha seguido muy al detalle el proceso y las consecuencias del modelo neoliberal.
–A principios de los ‘90 coincidía la caída del Muro de Berlín con el auge de la globalización financiera y los modelos neoliberales. Fue un momento difícil para Cuba...
–En el ‘92 fui con Fidel a la Cumbre Iberoamericana en España. Era el momento del canto triunfal, se habían derrumbado todos los muros, el socialismo aparecía como lo viejo, nosotros representábamos a los dinosaurios, porque el mercado iba a resolver todo, el Estado no tenía que meterse en nada, con las privatizaciones el crecimiento iba a ser impresionante. Fue muy impresionante escuchar a toda esa gente, estaba Menem, estaba Carlos Salinas de Gortari, de México. Nadie daba diez centavos por la supervivencia de la Revolución Cubana, nos daban el pésame en vida y, en ese momento, Fidel habló de la catástrofe social que se avecinaba por esa filosofía. Habló de lo que iba a significar en términos de la brecha que se abría entre ricos y pobres. ¿Qué pasó diez años después en la Argentina, en Venezuela, en América latina? Países muy ricos con gente en la extrema pobreza, muriéndose de hambre. La gente en Cuba ha seguido eso, sabe de qué se trata. En Venezuela tenemos diez mil médicos, y tenemos varios miles de médicos que están en Haití, en Honduras, en Africa. Esos médicos regresan luego de ver al capitalismo en una versión que no es la de Hollywood, vieron el capitalismo de los barrios, de los cerros de Caracas, el capitalismo de Haití, de su versión más cruel, el capitalismo del mundo subdesarrollado. La gente sabe que no se trata de propaganda barata, sabe que eso es verdad. Esos testimonios han enriquecido la discusión en Cuba.
–En ese sentido, la apertura a la realidad mundial ha sido positiva, sin embargo, los medios han publicado noticias sobre la imposición de trabas al acceso a Internet en Cuba...
–Eso no es cierto. Por el contrario, hoy hay jovenclub de computación en todos los municipios del país.
–¿Y se tiene acceso a Internet?
–Bueno, todo eso cuesta dinero. Nosotros ya tenemos Internet en todos los municipios de Cultura y muchos de esos municipios tienen página web, y tenemos Internet en todas las sedes de la Unión de Artistas y Escritores del país, en el interior del país, en las provincias. Estamos usando muchísimo Internet, pero es un uso social, es un servicio social, los profesionales, los médicos también lo tienen, hemos desarrollado una política hacia un uso social de Internet cada vez mayor. Independientemente que nuestra prensa no sea la ideal, que tenemos que resolver aspectos de nuestra prensa, hoy el pueblo de Cuba tiene un nivel de información que es altísimo si se lo confronta con el de otros países donde la gente tiene cien canales y no tiene la menor jerarquización de las noticias. La filosofía en este asunto no es prohibir, no hay batalla de ideas si se restringe la entrada de información.
–Eso no sería batalla sino más bien la pretensión de anular al adversario y no ganarle...
–Exactamente. Además, porque hoy, con las nuevas tecnologías y la globalización sería un delirio pensar que la alternativa fuera prohibir porque es imposible. Tenemos una línea de publicación de emigrados. Hemos hecho miles de gestiones con los herederos de Reynaldo Arenas para publicar en Cuba El palacio de las blanquísimas mofetas, que nos parece una novela extraordinaria y no lo hemos conseguido, pero lo que hicimos fue comprarla y ponerla en la bibliotecas. Con el propio Cabrera Infante yo quería publicar Tres tristes tigres y La Habana para un Infante difunto, que son a mi juicio las que valen la pena de su obra.