SOCIEDAD › PAPELON DE ESTUDIANTES EN LA FACULTAD DE DERECHO DE LA PLATA
¿No me podría repetir la pregunta?
Una prueba de cultura general fue reprobada por la mayoría de los alumnos de una materia: dijeron que Auschwitz fue un prestigioso biólogo, no sabían el nombre del vicepresidente ni la cantidad de provincias argentinas. Críticas a la educación media.
Desde hace dos días, Bernardo Areco, un abogado de 41 años, profesor de Derecho Romano en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de La Plata, no sale de su asombro por las respuestas que encontró después de tomarles un examen de cultura general a 70 estudiantes que cursan su materia. Confundieron la Guerra Fría con un problema de temperaturas, de Auschwitz dijeron que era el nombre de un “prestigioso biólogo” y hubo quien confundió la caída del Muro de Berlín con Adolfo Hitler. El promedio de la prueba fue de 0,50. La evaluación desató debates sobre el deterioro de la calidad de la enseñanza y la crisis del sistema de educación media. Mientras tanto, Página/12 también le hizo preguntas al profesor.
La cátedra de Derecho Romano es una de las primeras materias de la carrera de Ciencias Jurídicas de la Universidad de La Plata. “Es una materia troncal”, agrega Areco. Los 70 estudiantes de su comisión tienen entre 22 y 24 años y superaron con éxito los tres meses de nivelación del curso de ingreso a la facultad. En ese período tuvieron acceso a nociones de cultura general con materias como Comprensión de textos, Historia argentina y Filosofía.
Areco decidió tomarles la prueba sorpresa cuando se encontró con los resultados del primer parcial previsto por la currícula, que tomó hace apenas quince días: “Las notas eran desastrosas”, explicó el profesor, que inmediatamente les dio a los estudiantes lecciones de responsabilidad civil. “Les dije que ellos, en definitiva, van a una universidad pública que pagan los obreros con sus sueldos y que tenían que ser respetuosos.” Pero a pesar del esfuerzo, el profesor está convencido de que su mensaje “no llega”: además de apatía, después de semanas de clases, en los parciales se encontró con que no entendían conceptos básicos. “Las respuestas que me dieron eran disparates”, se quejó.
Para lograr algún tipo de sondeo les dictó las 13 preguntas básicas sobre cultura general. La prueba fue anónima, el promedio general rondó en 0,3 y 0,5 punto y sólo ocho alumnos respondieron correctamente. La mayoría no dio las respuestas correctas pero, curiosamente, coincidieron con los errores. Creyeron que Aus-chwitz, por ejemplo, fue un biólogo; que la Guerra Fría fue una Guerra de Cien Años o “un invento de Holly-wood: las películas que hacía Estados Unidos para ponerse por encima del resto de las naciones”.
Areco no había preparado las preguntas con anticipación. “Les pregunté lo que se me ocurrió en el momento.” En la batería pidió el país de origen de Saddam Hussein, el número de provincias argentinas, definir qué es un analgésico. Pidió también los nombres del vicepresidente de la Nación y de la vicegobernadora bonaerense. “Graciela Anastasio”, contestó un estudiante. Quién venció en la batalla de Tucumán, cinco partes de un caballo, el número de lados de un dodecaedro y qué es la rosa de los vientos, la figura que representa los puntos cardinales pero que los alumnos la confundieron con “una novela”.
Uno de los problemas medulares para el profesor fue la definición de “anestesia”: “Si no saben lo que es no están en condiciones de ir a una farmacia y esto quiere decir que no están en preparados para vivir en una sociedad organizada”. A la hora de evaluar las causas más profundas, apunta a la herencia dejada por el colegio secundario: “Acá hay un sistema que no funciona, y no hace falta que llamemos a consultoras o hagamos estudios porque acá, desde el ministro de Educación hasta cualquiera de nosotros, sabe qué es lo que pasa”.
Los resultados del examen levantaron un revuelo en la universidad y fueron comentario de noticieros y programas radiales a lo largo del día. Areco estaba realmente preocupado: “Son jóvenes que en 10 o 15 años –dijo– pueden estar manejando el país”.
En diálogo con Página/12, el ministro de Educación, Daniel Filmus, analizó los resultados como emergentes de un problema de dos patas: “Está vinculado a la falta de lectura de los alumnos, pero también hay deficiencias pedagógicas que llevan a estos episodios”. Para Filmus, “los chicos perdieron la pasión por la lectura y también se perdió el fomento” de esa actividad.
En defensa de los estudiantes, el vicepresidente de la Federación Universitaria Argentina, Marcos Duarte, argumentó que, por su masividad, la Facultad de Derecho puede ser un escenario apto para entender qué pasa en general con los universitarios. Sin embargo, a Duarte le preocupa la proyección de una muestra como ésta: “Me parece que refleja una sensación, es una foto particular y sacar conclusiones generales es bastante riesgoso. La falencia del secundario y el fracaso de la reforma educativa es una verdad total, pero no me parece pertinente sacar conclusiones de una muestra”.
Adriana Puiggrós, investigadora del Conicet, encuadró los resultados desde una perspectiva global: “Para mí –le dijo a Página/12– el deterioro no es sólo argentino, sino parte de un proceso general planteado por los resultados escandalosos de investigaciones sobre lectura comprensiva que se hicieron por ejemplo en Francia y Estados Unidos”.
–¿Cuál fue el vicepresidente de Raúl Alfonsín? –le preguntó este diario al profesor. “Víctor Martínez”, respondió.
–¿Y quién es el presidente de la Cámara de Diputados?
–Alguien del PJ que estuvo en La Plata –dijo, sin recordar el nombre de Eduardo Camaño.
Y al final: –¿Quién fue el baterista de Almendra?
–Yo, de música, nada –se defendió el profesor.