SOCIEDAD › EN EL CASO DE NATALIA DI GALLO, SOSPECHAN DE TRES DETENIDOS
Una pista cajoneada cinco meses
El fiscal tenía testimonios, un identikit y una soga náutica, que señalaban a un detenido por un asalto. Pero prefirió la pista aportada por un policía acusado en el caso Cabezas.
Por Horacio Cecchi
Hace cinco meses, los investigadores del caso de Natalia Di Gallo ya contaban con pruebas suficientes como para avanzar sobre la pista del Cabezón Ojeda, detenido el 20 de enero pasado por el asalto a una estación de servicio de Florencio Varela la misma madrugada del crimen. Seis testimonios visuales, dos testigos indirectos y el propio Nicolás Gómez subrayaban las sospechas sobre Ojeda. Pero la pista no avanzó. Mucho tuvo que ver en eso la intervención del suboficial Carlos Stoghe en la investigación. Si a alguien le resulta conocido el apellido, está en lo cierto: Stoghe fue uno de los uniformados denunciados en el caso Cabezas. El 14 de mayo pasado, el Pantera Oliva y el Tortuga De la Llera quedaron tras las rejas no de un zoológico sino de una comisaría, acusados como cómplices del Cabezón en el asalto y ahora también sospechados de haber participado en el crimen. Hoy extraerán sangre a los tres para comparar su ADN con el hallado en la escena del crimen. Buscan vinculaciones del trío con el aún imputado pero liberado Nicolás Gómez.
“Por fin veo que se avanza sobre una pista concreta –confió a Página/12 una alta fuente judicial de Quilmes, donde se asienta la causa que investiga el crimen de Natalia–. Esto ya lo sabíamos en febrero. No entiendo por qué no se avanzó por ese lado.” A lo que se refería la alta fuente es al Cabezón Daniel Feliciano Ojeda y sus complicaciones con la causa Di Gallo. Ojeda fue detenido el 20 de enero pasado, acusado de haber asaltado una estación de servicio de Florencio Varela y de golpear a culatazos a su encargado, el 29 de diciembre pasado, cuatro horas después del crimen de Natalia y a tres kilómetros del sitio donde fue hallado el cuerpo de la joven.
En febrero, el fiscal Claudio Pelayo, a cargo del caso Di Gallo, ya tenía en sus manos datos importantísimos que vinculaban al Cabezón Ojeda con el crimen; un muchacho, de los que abren puertas de los taxis, declaró que la noche del crimen, desde un Peugeot 504 una chica le gritaba: “¡Ayudame, me quiere secuestrar!”. El joven vio también que un gordo, al volante, tiraba del cuerpo de la chica para que no saliera. “Fue tan real –describió la misma fuente– que cinco taxistas persiguieron al 504. Pero el tipo, conocedor de la zona, se metió por la calle 413, que es poceada y oscura, y los taxistas se asustaron y no lo siguieron.”
Además, la soga de nylon con que habían atado la bolsa que envolvía el cuerpo era muy especial: una soga náutica marca Cabo Krypton-s de 10 milímetros. Los investigadores de la comisaría 2ª de Florencio Varela determinaron que sólo se vende en el comercio Parador Náutico Sur, en Capital, y en dos sucursales en el Gran Buenos Aires. El comercio proporcionó la lista de clientes que habían comprado el artículo. Uno de ellos era conocido del Cabezón. “(Ojeda) me pidió prestados 10 metros de soga y nunca me los devolvió”, declaró el cliente en la causa.
El 504 en el que fue vista la chica que pedía auxilio era robado. El dueño describió también a un personaje semejante al Cabezón. Y no sólo eso: al inicio del caso, cuando Nicolás Gómez declaró como testigo, sostuvo que un hombre los había asaltado cuando se encontraba en el asiento trasero de su Renault 11 con Natalia, dentro del parque Pereyra Iraola. Describió el rostro del asaltante con mucha precisión. Ese identikit (foto) “tiene un notable parecido al rostro de Ojeda”, confió la misma fuente.
¿Por qué el fiscal Pelayo no avanzó con esa pista? “Siguió la que traía (Carlos) Stoghe”, describió el informante. Stoghe es nada menos que Baretta, el alias con que fue conocido en el caso Cabezas. Trabajaba en la sub-brigada de La Costa. Su rostro coincidía en un 95 por ciento (según consta en la causa) con el identikit de una persona vista en la cava a la hora del crimen. Stoghe también era dueño de una camioneta muy parecida a la que varios testigos vieron merodeando el chalet de Oscar Andreani, donde estaba el fotógrafo antes de ser secuestrado.
En el caso Di Gallo, Stoghe hizo honor a su apodo e investigó, pero en sentido contrario a lo que indicaba el sentido común: trajo a una testigo de identidad protegida, que señalaba a la banda de los Montenegro, una familia sindicada como participante de orgías. “Cuando la Bonaerense aporta un testigo encubierto, ese testigo suele ser trucho porque suele ser un policía –señaló la fuente–. No entiendo cómo se siguió esa pista, sabiendo eso y que era Baretta el que la traía.” De hecho, el ADN de los Montenegro (se hizo a pedido de ellos) dio negativo.
El 14 de mayo, el cuadro pareció completarse: detuvieron al Pantera Alfredo Oliva y al Tortuga Oscar de la Llera, por el asalto a la estación de servicio, y ahora sospechados junto a Ojeda por el crimen.
Ahora, también, se intenta determinar el grado de vinculación de Nicolás con el trío. Los investigadores revelaron a este diario que se trabaja ya sobre una pista: “Se conocían por haber trabajado en una misma remisería”. A esa pista se suma una duda: cómo hizo Nicolás para describir el rostro del asaltante con el detalle que lo hizo, habiéndolo visto dentro del Pereyra Iraola, que durante la noche es una boca de lobo, y supuestamente en medio de un cuadro de terror. Una de las hipotéticas respuestas es que ya conocía el rostro y lo describiera, pero como rostro anónimo, sin poner en riesgo a su dueño.
Mañana podrían empezar a develarse parte de las incógnitas: extraerán sangre del trío para determinar si su ADN coincide con el hallado en la escena del crimen.