SOCIEDAD

Juicios por discriminación sexual hacen temblar a la city de Londres

La demanda de una ex ejecutiva del banco Merril Lynch por 13 millones de dólares marca un record en los juicios por desigualdad en el trato salarial. Pero no es el único caso. Para quedar menos expuestas, las empresas hacen cursos acelerados de conductas no machistas.

 Por Marcelo Justo

Una serie de demandas judiciales por cifras astronómicas contra bancos de la city de Londres, con el Merrill Lynch a la cabeza, está poniendo al rojo vivo las relaciones entre los sexos y revelando la existencia de un machismo institucionalizado en el mundo de las altas finanzas. En una nueva versión de Sex & the City, una ex ejecutiva del Merril Lynch, Stephanie Villalba, está demandando al banco estadounidense por 7 millones y medio de libras (unos 13 millones de dólares), cifra record en este tipo de juicios, por discriminación sexual, despido injustificado y desigualdad en el pago. El Merril Lynch es uno de los bancos extranjeros que asesora al gobierno argentino en la renegociación de la deuda y participó en el tristemente célebre megacanje poco antes de la debacle del gobierno de Fernando de la Rúa.
Stephanie Villalba denunció que la compañía le pagaba 140 mil libras anuales menos que a sus colegas masculinos, en clara violación de la ley que estipula que a “igual trabajo, igual salario”, sin discriminación de raza o sexo. A esta diferencia sumó una serie de humillaciones que, según la ex banquera, formaban parte del “sexismo institucionalizado” del Merril Lynch, como cuando su jefe le ordenó que sirviera tragos a los ejecutivos varones durante una reunión. La compañía niega toda discriminación y argumenta que el despido fue por incompetencia. En un comunicado, el Merril Lynch señaló que Villalba perdió su trabajo porque su sección arrojaba pérdidas descomunales y que fue sustituida por otra mujer, a quien “le está yendo muy bien”.
El problema para el banco estadounidense es que tiene un largo historial de demandas judiciales por discriminación, tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos. En su país de origen, el banco pagó recientemente cerca de 100 millones de dólares para poner fin a unos mil casos de discriminación que venían arrastrándose desde la década pasada. En Gran Bretaña, una abogada, Elizabeth Weston, va a demandar al banco por discriminación sexual, victimización y despido “fabricado”. El viernes pasado, el matutino The Times reveló que un importante abogado de la firma, Nathaniel Norgren, realizó todo tipo de comentarios lascivos sobre Weston durante un almuerzo pre-navideño el año pasado. Según la abogada, Norgren, en obvio estado de embriaguez, dijo que tenía maravillosos pechos, que su vida sexual con su marido debía ser muy interesante y le preguntó al resto de los presentes si podían imaginársela masturbándose.
Merrill Lynch aseguró al The Times que Nathaniel Norgren fue llevado ante el tribunal interno disciplinario de la compañía luego de que la abogada se quejara de su conducta y perdió el bono de fin de año de 48 mil dólares, aunque recuperó la mitad tras una apelación. Weston señala que, tras el incidente, sus colegas la ignoraron abiertamente y que la compañía se negó a transferirla a otra sección. La abogada asegura que a raíz de su situación laboral tuvo un proceso depresivo y un permiso médico la eximió de concurrir al trabajo hasta que hace dos semanas dejó la compañía.
El Merril Lynch no es el único banco en esta situación. En los últimos dos años una serie de casos golpeó a la city donde más les duele: el bolsillo. Kate Bleadsale, una ejecutiva que demandó al Sinclair Montrose por acoso sexual, ganó la que es hasta ahora la indemnización record: más de dos millones de libras. Julia Bower demandó exitosamente por un millón y medio de libras a Schroeder Securities porque recibía bonos 60 veces menores que sus colegas masculinos. El caso de Bower ganó notoriedad también por la nota que escribió su jefe y resultó decisivo en el juicio: “Tuvo cáncer,es una molesta, ahora está embarazada”. Carina Coleman, una financista, le ganó el caso a la Lansdowne Capital por despido injustificado luego de probar que le habían dicho que sólo era útil como anzuelo sexual de los clientes.
En la City, las firmas están introduciendo a toda velocidad una serie de modificaciones para quedar menos expuestas a este tipo de demandas. Abundan los cursos acelerados sobre conductas no machistas para altos ejecutivos, pero también parece haber algunos amagues de contraataque, como revela el comentario reservado de un exitoso banquero al dominical The Independent on Sunday: “Cada vez estoy pensando más antes de contratar a una mujer”. Por supuesto que estos casos del jet-set financiero están a una distancia abismal de los problemas del resto de la sociedad. El viernes pasado, estadísticas oficiales revelaron que el salario promedio de las mujeres de 30 y 40 años es de unas 1000 libras mensuales, contra las 2500 que ganan los hombres. Para la Argentina parece otro planeta.

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Merril Lynch tiene un largo historial de demandas judiciales por discriminación.
 
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