SOCIEDAD › CRISTIAN BOGADO MURIO DE UN TIRO EN LA NUCA
Gatillo fácil en Hurlingham
Ocurrió el 26 de mayo. La policía dijo que hubo un tiroteo y, después, que la muerte fue accidental, durante un forcejeo. La familia asegura que estaba esposado cuando le dispararon.
Por Horacio Cecchi
El último viernes de junio, la Comisaría 2ª de Hurlingham pasó por una situación escabrosa: una marcha por un caso de gatillo fácil terminó en una pedrea contra la seccional. No era la primera vez que se efectuaba un reclamo en Hurlingham por el mismo caso. El martes 15 de junio se había realizado una concentración frente a la subcomisaría de Villa Tesei, que sería inaugurada ese día. El clima era tan tenso que el gobernador Felipe Solá debió suspender su presencia en el acto. En ambos casos, el reclamo fue por la muerte de Cristian Bogado, asesinado de un disparo en la nuca el 26 de mayo pasado. Según los familiares, el responsable del disparo es un policía del Comando de Patrullas de Hurlingham. Hay dos versiones policiales que se contradicen. La primera describe un tiroteo. La segunda es espectacular: sostiene que Bogado se abalanzó sobre un uniformado. Forcejearon. El arma del policía se disparó. La bala rebotó en el piso y le pegó a Cristian en la nuca. Los testimonios de vecinos y la autopsia disienten tanto de las versiones policiales que parecieran hablar de otra historia.
Cristian tenía 20 años, estaba de novio con Nancy, con quien tuvo a Axel, de 7 meses para la época en que ocurrió el caso que ahora relataremos. Cristian vivía con sus padres, Zunny y Nico, y su hermana Lucía, en el Barrio Mitre, de Villa Tesei, partido de Hurlingham. Nancy vive con sus padres, en el Barrio Luna, a pocas cuadras de la casa de los Bogado. Desde el nacimiento de Axel, Cristian acostumbraba pasar las noches en lo de Nancy.
El 26 de mayo pasado, se dispuso a seguir el mismo itinerario. Pero ese día era diferente: le habían regalado un cambiador y ropitas para Axel. “De acá me voy a lo de Rodi (el pool del barrio)”, anunció en su casa, a eso de las diez de la noche. “Estaba contento por el regalo que le había hecho”, dijo Lucía a Página/12. Sería la última vez que verían con vida a Cristian. Lo que sucedió después fue una suma de piezas de un rompecabezas que los padres de Cristian fueron hilando con el aporte de relatos de vecinos y amigos.
Efectivamente, a los pocos minutos, el papá de Axel llegó al pool con el cambiador y las prendas, tal como dijo más tarde a sus padres el propio Rodi. Al rato, siguiendo con el testimonio del mismo encargado del pool, llegaron al local cuatro jóvenes, que bajaron de un Ford Escort. Buscaban a otro, que no estaba en el lugar. Salieron, pero poco después volvieron sin haberlo encontrado. Al parecer, Cristian terminó yendo con ellos en su reemplazo. Los motivos por los que acompañó al grupo se desconocen, pero no hacen a las contradictorias versiones policiales. “El estaba apurado para ir a lo de Nancy”, aseguró Lucía. De hecho, dejó los regalos en el pool, le dijo a Rodi “cuidámelos que ya vuelvo” y desapareció con los otros.
Alrededor de las once y media de la noche del 26, el Ford Escort con Cristian y los cuatro jóvenes fue detenido por un auto del Comando de Patrullas de Hurlingham en Aristizábal y Vergara, a tres cuadras del Comando y en jurisdicción de la 2ª. Los uniformados hicieron bajar al quinteto del Escort. A partir de allí, existen tres versiones para el mismo final: una, de los vecinos; las otras dos, policiales y contradictorias. Según relataron los vecinos a los padres de Cristian, no hubo tiroteo. Mientras detenían a los cinco, Cristian imploraba con las manos en alto: “No tengo nada que ver”. Según los vecinos, los cinco habían sido esposados. “A Cristian lo hizo arrodillar –sostuvo Lucía–, lo pateó y le pegó un tiro en la nuca. Había muchos patrulleros. Al policía lo reconocieron. Es el sargento José Luis Díaz.” Al parecer, un vecino le espetó: “Cómo lo vas a matar así, a sangre fría”. Según la familia, ese vecino al día siguiente fue amenazado.
La primera versión oficial, curiosamente, apareció en la página digital de un matutino a las 9.52 del día siguiente. La nota mencionaba un tiroteo, en el que resultó muerto uno de los cinco ocupantes del Ford Escort, y daba como fuente a la propia policía. La otra versión, también policial, es sugerentemente distinta y es la aportada a la causa que lleva el fiscal de Morón, Alejandro Jon. En esta segunda versión, no se habla de ningún tiroteo sino que hace referencia a un lamentable accidente. Según esta versión accidental, Cristian bajó del auto, intentó gatillar su arma pero se le cayó (según el anterior informe tenía dos armas). Indefenso, se abalanzó entonces sobre uno de tantos policías que tenía una Itaka. Forcejearon y, lamentablemente, el arma se disparó con tan mala suerte que el proyectil impactó contra el piso y una esquirla rebotó y se introdujo en la base del cráneo de Cristian. Allí, la esquirla se partió en otras dos esquirlas. Una se incrustó en el cuello y la otra en la nuca, y es la que provocó su muerte.
Según reveló la abogada de la familia, María del Carmen Verdú, de la Correpi, “los médicos policiales que realizaron la autopsia señalaron que el hueso de la base del cráneo no es tan duro como para partir una bala. Mucho menos, una esquirla de una bala que ya perdió fuerza al pegar contra el piso”.
El caso no termina allí. El 27, a las 2, Rodi cerró el pool y, como Cristian no regresaba, llevó los regalos a lo de los Bogado. No le abrieron por miedo. Al día siguiente, Rodi volvió. Los padres fueron a buscar a Cristian a lo de Nancy, pero tampoco estaba allí. Una hora antes de que el matutino colgara la información del muerto en su edición digital, la policía respondía a los padres de Cristian que no tenían ninguna información. Recién ocho horas más tarde lograron dar con el cuerpo de su hijo, tras recorrer comisarías y dos cementerios. “El sargento Díaz, que mató a mi hijo –dijo Zunny–, está libre y en su puesto.”