SOCIEDAD › INNOVADOR PLAN PARA PRODUCIR UN PAN MAS BARATO
Se viene el Felipe Porteño
Así se llamará el pan. Se fabricará por un acuerdo entre el gobierno porteño, el centro panadero y una molinera. La idea es reactivar un molino cerrado. Será 20 por ciento más barato.
En poco tiempo, se podrá pedir en las panaderías de la ciudad un producto con nombre y apellido: el Felipe Porteño, que tendrá, además, un precio menor al resto de los panes. Será posible gracias a un compromiso firmado ayer entre el Centro de Industriales Panaderos de la Capital Federal, el gobierno porteño, una empresa molinera y otra acopiadora de trigo, para producir harina a menor costo. La operatoria permitiría reducir el precio de venta al público entre un 15 y un 20 por ciento respecto de los actuales valores, pero no de todo el pan sino del que ya está bautizado antes de nacer. Si la iniciativa prospera, podría favorecer la reapertura de un molino harinero en el barrio de Caballito, que cerró en octubre pasado y dejó en la calle a 40 personas.
El felipe (a secas) es el pan usado por lo general para los especiales de jamón y queso que se venden en los bares: de tamaño mediano, por cada kilo entran unas seis piezas. El Felipe Porteño tendrá el mismo aspecto, pero su precio será “un 15 por ciento menor al que registre el INDEC para ese producto”, según el acuerdo. “Hoy podría venderse a 1,50 pesos el kilo”, dijo a Página/12 José Alvarez, presidente del Centro de Industriales Panaderos. El precio de este tipo de pan oscila entre 2 y 2,40 pesos, segun la panadería.
La operatoria es la siguiente: los panaderos compran el trigo a un acopiador, la firma Olycer SA, y lo trasladan a la planta del molino Morixe Hnos. “Por cada 100 toneladas de trigo, el molino les entrega a los panaderos 72 kilos de harina, fraccionada en bolsas de 50 kilos, y utiliza el resto para subproductos”, explica a este diario el director de Industria porteño, Federico Suárez. El Centro de Panaderos traslada las bolsas a un depósito, donde le venderá la harina a sus asociados a un 15 por ciento menos que el precio de mercado.
Las panaderías que consigan la harina más barata tendrán la misión de elaborar el Felipe Porteño. ¿Cómo se controla el cumplimiento de esta obligación virtual? “El gobierno porteño entregará una calcomanía a los comercios adheridos al plan, para que la gente sepa dónde puede comprar el pan más barato”, dice Alvarez.
Después del cierre de la planta de Caballito –detrás de la cancha de Ferro– a Morixe le quedó un único molino, en la localidad de Benito Juárez, provincia de Buenos Aires. Allí ya se están procesando las primeras toneladas de trigo destinadas a este plan. “A más tardar en quince días, el Felipe Porteño estará en las panaderías”, asegura el directivo de los panaderos. “Y cuando se alcance un nivel de 8000 toneladas de trigo por mes, estarán dadas las condiciones para reabrir el molino de Caballito”, agrega Suárez.
Según el funcionario, la reducción de costos obedece a que “se ha trabajado directamente sobre la cadena de formación de precios y se evitan las intermediaciones”. Para facilitar la operatoria, el gobierno porteño cedió en préstamo, por cuatro años, un predio de 1000 metros cuadrados, en el barrio de Villa Luro, donde funcionó un centro de abastecimiento municipal, que servirá como depósito de harina.
La propuesta para bajar costos se originó en el Centro de Panaderos, a raíz de la multiplicación del precio de la harina después de la devaluación. “Antes de la devaluación la bolsa de harina valía 10 pesos más IVA, y en Semana Santa llegó a 40 más IVA. Con esta operatoria la estamos consiguiendo a un total de 30 pesos”, dice Alvarez, como ejemplo.
“A través de este mecanismo estamos interviniendo para bajar costos de un insumo alimentario básico sin necesidad de fijar precios máximos”, dijo el jefe de gobierno, Aníbal Ibarra, tras firmar el acuerdo.
En el gobierno porteño aseguran que con este mecanismo se favorecen todos. “El acopiador tiene garantizada la colocación de una cantidad de granos; el molino tiene la posibilidad de reactivar una planta; los panaderos pueden vender más y la gente podrá conseguir el pan más barato”, dice el director de Industria. También el Estado porteño se beneficia: recibirá 1500 kilos de pan por semana, producidos en la planta que elCentro de Panaderos tiene en el barrio de Once, que serán destinados a la asistencia alimentaria de personas carenciadas.