SOCIEDAD › TOMA DE REHENES EN UNA PIZZERIA DE BARRIO NORTE
Con la CNN de intermediaria
Una banda tomó a los comensales de rehenes.
Entre ellos, la corresponsal de la CNN, que actuó de mediadora. Todos fueron liberados.
Por Horacio Cecchi
Por unas horas, el Barrio Norte se olvidó de devaluaciones, corralitos y cacerolas, para ocupar su atención en cuestiones menos economicistas pero no exentas de espectacularidad: una moderna pizzería ubicada sobre Uriburu y Peña fue asaltada por cuatro jóvenes poco antes de las diez de la noche del miércoles pasado. El hecho fue descubierto por un patrullero de la seccional 19ª. Uno de los delincuentes huyó inmediatamente, antes de que la policía rodeara el lugar. Dentro, además de dueños y empleados, quedaron ocho clientes, entre ellos dos chiquitos y la corresponsal para la CNN en Argentina, Carolina Cayazzo. Ocho lograron escabullirse hasta la terraza donde fueron rescatados por un helicóptero. El resto formó parte de las negociaciones. Los asaltantes, rodeados por medio centenar de hombres del GEOF, tomaron a la periodista como intermediaria. La toma de rehenes fue resuelta con celeridad y sin gatillos: a las 23.30, después de liberar a sus cautivos, los tres delincuentes se entregaban y el barrio normalizaba sus preocupaciones.
“Morelia, pizza a la parrilla”, dice la marquesina metálica sobre la puerta de Uriburu 1488, a diez metros de la esquina con Peña. El miércoles pasado, pasadas las nueve y media de la noche, un patrullero de la seccional 19ª, que recorría la zona, se aproximó a un Ford Falcon “viejo y todo escrachado –según describió una fuente policial a Página/12–, que llamaba mucho la atención”. El rotoso FF se encontraba justo frente a la puerta de Morelia, pero cuando su conductor divisó la clásica licuadora celeste policial, piso a fondo el acelerador y desapareció.
Los policías, en lugar de perseguir al FF, pasaron sus datos por radio y decidieron controlar el interior del restaurante. No llegaron a ingresar: dentro, tres jóvenes, que ya habían descubierto la presencia de los uniformados, apuntaban con sus armas (una pistola 9 milímetros con su numeración limada, robada a un militar, y otra calibre 32) a un grupo de comensales. Los patrulleros dieron aviso inmediato y en cuestión de segundos, Uriburu, Peña y French quedaban cortadas al tránsito y un ejército de uniformados del GEOF comenzaba a tomar cartas en el asunto.
Cuando llegó al lugar el juez de instrucción 49, Facundo Cubas, la situación dentro del local era la siguiente: seis comensales, entre ellos dos mujeres con dos chiquitos y la periodista chilena Carolina Cayazzo, corresponsal de la CNN en Argentina, además de los dos dueños del restaurante, habían sido tomados como rehenes. Las dos mujeres con los dos chicos fueron liberados inmediatamente.
Entre tanto, en la terraza, siete empleados de Morelia se mantenían ocultos entre cajones de vino, trastos y nerviosismo, sin que los asaltantes tuvieran la menor idea. Con ellos se encontraba el único comensal que sorteó la amenaza por esas cuestiones del azar: segundos antes del asalto, los dictados de su cuerpo lo habían llevado al toilette. “Cuando salió –describió la fuente policial–, vio a los chorros, y bien musa subió por una escalerita y apareció en la terraza”. Alrededor de media hora más tarde, el helicóptero policial descubrió unas sombras que pedían auxilio con las manos en los techos del edificio y logró rescatar a los siete empleados y al de los milagrosos dictados.
Sobre Uriburu, el GEOF había montado la estructura siguiendo paso a paso los manuales: tres vallados, comité de crisis, operativo a cargo del jefe de la Circunscripción III, comisario Alberto Alfano, acompañado por el jefe de la seccional, el comisario Espíndola, y el subcomisario Claudio Pereyra, jefe del grupo de élite.
Mientras el negociador del GEOF comenzaba a dialogar con los asaltantes, dentro, los delincuentes optaban por tomar como intermediaria a la periodista. Cayazzo, después de tranquilizarlos, escuchó sus exigencias que no salieron de la norma: reclamo de un auto y garantías. Con esos pedidos, una y otra vez se pudo ver a la corresponsal salir y entrar al local para comunicar pedidos y respuestas. El juez Cubas, por su lado,negaba toda posibilidad de negociación y disponía que “la única salida es que se entreguen”.
Poco antes de las once y media de la noche, las conversaciones dieron sus frutos: los rehenes fueron liberados (por orden de la misma CNN, la corresponsal Carolina Cayazzo, cayóse: se tomó un día de descanso y no efectuó declaraciones). Cinco minutos más tarde, el GEOF irrumpía en Morelia para detener a los tres asaltantes: “Uno tiene 19 años –aseguró la fuente–. De los otros quizás sean menores, y es posible que uno tenga antecedentes por homicidio en robo, pero no está confirmado”.
El asalto al Morelia dio para que durante unas horas la policía se mantuviera exultante, el Barrio Norte y la Recoleta disimularan por un rato los comentarios y el humor atrapado en el corralito.