SOCIEDAD › YA HAY 10 MIL EVACUADOS POR LAS INUNDACIONES EN EL CHACO
Un ejemplo para la cumbre climática
La crecida es una muestra de lo que se discute en la conferencia del clima: se produjo por lluvias más frecuentes y desmontes descontrolados. El propio gobernador admitió que el impacto sería menor sin la tala indiscriminada.
Por Pedro Lipcovich
Como si fueran un (desdichado) ejercicio de aplicación de las temáticas que se discuten en la Conferencia sobre Cambio Climático en Buenos Aires, en las inundaciones que afectan a la provincia del Chaco se conjugan los efectos del cambio climático global –lluvias más fuertes que nunca– con los del desmanejo ambiental que conduce a la creciente pérdida de bosques, desplazados por cultivos, como el de la soja, que así eliminan la “esponja” vegetal que controlaba el riesgo de inundaciones. El propio gobernador de esa provincia, Roy Nikisch, admitió que “el impacto de las inundaciones hubiese sido menor si no hubiese sido por el desbosque”. El titular de una ONG local, por su parte, responsabilizó al gobierno provincial por la pérdida “de un millón y medio de hectáreas desmontadas a mansalva para cultivar soja”. Anoche había 10.000 evacuados por la inundación, que afectó más de 600.000 hectáreas, de las cuales, según el ministro de Gobierno provincial, 300.000 no se podrían recuperar. Anoche crecía la preocupación en la provincia de Santa Fe por la crecida de ríos locales alimentados por la inundación chaqueña.
Anoche había unas 10 mil personas evacuadas en la provincia del Chaco: 5000 habían sido oficialmente trasladadas y “otras tantas se han autoevacuado y trasladado a otras localidades”, precisó el ministro de Gobierno provincial, Hugo Markovich. Había dejado de llover, luego de cuatro días en los cuales las precipitaciones alcanzaron un pico histórico de 800 milímetros. Su consecuencia, la inundación, afectó a “600 o 700 mil hectáreas, en el sudoeste de la provincia, de las cuales consideramos que 300 mil no se podrán recuperar”, según Markovich. Resultaron damnificados 200.000 habitantes. Además fue necesario destruir tramos de las rutas 6 y 95, cuyos terraplenes impedían el desagote. Barrios y colonias rurales fueron anegados, y ayer permanecía bajo las aguas la localidad de La Clotilde.
Roy Nikisch, gobernador del Chaco, manifestó que “el impacto de las inundaciones hubiese sido menor si no hubiésemos tenido un trabajo de desbosque sin control en muchísimos años de nuestra historia”. También señaló que “la soja (para cuyo cultivo se intensificó el desmonte de los últimos años) es uno de los cultivos que más rápidamente empobrece la tierra; entonces, nosotros apuntamos a hacer cultivos alternativos y fijar políticas para regular su uso y pensar en el futuro”.
Las declaraciones del funcionario se inscriben en la polémica en la que investigadores universitarios y entidades ambientalistas cuestionan la política provincial, al punto de haber denunciado la inconstitucionalidad de la ley local 5285, de diciembre pasado, que permitiría los desmontes (Página/12 informó al respecto el 10 de agosto pasado). Nikisch anunció también ayer la firma de un acuerdo con la Dirección de Parques Nacionales para el manejo de un área de un millón de hectáreas de El Impenetrable –al noroeste de la provincia–, declarada “reserva de recursos naturales” en abril pasado.
Guillermo Stahringer –presidente de la Red Agroforestal Chaco– observó que “esa ‘reserva’ no resuelve la cuestión porque está en el noroeste de la provincia: en el sur, que ahora se inundó, hay un millón y medio de hectáreas perdidas porque fueron desmontadas a mansalva para cultivar soja, especialmente en los últimos tres años y sin que el gobierno provincial las protegiera. Hay que crear áreas de reserva en distintas zonas del Chaco, vinculadas por ‘corredores biológicos’ para proteger la biodiversidad”. En cambio, el secretario provincial de Recursos Naturales, Bruno Schwesig, afirmó que “la provincia tiene ya 1.800.000 hectáreas protegidas, que abarcan el 18 por ciento de su superficie, lo cual la convierte en líder nacional”.
La investigadora Elizabeth Astrada –quien se desempeña en el Laboratorio de Ecología Regional de la UBA y forma parte de la ONG Geser, en el Chaco– afirmó que “sin duda el desmonte y el avance de la soja agravaron la inundación: las áreas boscosas actúan como una esponja que retiene unacantidad de agua muy superior a la que puede retener un cultivo: permiten que haya menos superficie expuesta al golpe directo de la lluvia y retiene materia orgánica y arcillas que incorporan el agua al suelo”. La especialista estimó que “la protección de los bosques exige la participación de las comunidades campesinas e indígenas que viven en ellos, respetando sus conocimientos y expectativas”.
En el marco de la Décima Conferencia sobre Cambio Climático que se desarrolla en Buenos Aires, Marcelo Acerbi, de la Fundación Vida Silvestre, recordó que “el cambio climático global ha conducido en nuestro país a precipitaciones más frecuentes y más fuertes, a lo cual, en el caso de las superficies desmontadas, se suma un escurrimiento más rápido”.
Entretanto, el gobierno nacional anunció el envío de diez toneladas de alimentos, más ropa y frazadas y otros artículos para paliar la emergencia en el Chaco. Anoche, ingenieros militares trabajaban en la instalación de un puente de 15 metros para restablecer el tránsito entre Chaco y Santa Fe por la Ruta 95, que se hallaba cortada. En localidades del norte santafesino como Florencia y Villa Guillermina crecía la inquietud por el posible desborde de los ríos Tapenagá y Paraná Miní, cuyo caudal aumentó fuertemente como consecuencia de las inundaciones aguas arriba, en Chaco.
El ambientalista Stahringer agregó que “las inundaciones del año pasado en Santa Fe tuvieron muchísimo que ver con el desmonte a lo largo del río Salado y de los arroyos en el norte de esta provincia”.