SOCIEDAD › ENTREVISTA A DOS MEDICOS, MILITANTES DE LA DESPENALIZACION

“Es una vergüenza que aquí el aborto no sea un derecho”

Uno es español, pionero en la lucha para despenalizar el aborto en su país. El otro es argentino, pero tiene dos clínicas en España, donde se practican interrupciones de embarazos. Ambos llegaron a Buenos Aires para explicar por qué realizan estas intervenciones: “Para evitar la inmoralidad de que las mujeres se mueran por abortos clandestinos mal realizados”.

 Por Mariana Carbajal

Bernardo Acuña es argentino, estudio Medicina en la Universidad Nacional de Córdoba, y desde hace diez años realiza abortos en dos clínicas de ginecología que posee en España, donde esa práctica es legal. “Es un derecho personalísimo e inherente de las mujeres. No se debe ni debatir”, sostiene, enfático. Militante por la despenalización de la interrupción de embarazos, en los últimos días pasó muy silenciosamente por Buenos Aires para “adoctrinar” a colegas y organizaciones de mujeres que pugnan por sacar al aborto de la clandestinidad. Pero no vino solo. Llegó acompañado por un pionero en la lucha española por la legalización del aborto: el especialista en ginecología y obstetricia José Luis Carbonell, de Valencia. “Empecé a hacer abortos hace 25 años, cuando todavía era ilegal, como parte de un plan militante. Es una vergüenza que acá no sea un derecho”, dice Carbonell. Y con cierto tono provocador asegura que lleva hechos unos 40 mil abortos. En un extenso diálogo con Página/12, los dos médicos explicaron sus motivos para realizar estas intervenciones, contestan a quienes los califican de “asesinos” y cuentan cómo fue el proceso que desembocó en 1985, tan sólo diez años después de la muerte de Franco, en la despenalización del aborto en España.
Vinieron por pocos días, menos de una semana. Y dieron charlas en la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana, que encabeza el conocido sexólogo León Gindín, y en la sede de Mujeres al Oeste, una ONG del conurbano, ante públicos numerosos e interesados por conocer el uso del misoprostol, la droga para tratar la úlcera que induce al aborto farmacológico, cuyo uso es cada vez más extendido en el país. Desde Buenos Aires hicieron un viaje relámpago a Montevideo. “Argentina debe copiar a Uruguay, que ya en los servicios de planificación familiar de los hospitales está asesorando sobre el uso del misoprostol”, señaló Acuña, en referencia a una reciente normativa del Ministerio de Salud, que obliga a los médicos a explicar a las mujeres que declaran que su embarazo no es deseado, qué métodos seguros existen para abortar (ver aparte).
Precisamente, bajar la tasa de mortalidad de mujeres que recurren al aborto en malas condiciones de salubridad es la principal motivación de los dos médicos para apoyar la lucha por la despenalización en países de América latina. Además de las dos clínicas de ginecología en Andalucía, Acuña tiene otra en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, donde también se realizan abortos, aunque en ese país está prohibido.
–¿Cómo funciona la clínica en Bolivia?
–Es lo mismo que yo pregunte: cómo se hacen los abortos clandestinos en Buenos Aires. La única diferencia es que nosotros damos la cara –responde Acuña.
–Pero aquí se hacen en consultorios clandestinos. Ninguna clínica anuncia que los practica.
–Hay un aspecto muy importante. Creo que Argentina es un país intolerante y no solidario. En Bolivia hay tolerancia de los médicos, de la sociedad y de la Justicia. En la clínica se atiende gente muy humilde. Hacemos los abortos para salvar vidas.
Carbonell también es propietario de dos clínicas ginecológicas en Valencia en las que, entre otras prestaciones, se hacen abortos. También es un reconocido investigador: es codirector del Programa de Investigaciones con Misoprostol, que se lleva adelante en el Hospital Maternidad Obrera de La Habana, Cuba, desde hace diez años, y que ha producido 25 publicaciones en prestigiosas revistas científicas de Estados Unidos y Europa. Además, ha trabajado en campañas de ligadura de trompas en Nicaragua.
Lo que no se discute
“Hago los abortos para que los niños sean felices, para que sean niños deseados. Esa es mi razón íntima”, dice Carbonell. Comenzó a realizar interrupciones de embarazos en 1981, cuatro años antes de su despenalización en España. “Empecé ilegalmente como un luchador político. No cobrábamos nada, era un plan militante”, asegura, y se define como socialista y feminista. En aquel país, el aborto se despenalizó en 1985, durante el gobierno de Felipe González, pero sólo en tres supuestos y hasta un plazo de 24 semanas de gestación. “En caso de violación, pero no tiene nada que ver con lo que dice el Código Penal argentino, que la mujer tiene que ser idiota o demente, sino violada y punto –diferencia Acuña–. Lo único que se le exige es la denuncia ante la policía, pero no hay que apresar al violador ni controlar el ADN del semen ni nada de eso. En segundo lugar, que el feto tenga taras o defectos congénitos.
–¿El feto debe ser inviable?
–No, el inviable no se discute. En esos casos da lo mismo que tenga 12 o 15 semanas, no existe un límite de tiempo –sigue Acuña, a quien la legislación argentina lo exaspera bastante.
–Aquí todavía es ilegal en esos casos también.
–¡Cómo se va a pretender que nazca un feto inviable! Eso no tiene sentido. Incluso le digo más: en Nicaragua, donde el aborto está penalizado, los abortos por embarazos inviables se atienden en los hospitales y no lo discute ni el Colegio Médico, ni los médicos ni el director del hospital –apunta Acuña.
–¿Y el tercer supuesto?
–Que haya un grave riesgo físico o psíquico para la mujer. Este último es el motivo más común por el cual se hacen los abortos en España. Todo embarazo no deseado trae un trastorno emocional y psíquico básico, que puede estar agravado por la situación económica de la pareja o por tratarse de una adolescente. Bajo este supuesto se hace el 99 por ciento de los abortos en España. Un psiquiatra debe certificar el cuadro –explicó Acuña.
El médico argentino, tesorero y delegado para la región de Andalucía de la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción del Embarazo, de España, ha participado en programas de salud reproductiva en Cuba, Costa Rica, Bolivia y Perú.
A la hora de almorzar
En España, los hospitales públicos están autorizados a realizar abortos, pero en la práctica ocurre que los médicos alegan objeción de conciencia. Por esa razón, la mayoría de los abortos se hacen en clínicas privadas. En total son unas ochenta las que están habilitadas para hacer abortos de bajo o alto riesgo. Algunas de ellas tienen acuerdos con la seguridad social, que se hace cargo del costo del procedimiento, cuenta Carbonell.
El aborto se realiza con métodos quirúrgicos, por aspiración, o farmacológicos, con misoprostol.
–El raspado o legrado ya dejó de usarse. La técnica por aspiración se usa en casos de hasta 12 semanas. Es una técnica muy depurada, que no tiene riesgos, se hace con anestesia local y son cinco o seis minutos. La paciente entra a la clínica y se va a la media hora. Una mujer que trabaja, por ejemplo, pide permiso una hora y en lugar de ira a comer, viene a la clínica, interrumpe su embarazo y después vuelve a trabajar. El método farmacológico es recomendable para un embarazo de 7 u 8 semanas. Entre el 90 y el 95 por ciento de las interrupciones de embarazo en España son de bajo riesgo, de menos de 12 semanas –explica Acuña.
Antes de la despenalización, precisa Carbonell, en España se hacían alrededor de 300 mil abortos por año, según estimó un informe oficial en aquel momento. Hoy, dice el especialista, rondan los 70 mil. “No es una cifra alta teniendo en cuenta que hay 43 millones de habitantes. Una ley de despenalización tiene que ir acompañada por programas de anticoncepción y planificación familiar. Así se baja el número de abortos”, apunta Carbonell. “Si no la ley sólo sirve para evitar muertes de mujeres, pero no para reducir la cantidad de abortos”, diferencia Acuña. Hoy, la tasa de mortalidad por aborto en España es de 1 cada 100 mil interrupciones de embarazo. Con el regreso del socialismo al poder, un grupo de médicos, entre los que están Acuña y Carbonell, pretende dar un paso más y sacar al aborto directamente del Código Penal, es decir, que sea a libre demanda de la mujer, sin tener que justificar ningún supuesto. Ya le presentaron un proyecto al gobierno de Zapatero, que se comprometió a impulsarlo en el Parlamento.
Un problema de la mujer
Acuña tiene 60 años, nació en Tandil y estudió Medicina en la Universidad Nacional de Córdoba. Se fue del país en 1976, cuando se radicó en España, pero estuvo trabajando en Italia y en Alemania. “Aprendí a hacer abortos en Hamburgo, en 1982, en un centro de planificación familiar. Es curioso, pero no hay ninguna cátedra médica de ningún país en la que se enseñe a hacerlos, ni ningún capítulo de ningún libro de obstetricia. Sólo se enseña a terminar un aborto incompleto, cuando ya está en curso”, observa Acuña.
Carbonell aclara:
–No somos abortistas. Siempre recomendamos que si pueden que no aborten. Pero estamos en contra de que las mujeres se mueran desangradas, o sean perseguidas, encarceladas o culpabilizadas, porque eso es una inmoralidad de la sociedad y los gobernantes. El aborto es un problema personal de la mujer.
Y Acuña lo completa:
–Es un derecho personalísimo e inherente de las mujeres. Eso no se debe ni discutir.
–¿Qué les contestan a quienes están en contra porque consideran que está en juego la vida de una criatura?
–Pero si la primera que no quiere a la criatura es la madre, cómo me voy a oponer yo, si ella misma va y se pone la aguja o el perejil después. Yo siempre digo: países que no tienen ley despenalizándolo son países que asesinan mujeres porque dejan que mueran –responde Acuña.
–¿No considera que hay un conflicto de intereses entre la mujer y el embrión?
–En absoluto. Se oponga el Papa, el presidente, el jefe, se lo va a hacer, no entiendo por qué no se entiende esa sencilla cosa. Cuando empiezan a hablar del inicio de la vida, es un tema filosófico, no médico. La Iglesia lo que debe salvar es el alma de la gente, que nos deje a nosotros salvar vidas –continúa Acuña. Y Carbonell agrega:
–El Tribunal Supremo de España sacó una sentencia que sentó jurisprudencia, que señaló que el derecho del no nacido no prevalece por encima del de la persona viva.
Acuña se enteró a comienzos de año de lo que sucedió en Bahía Blanca, donde un juez le negó la autorización para abortar a una nena víctima de una violación, a pesar de que los médicos que la habían atendido habían dictaminado la necesidad de interrumpir el embarazo. “Es totalmente absurdo, todos estaban de acuerdo en que había que hacer la interrupción del embarazo y el juez dice que no. Yo quisiera saber si quedaba embarazada su hija si opinaba igual. Estoy seguro de que no. También el caso de Romina Tejerina –encarcelada por matar al bebé que nació de un embarazo producto de una violación– es una vergüenza nacional”, consideró.
Para Carbonell, “es una vergüenza para la Argentina que el derecho al aborto no se pueda ejercer”. Y Acuña concluye: “Hasta Italia, con el Vaticano en el medio, tiene despenalizado el aborto”.

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El español José Luis Carbonell (izquierda) y el argentino Bernardo Acuña, residente en España, llegaron para dar una serie de charlas.
 
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