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Un chico de 16 años, en La Lucila, fue golpeado en la cabeza por una sombrilla que se había volado. El culpable, más que un turista perezoso para clavar el elemento de playa a una profundidad adecuada, fue el viento que rotó de repente. Después de 12 días de internación en el Hospital Interzonal de Mar del Plata, los últimos siete en coma, el adolescente murió el lunes a la madrugada. La causa está caratulada como “muerte por accidente”.
El 12 de enero a la tarde, el balneario Montesol estaba lleno de veraneantes. “Estaba todo re tranqui, y de repente rotó el viento. Fue así, de golpe. Y voló una sombrilla”, contó a Página/12 Gustavo, un hombre del Abasto que pasa sus vacaciones en La Lucila. El colorido elemento pegó fuertemente en la cabeza de un chico de 16 años que estaba cerca. “Una de las varillas se le clavó en la frente. Un guardavidas le hizo reanimación, pero al instante empezó con convulsiones y vómitos”, relató el turista.
El adolescente, cuya identidad no fue dada a conocer, fue trasladado de inmediato al Hospital de Mar de Ajó. Por la complejidad del caso, se lo derivó al Interzonal de Mar del Plata. Había llegado a La Lucila hacía una semana, y estaba con su madre, una hermana y un hermano. Quienes lo vieron dicen que “era chiquito, muy menudito”.
Los que estuvieron en ese momento en la playa remarcaron que “fue un accidente 100 por ciento”, y siguen sorprendidos por la celeridad con la que cambió de dirección el viento, que viró hacia el sudeste. “Fue increíble”, recordó Gustavo, y consideró que “era inevitable. Le podría haber pasado a cualquiera. La sombrilla era de las antiguas. No tenía ese gran tornillo que traen ahora para enroscarla en la arena”. Afirmó que “cada tanto ves que una se vuela. Pero es la primera vez en cinco años que ocurre un accidente por esta causa en este balneario”. El parador, Montesol, es de los más céntricos, y está situado en Córdoba y Playa.
La familia del chico, que vivía en La Plata, decidió donar los órganos. Pero el daño que causaron en su cuerpo los varios días de agonía hizo que solamente pudieran utilizarse las córneas para trasplante, según señaló el director de Procuración de Organos del Cucaiba, Daniel Flores. “De todas maneras, es importante la actitud de esta familia que, en medio de ese trance, tomó la decisión de donar los órganos del chico”, dijo Flores. La última semana que estuvo con vida, el joven había entrado en coma farmacológico, debido al daño que la varilla había causado al cerebro.
Otro turista ofreció su testimonio: “Cada vez que hay viento, se vuelan cientos de sombrillas. Y la que provocó el accidente fue de esas livianas, las más baratas, que tomó mucha velocidad. Además, el alambre que sostenía a la lona parecía muy filoso”, aseguró. Al principio, nadie reparó en la gravedad de la herida, ocupados como estaban los veraneantes en sostener sus objetos de playa para que no se los llevara el viento ni sus alimentos se llenaran de arena. Pero la varilla del artículo había entrado muy adentro, y pronto la unidad de primeros auxilios a la que lo llevaron demostró que no tenía capacidad para atender al chico.
Desde el Sindicato de Bañeros del Municipio de la Costa comentaron que este tipo de accidente es habitual en las playas, pero “nunca pasa nada, más allá de algunos magullones”, evaluaron.
El principal Claudio Gómez, de la delegación policial de La Lucila, indicó a este diario que el caso, en el que interviene la fiscalía de Dolores, está caratulado como “muerte por accidente”, ya que el chico “había sido impactado por una sombrilla desenterrada por el viento, algo que suele pasar cuando cambia de sentido”, como en este caso sucedió.