SOCIEDAD › EL GOBIERNO PORTEÑO EMPLEARA
CARTONEROS QUE CAPACITARA EN BRAGADO
Una planta para separar residuos
El gobierno porteño instalará en Flores una planta de tratamiento de residuos como la que ya funciona en Bragado. Firmó un convenio con esa intendencia para capacitar allí a cartoneros.
Los porteños tomaron aire y entraron a Ecobrag, la planta de tratamiento de residuos urbanos de Bragado. Habían viajado más de 200 kilómetros para conocerla y así saber cómo va a funcionar la que el Gobierno de la Ciudad abrirá en el barrio de Flores. “Este es el corazón de la planta. El área más sucia”, anunció Marcelo Goldar, secretario de Gestión Ambiental municipal, dentro del galpón por donde pasan las 25 toneladas que cada día generan los 42 mil bragadenses. Poco son al comparárselas con las cuatro mil toneladas diarias que se esmeran en emitir los tres millones de porteños. En la segunda mitad del año el gobierno porteño abrirá una planta semejante frente a la cancha de San Lorenzo. La Subsecretaría de Medio Ambiente porteña firmó con Bragado un convenio para que los cartoneros que sean empleados en esa planta se capaciten en Ecobrag. La veintena de vecinos que concurrieron para presenciar el método de la planta de Bragado desconfían de la voluntad porteña de separar los residuos en casa, “cuando no logramos sacar la basura a horario”, dijo Celia, una vecina. De todos modos, consideraron que una ciudad más limpia “no es imposible”.
“Es igualita a la de los supermercados”, comparó Oscar, uno de los visitantes, mirando la cinta por la que pasan las bolsas de basura rotas. Al costado de sus 30 metros, 20 operarios extraen los materiales reciclables. “Acá es como un quirófano. Trabajan con rapidez, al final llega todo orgánico”, afirmó Goldar. Era peligroso abrir la boca para soltar algún comentario, ya que una insidiosa nube de moscas flotaba en el ambiente. Mientras, algunos de los cincuenta trabajadores de la planta limpiaban con copiosa agua el lugar por el que habían pasado las bolsas. Por sus ocho horas de trabajo cobran 500 pesos mensuales. El secretario contó que “antes vivían al lado del basural a cielo abierto”, que fue erradicado con la apertura de Ecobrag, en 1999.
“En la época de la convertibilidad nos salió 550 mil dólares. Hoy no lo podríamos hacer, los costos aumentaron muchísimo”, indicó el intendente de Bragado, Orlando Costa. “Nunca se recupera la inversión. No crean que da renta”, aclaró el intendente, para quien la realización de la planta separadora “corresponde a una mirada ambiental, a la intención de mejorar la calidad de vida. Nuestro premio es que no hay más basural a cielo abierto. Todos los desperdicios de Bragado se tratan, se reciclan, se recuperan”. Mantener Ecobrag requiere 550 mil pesos anuales, mientras con la venta de materiales reciclables se recaudan 50 mil pesos.
A los residuos orgánicos se los deja estar durante 90 días bajo el cuidado de lombrices californianas, robustas y sanas, que se encargan de convertirlos en humus de lombriz. Esta tierra, “mucho más efectiva que el fertilizante”, según Goldar, es entregada a una ONG de protección infantil, que se ocupa de fraccionarla y venderla. Ecobrag también tiene un Centro de Tratamiento de Residuos Patogénicos, encargado de incinerar desperdicios hospitalarios. Los vecinos abrieron grandes los ojos cuando les dijeron que a veces llegan piernas amputadas u órganos.
Una anciana visitante pidió al funcionario municipal “una bolsita” de esa tierra prodigiosa, porque “el limonero me anda medio flojote este año”. Casualmente, la señora tenía adentro de la cartera un par de bolsas de mercado ante las que no se pudo resistir Goldar a llenarlas. Sus paisanos porteños estaban satisfechos con el funcionamiento de la planta. El único obstáculo que encuentran es el de los habitantes de la ciudad, que tan poco interés tienen por separar residuos en sus casas, un pedido en Bragado que en la ciudad se convertirá en exigencia. “Se vuelcan al cartonero problemas que son nuestros. En los CGP se daban bolsas para separar. Cuando los vecinos las recibían decían ‘me vienen bárbaro para guardar la ropa de verano’”, sostuvo Daniel, para quien “no es imposible ser más limpios. Tenemos que cambiar nosotros”. Jorge, otro vecino, es partidario de que se multe a quien ensucie o a quien se niegue a separar porque “ayudaría a generar concientización, que es lo más trabajoso”.
Informe: Sebastián Ochoa.