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Esta vez la gresca tuvo lugar en la zona de Belgrano, territorio donde son conocidas algunas bandas de skinheads NS, los ortodoxos filonazis. El último domingo a la madrugada, un joven de 17 años terminó la noche apuñalado con un arma blanca: perdió la visión de un ojo y recibió una herida grave en un riñón. Sus amigos señalaron como responsables a dos presuntos skinheads: según los datos aportados en la denuncia, iban “vestidos de negro con la cabeza rapada”. Hasta ahora, no hay detenidos. Grupos de ropas parecidas que levantan la bandera de la “acción directa” pero para el combate contra los neonazis mataron a otro adolescente de 19 años en plena Avenida de Mayo, en junio último. Por ese caso, ayer fue detenido un hombre de 30 años, con lo que ya suman cuatro los apresados. El ministro del Interior, Aníbal Fernández, descartó ayer una vinculación entre ambos casos y frente a la preguntas de la prensa sobre estos grupos aseguró que “no existe un rebrote ni cosa por el estilo”.
Patricia, la madre de Guido, el chico apuñalado, se paró en las escaleras del Hospital Pirovano, donde su hijo permanecía internado desde la madrugada de la riña callejera, que lo dejó tendido en la esquina de Cramer y Monroe. “Evidentemente –dijo Patricia–, esta gente (por los skinheads) sale preparada para atacar, con palos y cuchillos.”
Guido entró al hospital el domingo a la madrugada con un puntazo en el hígado. A partir de ese momento tomó intervención en el caso la comisaría 37ª, con jurisdicción en la zona. De acuerdo con los elementos recogidos por la policía a partir del testimonio de dos amigos de Guido, la gresca comenzó una hora antes de que el muchacho cayera al piso.
A las cuatro de la mañana –le explicó a este diario una fuente de la investigación– cuatro “cabezas rapada” se acercaron al grupo de amigos de Guido. El chico en ese momento no se encontraba. Sólo estaban cuatro de sus amigos con una botella de cerveza. “¡Vayan a tomar a otro lado!”, los apuraron los de las cabezas peladas.
Sobre esa esquina de Cramer y Monroe no hay bares, ni discos ni locales reconocidos como territorio de este tipo de tribus. “Ni siquiera hay un kiosco”, explicó un policía. “Solo la vereda.”
Tras la amenaza, los cuatro de negro siguieron su rumbo sin más discusiones. En la vereda quedaron los cuatro amigos de Guido, dos de los cuales también se fueron poco después. La discusión que terminó con la puñalada comenzó cuarenta y cinco minutos más tarde. “Por alguna razón volvieron dos de los cuatro cabeza rapadas, discutieron con los dos chicos que quedaban ahí, sacaron un cuchillo para amenazarlos cuando Guido apareció en escena”, relató la fuente consultada por este diario.
Guido se había ido con un amigo a su casa, a unos pocos metros de ahí, en busca de una bicicleta. Cuando salió sus amigos corrían desesperados porque los de negro los seguían con un cuchillo. En ese momento, dijeron sus padres, lo atacaron porque salió a defenderlos.
En la causa solo declararon dos adolescentes, y aunque las versiones tienen puntos de contacto, en otros aspectos son contradictorias. Los investigadores anoche todavía no sabían exactamente qué sucedió en los 45 minutos que mediaron entre el primer y segundo encuentro, como si allí existiese alguna clave para explicar los puntazos, las heridas, las corridas y, finalmente, la internación. Guido recibió “siete u ocho puñaladas en distintas partes del cuerpo –dijo su madre–, una de las cuales le perforó el riñón”.
En la comisaría del barrio no recuerdan antecedentes de este tipo de riñas durante el último tiempo. La zona es uno de los barrios de la Legión Negra, una suerte de multitribu de skins NS cuyos miembros estuvieron vinculados a un crimen cometido en Parque Rivadavia en 1996. Los detenidos del episodio de junio son parte de los sharp, un movimiento skins pero antifascista.