SOCIEDAD
Si se animan, las estrellas ya se pueden seguir peinando con Romano
La Cámara excarceló al peluquero al considerarlo miembro y no organizador de la asociación ilícita. Pero seguirá procesado.
Romano puso como caución su peluquería y hoy saldrá en libertad.
Ya liberado de la acusación de ser el jefe de una asociación ilícita que se enriquecía con tarjetas de crédito truchas o robadas, el peluquero de los famosos quedará libre hoy después de pagar una fianza de 150 mil pesos que pagará poniendo como caución su propia peluquería. Claro que no es que Miguel Romano haya quedado libre de sospecha en otros delitos: la Cámara de Apelaciones en lo Penal que ayer le otorgó la excarcelación lo sigue considerando sospechoso de integrar la banda, de estafa y de encubrimiento. Todos esos delitos podrían seguir siendo investigados, pero con el peluquero ya no tras las rejas. “Vamos a seguir peleando por la inocencia de Romano y veremos la situación cuando nos sentemos con nuestro cliente, ya no reja de por medio, sino café de por medio”, le dijo a Página/12 Mariano Goyeneche.
El viernes pasado, el juez Mariano Bergés había recalificado los delitos que se le imputan al peluquero de las estrellas. Cuando fue detenido, en una clínica donde se recuperaba de una operación de meñiscos, Romano ingresó al despacho del juez Bergés y prestó declaración indagatoria como organizador de una asociación ilícita y por estafa, hurto, y encubrimiento. “Estoy mal porque esto es un golpe muy bajo. No entiendo lo que está pasando, aunque en los negocios muy importantes como el mío siempre puede pasar algo así”, dijo cuando lo metieron preso. Y en la indagatoria negó todos los cargos en su contra. A él se lo acusa de haber disfrutado de los beneficios que hizo la banda de estafadores comprando artículos electrónicos y bebidas de alto precio que a su vez eran compradas con tarjetas de crédito robadas o adulteradas.
Pero la defensa del peluquero sostiene que la única relación que encontraron los fiscales de Saavedra, que desde comienzos de 2001 investigan la trama en que se lo vincula, es la de Romano con un cliente que llevó a su hija a la peluquería y que es quien desde entonces le ofreció un ya famoso televisor de sesenta pulgadas. El esquema que los fiscales reconstruyeron sobre el funcionamiento del negocio comienza con punguistas peruanos y chilenos que robaban carteras Louis Vuitton en cafés o lugares donde concurrieran turistas del primer mundo. Luego, otro grupo realizaba el chequeo de saldos: si el perjudicado no tenía límite de compra, salían raudos a gastar con la tarjeta en grandes supermercados donde adquirían desde cajas de champagne hasta lavarropas o microondas. Los productos terminaba en general en locales de la calle Libertad que fueron allanados por la Justicia.
Romano tenía como papel, según los fiscales, dejar que se usara su peluquería para facturar miles de pesos en extensiones, brushings, cortes, tinturas. Exclusivo, caro, su local de pasaje Anasagasti, abierto desde 1995, era, para los pesquisas, un antro donde desfilaban lúmpenes y estafadores durante las noches. En total, el monto de las operaciones realizadas con tarjetas truchas en el local asciende a 50 mil pesos. Romano, desde el momento en que se sentó ante el fiscal José María Campagnoli y el juez sostuvo que es inocente en todos los delitos que se le imputan. El pasado viernes, el juez decidió dictarle la prisión preventiva a las doce personas que detuvo y cambió la calificación de Romano por tres delitos. Luego fue que ante la presentación de los defensores, Goyeneche y Alejandro Argibay Molina, la Cámara de Apelaciones dijo que –dada la calificación nueva utilizada– recomendaba la excarcelación con caución real. El juez fijó en 150 mil pesos la fianza.
El esquema en que Romano figura como partícipe en la última fase de la estafa endilgada a la docena de presos es calificado como “una fantasía” por Goyeneche. “De las escuchas, la prueba esencial contra él, no surge nada sobre que estuviera en connivencia con otras personas para hurtar tarjetas, adquirir bienes y revenderlos –lo defendió el abogado–. La mayoría de las veces habla de la compra de un televisor de 60 pulgadas que nunca le fue entregado a pesar de que había dado un adelanto”.