Miércoles, 13 de septiembre de 2006 | Hoy
El local, en Mataderos, producía prendas en las mismas condiciones que el taller incendiado hace seis meses en Caballito.
El lugar había sido clausurado por el Gobierno de la Ciudad hace cuatro meses, pero en algún momento alguien rompió la faja para volver a producir ropa en forma clandestina. Ayer, el galpón del barrio de Mataderos fue nuevamente clausurado y un hombre de nacionalidad boliviana fue detenido, acusado de ser el encargado del lugar, en el que vivían y trabajaban en condiciones de semiesclavitud unas cincuenta personas, sin contar a unos 18 niños, hijos de los trabajadores. Las condiciones eran similares a las del taller de la calle Luis Viale, donde murieron seis personas tras un incendio.
El edificio de dos plantas está ubicado en Garzón 5210, donde alguna vez funcionó una curtiembre. Según fuentes policiales, se detuvo “al responsable del taller clandestino”, un hombre de nacionalidad boliviana, por “infracción a la ley de marcas”. “Falsificaban ropa, la confeccionaban y le ponían etiquetas de marcas que en realidad imprimían ellos”, señaló a Página/12 un vocero del Ministerio de Producción de la Ciudad.
El operativo fue iniciado por la Policía Federal, que detectó la contravención que implica violar una clausura anterior. También participaron la Secretaría de Control y Fiscalización Comunal, el Ministerio de Producción, el Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, la Dirección Nacional de Migraciones y la AFIP.
Las doce familias trabajaban con el sistema de cama y con jornadas superiores a las que prevé la ley de trabajo a domicilio. Además, las condiciones de seguridad e higiene en el lugar no eran las que indican las normativas.
Junto a las casi cincuenta personas, en el galpón vivían 18 chicos, once de ellos de menos de 14 años. Por esa situación se pidió colaboración al Consejo. “Nuestra intervención tiene que ver con que la Dirección de Protección del Trabajo (dependiente del Ministerio de Producción) detectó algo ilegal y también encontró que había chicos, todos con los padres”, explicó María Elena Naddeo, presidenta del Consejo.
“Pero los que realizaban tareas laborales eran los adultos, los padres –aclaró–. Por otra parte no hubo un desalojo, sino que se clausuró el área laboral.” Ahora se realizará un seguimiento de los chicos a través del Programa para la Erradicación del Trabajo Infantil, en el que entre otras cosas se buscará garantizar la escolarización de los niños.
Esta nueva clausura a un taller textil clandestino llega días después del controvertido despido del subsecretario de Trabajo porteño Alejandro Pereyra, quien había impulsado una serie de operativos en talleres que fabricaban ropa para la marca Kosiuko. Mientras desde el ministerio negaban alguna relación entre ambas situaciones, Pereyra decía que “hacer algo es cada vez más difícil, porque cuando se controla el trabajo ilegal algunos no quieren”.
Informe: Lucas Livchits.
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