Sábado, 6 de enero de 2007 | Hoy
SOCIEDAD › EXITOSO TRATAMIENTO A UNA NIÑA CON LEUCEMIA
Una niña de tres años, víctima de leucemia, recibió una transfusión de sangre de su propio cordón umbilical, en el primer caso en el que un niño con esa enfermedad sirvió como su propio donante de sangre, anunciaron médicos estadounidenses. La pequeña es ahora una saludable niña de seis años, gracias –según los médicos– al transplante pionero que la ayudó a recuperarse de la quimioterapia.
Los especialistas también elogiaron la previsión de sus padres, que en el momento del nacimiento decidieron guardar parte de la sangre del cordón umbilical por si era necesaria más adelante. “Hay una gran probabilidad de que el procedimiento le haya salvado su vida. Está en remisión y tiene una excelente chance de curarse”, dijo Ammar Hayani, oncólogo pediátrico que trató a la niña en el Advocate Hope Children’s Hospital de Oak Lawn, Illinois.
En 2003, la niña fue diagnosticada con el cáncer infantil más común, leucemia linfoblástica aguda, y comenzó un largo tratamiento de quimioterapia. Rápidamente se logró la remisión de la enfermedad, pero 10 meses después el cáncer había regresado, y esta vez se expandió a su columna, un desarrollo preocupante que revelaba que la leucemia era de un tipo especialmente agresivo que probablemente no respondería bien al tratamiento, dijo Hayani.
Sus médicos respondieron con un protocolo de quimioterapia más agresivo y radiación en todo el cuerpo, y luego buscaron maneras de remplazar el sistema sanguíneo que habían destruido. Comúnmente, tendrían que haber elegido entre un transplante de sangre o de médula de un familiar o donante, pero en este caso, los miembros de la familia no eran compatibles. Y antes que usar material de un donante no vinculado a la familia, con el correspondiente riesgo de complicaciones de por vida, optaron por el controvertido y riesgoso paso de transplantar la sangre del propio cordón umbilical de la pequeña, que había sido congelada y almacenada en un banco de sangre privado desde su nacimiento, en 1999.
“Estábamos en un territorio inexplorado”, dijo Hayani. “No podíamos predecir si la operación sería exitosa. No teníamos datos concretos, pero los padres querían hacerlo, por lo que lo hicimos. El procedimiento era riesgoso, porque aunque la sangre fue analizada para asegurarse que no contenía células cancerígenas, estas técnicas no son precisas, explicó Hayani. Los resultados, hasta ahora, sugieren que fue una buena decisión, dijo el médico, en un estudio divulgado en la edición de enero del Journal Pediatrics. “Una recaída parece muy poco probable en este momento, y tiene una excelente calidad de vida, mucho mejor que si hubiera recibido células madre de un donante”, concluyó.
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