La Justicia porteña cuenta con el primer censo –parcial– de embriones congelados que se encuentran en poder de siete de los once centros de fertilización que funcionan en la ciudad de Buenos Aires y que son reconocidos por la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (Samer). Los directores médicos de los laboratorios señalaron que hay alrededor de 12 mil embriones congelados, según cifras de diciembre de 2006 que fueron actualizadas en forma parcial hasta junio. Las cifras, afirmaron las fuentes consultadas por Página/12, “se actualizan día a día” por el creciente número de parejas que recurren al auxilio de la reproducción asistida. El censo había sido solicitado el año pasado por el juez porteño Miguel Güiraldes y resistido por los laboratorios. “Lo que ocurrió es que, al principio, se pretendía que se diera el nombre y el apellido de los matrimonios a los que corresponden los embriones, pero finalmente se consensuó que sólo se suministrara el número, sin los datos personales”, explicó a este diario Guillermo Marconi, del Instituto de Ginecología y Fertilidad de Buenos Aires (IFER).

Cuando se instaló la polémica, la bióloga Susana Sommer, autora del libro De la cigüeña a la probeta, opinó –en forma coincidente con otros profesionales– que el requerimiento de la Justicia porteña vulneraba “dos principios básicos: la privacidad y la confidencialidad”, dado que la información sobre la identidad de los matrimonios rompería “la relación médico-paciente, que está protegida por el ‘secreto profesional’”. Luego de varias reuniones, el juez Güiraldes y los centros de fertilización firmaron un convenio en el cual se excluyó la obligatoriedad de proporcionar los datos personales.

De acuerdo con lo que la Justicia informó a los laboratorios, “los datos que proporcionamos serán verificados y se hará un control, un seguimiento que hasta ahora no existía”, comentó Guillermo Marconi. Güiraldes tiene que designar a un grupo de expertos que se encargarán de esa tarea. La crioconservación, nombre científico de la técnica de congelamiento, es cuestionada por sectores conservadores, con la Iglesia a la cabeza, que plantean reparos por la muerte de los embriones y dudas acerca de la seguridad del embarazo. El plazo de conservación recomendable, según los científicos, es de hasta cinco años.

Sobre el censo realizado por pedido de la Justicia porteña, la presidenta de Samer, Liliana Blanco, aseguró que los centros de fertilización cumplieron con el convenio firmado con Güiraldes. Ellos aportaron datos sobre el total de embriones congelados hasta el 13 de diciembre de 2006, fecha en la que se firmó el convenio, hicieron una actualización de los números hasta el mes de junio y precisaron el total de transferencias realizadas durante esos seis meses. Los centros que cumplieron con el acuerdo, hasta ahora, son Fecunditas, Fertimed, Fertilab, el Hospital Italiano, Ifer, Procrearte y Halitus. Todos coincidieron en señalar que las cifras “son parciales, porque faltan otros centros y porque los números se actualizan todos los días”. Los 12 mil embriones corresponden a un número menor de parejas, dado que, por lo general, se guardan “alrededor de cinco embriones por cada una”.

Los datos “tendrán que ser actualizados cada seis meses, según lo acordado”, informó a este diario Guillermo Marconi. Los responsables de los centros anticiparon que la cifra de embriones seguirá creciendo, porque ésa es la tendencia que se registra en todo el mundo. Los directores de los centros admiten que es necesario un control, sobre todo teniendo en cuenta que en el país no hay ninguna legislación específica. De todos modos, Marconi insistió en que hay que tener muy en cuenta “qué tipo de control es el que se realiza para no vulnerar los derechos de las mujeres y los hombres involucrados”.

Los laboratorios, por pedido del juez Güiraldes, propondrán los nombres de algunos de los expertos que harán el control de los embriones. Todo el proceso será seguido por la Justicia de Menores y por organismos técnicos dependientes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.