EL PAíS › EL TRIBUNAL SENTENCIO A CINCO AÑOS Y SEIS MESES AL VIUDO DE MARIA MARTA

Carrascosa, preso por encubrimiento

Los jueces consideraron que no había pruebas para condenar a Carrascosa por el asesinato de María Marta García Belsunce y lo absolvieron, casi a la una de la mañana de hoy, por ese delito. Pero sostuvieron que encubrió el crimen. Y por eso ordenaron su “inmediata detención”. Crónica del final de un caso que conmovió al país.

 Por Eduardo Videla

El juicio no permitió saber quién mató a María Marta García Belsunce, pero sí que su esposo encubrió al asesino. Después de casi siete horas de lectura del veredicto, el Tribunal Oral Nº 6 de San Isidro condenó anoche a Carlos Carrascosa a cinco años y seis meses de prisión, y ordenó su inmediata detención, al encontrarlo responsable del delito de “encubrimiento agravado” del homicidio de su esposa, María Marta García Belsunce. En cambio, consideró que no existen pruebas para condenarlo por “homicidio agravado por el vínculo”. El fallo fue dividido en cuanto a la condena, pero fue unánime en la absolución. El tribunal, integrado por María Angélica Etcheverri, Luis Rizzi y Hernán San Martín, consideraron que el fiscal Diego Molina Pico no aportó pruebas suficientes para acreditar que Carrascosa mató a su mujer el 27 de octubre de 2002. Sin embargo, por dos votos contra uno, valoró en forma positiva las numerosas pruebas que dan cuenta de las maniobras tendientes a ocultar el homicidio y hacerlo pasar por un accidente, alejar a la policía en los primeros momentos posteriores al hecho, alterar la escena del crimen, destruir pruebas y adulterar el certificado de defunción para evitar una autopsia. Por ese mismo delito están acusados hermanos, hermanastros, cuñado, padrastro y allegados a la víctima: Horacio García Belsunce, Guillermo Bartoli, Juan Carlos Hurtig, Constantino Hurtig y Sergio Binello, además de la masajista Beatriz Michelini y el médico Juan Gauvry Gordon. El fallo también cuestionó la acusación, por parte de la defensa de Carrascosa, contra el vecino Nicolás Pachelo.

La decisión del tribunal sorprendió a los familiares de Carrascosa que estaban presentes en la sala, muchos de los cuales lo despidieron con lágrimas, antes de ser detenido. Los jueces que votaron por la condena –Etcheverri y San Martín– consideraron que si Carrascosa quedaba en libertad existía el peligro de que se profugara. Los abogados de Carrascosa, Hernan Ferrari y Alberto Cafetzoglus, pidieron la revocatoria de la detención, en virtud de que el imputado “siempre se ajustó a derecho” y de que la sentencia no está firme, pero la solicitud fue rechazada.

María Marta apareció muerta en el baño de su casa en el country Carmel y el primero que tomó contacto con el cadáver fue su esposo, Carlos Carrascosa. Los jueces consideraron probado que Carrascosa fue quien ideó la estrategia de que el hecho se considerara en principio como un accidente: se dijo que María Marta se había resbalado en la bañera e impactado con su cabeza en las manijas de la ducha. En torno de esa teoría trabajó todo el grupo que rodeó en esas primeras horas al viudo. Pero la hipótesis no convenció a los que se acercaron a prestar auxilio, en especial los médicos que vieron que en el lugar había sangre en abundancia y que la víctima había perdido masa encefálica. La autopsia, realizada recién cinco semanas después, permitió comprobar que María Marta fue asesinada de seis balazos en la cabeza.

Carlos Carrascosa se mostró tranquilo desde el comienzo, como confiado en un final favorable. Una hora antes de la hora prevista para el comienzo de la audiencia ya esperaba fumando cigarrillos negros en la escalera del primer piso, junto a la puerta de la sala del tribunal, rodeado por un grupo de siete mujeres, entre ellas, la esposa y la hija de Horacio García Belsunce, con asistencia perfecta a todas las audiencias. Vestía saco azul cruzado, pantalón gris oscuro y camisa rosa, con los dos primeros botones desabrochados.

En ese lugar, rodeado de allegados, compartió la insólita espera de más de tres horas, producto de una falla que demoró la impresión del fallo, de unas 400 páginas. La audiencia estaba prevista para las 15, pero recién dos horas más tarde se supo que había que esperar hasta las 18 para escuchar el veredicto. Fue así que todos –familiares y amigos de Carrascosa, fiscales, abogados defensores y periodistas– se distribuyeran en las mesas de los bares vecinos.

Si la espera fue tediosa, fue poco en relación con lo que vendría. De entrada, la presidenta del tribunal, María Angélica Etcheverri, aclaró que sólo se leería una parte de la resolución, estimada en más de 200 páginas. En el primer punto, entonces, el tribunal rechazó los planteos de nulidad presentados por los abogados de Carrascosa contra la acusación del fiscal: aunque se ahorró a los presentes la lectura de los fundamentos, quedó claro que era válida la acusación alternativa del fiscal, por homicidio calificado y encubrimiento.

A partir de ese momento, la lectura se dividió en dos partes: por un lado, la acreditación de la materialidad de ambos hechos, el homicidio y las maniobras para ocultar pruebas, y por otro, si la autoría de esos hechos le correspondían a Carrascosa. Sólo la primera parte, incluidos los votos de los tres camaristas, demandó seis horas.

El primer voto fue de la jueza Etcheverry. Consideró, en síntesis, que “hubo un despliegue tendiente a evitar la intervención de la autoridad policial y judicial”. Para apoyar esa afirmación, consideró que Carrascosa y el entorno de familiares y amigos que lo rodeaba –sus cuñados Guillermo Bartoli e Irene Hurtig, entre otros– realizaron maniobras tendientes a “ocultar la existencia del homicidio”, para lo cual:

- “Modificaron la escena del crimen”,

- “Elaboraron la hipótesis de un accidente”, como causal de la muerte,

- “Ocultaron un proyectil (el famoso pituto, arrojado por Horacio García Belsunce al inodoro),

- “Alteraron el cadáver”, especialmente mediante la manipulación del cabello para ocultar los orificios de bala y colocando toallas para disimular la pérdida de sangre del cráneo de la víctima,

- “Se evitó la presencia de la policía” mediante llamadas telefónicas a jefes policiales y un intento de coima a los efectivos que concurrieron al country.

- Dificultaron el trabajo de los empleados de la funeraria que debían manipular el cuerpo, después del velatorio.

- Restringieron el acceso de personas al lugar donde se realizaba el velatorio.

- Promovieron la “alteración del certificado de defunción”, declarando a la funeraria que la muerte de María Marta fue por “un paro cardiorrespiratorio mientras se bañaba”, lo cual “les permitía evitar la intervención policial y la realización de una autopsia”, requisito indispensable cuando ocurre una muerte violenta.

La presidenta del tribunal evaluó además los argumentos del fiscal, que había considerado que el motivo del crimen fue una discusión ocurrida entre María Marta y otra mujer, en la casa de los Bártoli, un día antes del crimen. Tras considerar que los testimonios que dan cuenta de ese entredicho –una vecina, a la que se lo contó otra mujer ahora fallecida–estimó que “no está acreditada esa discusión previa ni su conexión con el móvil del crimen”.

Como siempre, Carrascosa asistió imperturbable a la lectura del fallo. Clavó durante horas la mirada sobre el secretario que apuraba la lectura, bebió un par de vasos de agua y sólo por momentos buscó con la vista, entre el público, a sus allegados.

Allí, la más tensa era Irene Hurtig, la hermanastra de María Marta, sentada sobre la izquierda, en cuarta fila, junto a esposa e hija de Horacio García Belsunce. Era la única del círculo íntimo sospechado que podía participar de la audiencia. Tanto Horacio como su esposo y su hermanastro John Hurtig están acusados de encubrimiento, en otra causa, y su presencia estuvo vedada durante todo el proceso. Pero Irene no estaba tranquila: sobre ella pesaba la acusación del fiscal, quien pretendía hacerla copartícipe del homicidio, junto a su esposo Bartoli. Por eso, por momentos se comía las uñas, pero en los pasajes más desfavorables de la lectura mordió con furia un rollito de papel o besó largamente el crucifijo que llevaba colgado de una cadenita.

En la sala ya no estaba Horacio García Belsunce padre, quien estuvo firme desde el principio pero desistió de participar después de la espera prolongada. La mamá de María Marta, Luz María Gallup de Hurtig, no asistió a la audiencia.

No todos eran familiares en la sala, que tenía una capacidad para unas cincuenta personas. Había dieciséis periodistas, cinco funcionarios judiciales invitados en la primera fila, y en el ala derecha, Susan Murray, amiga de María Marta y compañera de actividad solidaria en Missing Children.

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El tribunal decidió la “inmediata detención” del viudo, que empezó a despedirse de su familia.
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