SOCIEDAD › LOS FIELES DE SAN CAYETANO EN FILA Y BAJO EL FRIO

Pidiéndole trabajo al santo

Nori, desde hace 50 años, ocupa el primer lugar de la interminable fila de peregrinos; pero también están Rosa y Oscar, que aliviaron el frío con un brasero improvisado y unos mates, y Horacio, que desde hace quince días alterna horas de arduo trabajo y de espera frente a la parroquia más concurrida del barrio porteño de Liniers. Ellos integraron las más de doce cuadras de fieles que aguardaron la llegada de la medianoche para venerar a su santo: San Cayetano.

“La primera vez que vine, a los 14 años, recién llegada de Entre Ríos, no pude entrar a la iglesia”, contó Nori. “Igual le pedí trabajo y lo conseguí. Al año siguiente era la primera en llegar con la silla”, relató, acompañada por su nieto, que lleva el nombre del santo. Ella, con su poncho celeste y blanco, elegido para la ocasión, espera fuera de la parroquia desde el 24 de mayo para conmemorar el día de la muerte del patrono del pan y del trabajo.

A unos pasos de la entrada, un grupo de amigas calmaban el frío con unos mates. Una bandera celeste y blanca indicaba de cuán lejos habían llegado hace quince días atrás: de Monte Grande, en el conurbano bonaerense, y de la provincia de La Pampa. “Nos conocimos acá hace 27 años, y desde ese día todos los 7 de agosto nos reencontramos para agradecer por la salud y el trabajo”, contó Liliana.

El intenso frío que azota, inmisericorde, a todos, multiplicó el abrigo y los braseros improvisados por los fieles con cualquier recipiente de metal a mano. Ese fue el caso de un matrimonio de José C Paz. Mientras Rosa preparaba el mate, Oscar vigilaba que no hirviera el agua. “El mate es el mejor compañero en estos casos. Hace cuatro años que nos acompaña en esta fecha importante”, aseguró Rosa.

La movilización de gente a Liniers provocó inconvenientes en el tránsito y obligó a cerrar la bajada de Alvarez Jonte de la autopista Perito Moreno. Los bocinazos de los automovilistas impacientes no modificaron el ánimo de los peregrinos instalados sobre las calles Cuzco, Bynnon, Barragán, hasta llegar a la entrada de la cancha de Vélez. Allí, Francisca ocupaba el fugaz último lugar, que se renovaba constantemente debido a la llegada de más devotos del santo. Ella, al igual que los miles de fieles que hacen cola, ingresarán en la parroquia del santo del trabajo, que permanecerá todo el día abierta para recibir a sus fieles.

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Los fieles aguardaron durante días para entrar a la parroquia.
 
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