Martes, 2 de octubre de 2007 | Hoy
SOCIEDAD › CREEN QUE NO FUE SUICIDIO LA MUERTE DE UN PRESO EN TRIBUNALES PLATENSES
Por Horacio Cecchi
El parte policial es asaz sintético: sostiene que el sábado 22 de septiembre pasado, por la noche, Fabián Marcelo Zecca, de 39 años, luego de purgar ocho años por asaltos fue detenido por policías de la 1ª de Ensenada por intentar robar un auto. Mientras lo trasladaban a la seccional 3ª de El Dique (la información oficial no explica por qué el traslado), “autogolpeó su cabeza contra el asiento delantero provocándose lesiones”. Desde allí lo derivaron a la 3ª de Ensenada, la comisaría de El Dique, y luego a una celda de la Alcaidía de los Tribunales platenses. Le iniciaron una causa por intento de robo automotor y autolesiones. Mientras aguardaba declarar fue encontrado ahorcado, colgado de su propio buzo. Curiosa voltereta del destino, o alarde de sutilezas de un Houdini no explotado comercialmente, Zecca se había quitado el buzo, atado el extremo de una de las mangas a la mirilla de la celda y la otra a su cuello, todo con las manos esposadas a la espalda. Lo inhumaron el 24. El 25, la Procuración de la Corte, con sospechas de anormalidades, ordenó realizar una nueva autopsia. Se está a la espera de sus resultados.
Habrá que preguntarse por qué lo primero que desanda la información oficial son los antecedentes de peligroso individuo que presentaba el muerto. En realidad, Fabián Zecca, de 39 años, casado y con dos hijos, tenía antecedentes de adicciones y había tenido problemas legales en ese aspecto, hasta llegar a sumar entre pequeñas entradas y salidas, dos años de detención y no ocho como mencionaban las fuentes policiales. No había salido en libertad hacía una semana sino que hacía meses que sufría pequeñas y molestas incursiones de una patota policial interesada en que Zecca oficiara de dealer de sus propias artesanías.
O bien Zecca se negaba, o bien intentaba salirse del asfixiante abrazo de la seguridad. No importa, ambas decisiones representan lo mismo. El sábado 22 de septiembre, a las 20, al salir de la casa de su madre, Zecca fue detenido por una patrulla de la 1ª de Ensenada bajo el argumento de que había intentado robar un auto. Al sentarlo en el patrullero, el detenido optó por “autolesionarse golpeando repetidamente su cabeza contra el asiento delantero”. En la 3ª de El Dique lo recibieron con parte médico incluido, en el que constan las autolesiones en la cabeza y otras lesiones en el resto del cuerpo autoprovocadas en el auto y con ayuda ajena.
Alrededor de las 7.30, Zecca fue entregado en custodia a los penitenciarios de la Alcaidía de los Tribunales platenses. Lo alojaron en la celda 1, la más cercana a la guardia y a la administración. Llevaba puesto un buzo con el que tramó su último y definitivo delito: el suicidio. Se quitó el buzo, lo rasgó, ató un extremo de aquello que había sido su vestimenta a la reja de la mirilla, y el otro extremo a su cuello, teniendo las muñecas esposadas a la espalda, como las llevan todos los presos durante su estancia en la Alcaidía hasta que se presentan ante un funcionario judicial.
El cuerpo de Zecca fue entregado a sus familiares por orden del fiscal Marcelo Martini sin que se realizaran las correspondientes pericias planimétricas en la celda ni se tomaran fotografías. Se realizó una autopsia por parte de forenses de la morgue platense y, ya con la familia, se realizó un velorio y luego fue inhumado en el cementerio de Berisso.
Los familiares, acompañados por las organizaciones Radio La Cantora y la Asociación Miguel Bru, realizaron una marcha de reclamo y una presentación judicial ante los tribunales platenses. La Procuración de la Corte debe haber sospechado algo fuera de lo normal porque el 25 ordenó, por encima del fiscal Martini, exhumar el cuerpo y realizar una nueva autopsia para determinar en qué habían consistido realmente las proezas de escapista de Fabián Zecca.
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