SOCIEDAD
La muerte de un político, entre juego y suicidio
Senador hasta el pasado diciembre, Carlos Ruax murió por un tiro que él mismo disparó. Según los testigos, habría sido un “juego” con el arma.
Un revólver, una bala, una broma, pueden ser partes de una combinación fatal. Coincidieron ayer por la tarde, en un edificio céntrico de La Plata. Allí, Carlos Alberto Ruax, un dirigente político que hasta el 10 de diciembre ocupó el cargo de senador provincial, murió por causa de un balazo disparado por él mismo, con su propia arma, un revólver Magnum 357, frente a dos testigos. No fue una ruleta rusa pero se le pareció mucho: el hombre disparó dos veces contra sí mismo, y sabía que el arma tenía un proyectil en el cargador. Nada indica que pensara en suicidarse. Cinco minutos antes había llamado a su chofer para que lo pasara a buscar.
La tragedia había rondado la vida del senador Ruax hace dos años y medio: una mujer de 32 años murió intoxicada con monóxido de carbono en otro departamento del senador. Fue el 15 de junio de 1999. La mujer había llegado de la ciudad de América –de donde era oriundo el ex senador– para hacer un tratamiento y él la había alojado en un departamento de la calle 51, entre 3 y 4. El propio Ruax, que estaba en el lugar, resultó intoxicado pero salvó su vida y estuvo internado dos días hasta restablecerse. La policía determinó que la causa fue el mal funcionamiento del calefón.
Ex militante del Partido Intransigente en los años 80, en el distrito de Rivadavia, Ruax pasó luego al Frente Grande y al Frepaso, y fue electo senador por la cuarta sección electoral bonaerense en 1995. Era el primer cargo público que ocupaba: hasta entonces había trabajado como mecánico dental en el taller que tenía en América.
El hecho que provocó su muerte se produjo alrededor de las 16. A esa hora, Ruax estaba reunido en su departamento de la calle 49, entre 12 y 13, con dos jóvenes militantes de su partido, un hombre de unos 24 años y una chica de 20. Según pudo reconstruir la policía, el ex senador había llamado a su chofer para que lo pasara a buscar por el departamento y se aprestaba a darse una ducha cuando decidió mostrarles a los jóvenes el Magnum 357 que había traído hacía unos días de su casa, en América.
El hombre estaba vestido solo con una toalla, que lo cubría de la cintura para abajo, cuando entró al comedor con la cajita que contenía el revólver. Tenía sólo dos proyectiles calibre 38: uno lo colocó en el tambor, el otro quedó sobre la mesa.
Ruax hizo entonces una maniobra hasta ahora inexplicable: apuntó contra su sien y gatilló. La bala no salió. Luego puso el caño en su boca y volvió a disparar. Entonces se escuchó el estampido. La bala le destrozó el cráneo y el hombre cayó muerto en el piso del comedor.
Un vecino dio aviso a la policía. El joven que estaba en el departamento llamó al chofer, para avisarle lo que había ocurrido. Sobre la mesa, además de la bala, había quedado una botella de whisky semivacía y tres vasos. “Fue un accidente desgraciado, una broma con final trágico”, dijo a Página/12 un oficial de la comisaría 1ª de La Plata, después de observar la escena e interrogar a los testigos.
Ruax, de 44 años, tenía esposa y tres hijos, de 17, 15 y 10 años. Sus compañeros de militancia se sorprendieron por la noticia: “No estaba deprimido por haber dejado el Senado. Por el contrario, seguía trabajando y estaba lleno de proyectos”, comentó a este diario el senador Ricardo Vallarino, también del Frepaso, amigo personal de Ruax.
“La semana pasada habíamos estado trabajando, recorriendo la provincia. Y para esta noche (por ayer) teníamos previsto una reunión, después de la sesión de la Cámara”, agregó Vallarino.
El caso está en manos del fiscal platense Daniel Urriza. Las dos personas que acompañaban a la víctima quedaron demoradas hasta que prestaron declaración testimonial. También se les realizó a ambos un test para saber si dispararon el arma. Por ahora, la causa está caratulada como “averiguación de causales de muerte”.