Sábado, 1 de diciembre de 2007 | Hoy
SOCIEDAD › “SPE SALVI”, SEGUNDA ENCICLICA DE BENEDICTO XVI
El papa Benedicto XVI propuso la “esperanza” contra el “vacío de sentido” en el mundo contemporáneo y afirmó que el ateísmo de la era moderna provocó “las mayores crueldades y violaciones de la justicia”. Los conceptos forman parte de su segunda encíclica, publicada ayer por el Vaticano, en la que Ratzinger ratifica a existencia del infierno.
La encíclica Spe Salvi –salvados gracias a la esperanza, en la traducción del latín– tiene 77 páginas, en las que Benedicto XVI opone la esperanza a los riesgos de una ciencia “que pierda la dimensión ética” y pueda llevar la humanidad hacia los “abismos” del mal.
El Papa reafirmó además la existencia del infierno y del purgatorio y sostuvo que el Juicio Final de Dios existe. En ese sentido, indicó que el juicio no será el de la iconografía “amenazadora y lúgubre” de los últimos siglos, pero tampoco habrá una suerte de borrón y cuenta nueva que “todo lo cancela”. “Los malvados, al final, en el banquete eterno, no se sentarán indistintamente a la mesa junto a las víctimas, como si nada hubiese pasado”, precisó la encíclica.
Spe Salvi fue escrita en forma completa por Benedicto XVI, según declaró el sacerdote Federico Lombardi, director de la sala de prensa vaticana, durante la presentación del documento. Se trata de la segunda encíclica de Joseph Ratzinger luego de Deus caritas est (Dios es amor) dada a conocer en enero del año pasado.
En el texto, Benedicto XVI aseguró que el Evangelio no es sólo una “comunicación de cosas que se pueden saber, sino una comunicación que produce hechos y cambia la vida”. Sostuvo que “la puerta oscura del tiempo, del futuro, ha sido abierta de par en par” y acotó que “quien tiene esperanza vive de manera distinta, se le da una vida nueva”.
Spe Salvi fue firmada y publicada durante la jornada en coincidencia con la festividad de San Andrés y es fruto de una reflexión muy personal del Papa. Benedicto XVI sostuvo que el ateísmo de la era moderna provocó “las mayores crueldades y violaciones de la justicia” y el marxismo, en concreto, dejó tras de sí “una destrucción desoladora”.
En el documento, el Pontífice arremetió contra todas las ideologías que pretenden llevar justicia entre los hombres sin Dios y consideró que “un mundo que se hace justicia por sí solo es un mundo sin esperanza”.
Ratzinger concedió a Karl Marx “una gran capacidad analítica y perspicacia”, pero añadió que “su error fue no prever el después”, debido a que “la revolución proletaria ha dejado tras de sí una destrucción desoladora, ha olvidado el hombre y su libertad”.
El presidente de la Comisión Episcopal de Fe y Cultura argentina, monseñor Guillermo Rodríguez Melgarejo, sostuvo en una presentación hecha en la Conferencia Episcopal Argentina, que la encíclica “es una carta de vigoroso pensamiento”. Rodríguez Melgarejo sostuvo que “contrasta con el pensamiento débil y la información fugaz” y destacó que “es audaz porque aborda realidades fundamentales de las que no se habla, que habitualmente silenciamos”.
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