Jueves, 31 de enero de 2008 | Hoy
El caso de Rosana Galliano viene sufriendo una metamorfosis en progresión geométrica. Ahora, la impronta estuvo dada por un personaje quizá más pequeño que el espacio que ocupa esta nota. Y no viene de la mano o de la boca del sospechado José Arce, que involucró al jardinero “cortapasto”, al empresario textil trucho y al heladero como amantes de Rosana, además de involucrar a su hermana Mónica y su novio policía. Esta vez, la denuncia llegó de la familia de Rosana. Según esa denuncia, un enano intentó envenenar a Graciela, la madre de Rosana, la madrugada del 17 de enero durante el velorio de la joven. El enano parece que se coló en la sala y le ofreció un vaso de agua a Graciela. La mujer dio un par de sorbos pero descubrió que en el fondo había dos pastillas. El enano salió corriendo mientras que Graciela, después del sorbo, se descompuso. Los familiares de Rosana corrieron al personajito y lograron darle alcance (recordar que la mentira tiene patas cortas) y luego de atraparlo lo entregaron a la policía. Un perito psiquiatra convocado por la fiscalía dictaminó que el enano tenía noción de tiempo y espacio y ahora aguardan el análisis del brebaje para determinar qué fue lo que el enano intentó convidar. La denuncia no trascendió hasta ayer, se ve que por esas pequeñeces del destino.
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