SOCIEDAD › UN BOMBERO CUENTA UN RESCATE 43 HORAS DESPUéS

“Vi un hueco y ella estaba allí”

Eleonora estaba debajo de su amiga, que dejó de vivir a las 3.32 del domingo. En un hueco, oscuro, que el destino armó para ella en medio de un mar de cemento. El olor de la cal y de los muertos como única compañía de viaje: 43 horas duró la pesadilla para esta joven de veinte años atrapada entre los escombros del centro histórico de L’Aquila. El diario L’Unità contó su historia.

“Un salvataje así vale seis meses de trabajo gratis”, dice Claudio, el bombero de Venecia, el que primero la vio, que después habló con ella y que más tarde la sacó. Se equivoca Claudio: un salvataje así vale una vida. La de Eleonora Calesini. Estudiante nacida en la costa, que estuvo a punto de morir entre montañas de escombros.

Cuando el domingo se desató el terremoto, Eleonora estaba en casa con una amiga; una casa de estudiantes, alojamiento económico y nada más, porque es en otras cosas en las cuales vale la pena gastar el dinero. El sismo derrumbó en un instante el edificio de cinco pisos donde vivía. Quién sabe en qué pensó Eleonora, quién sabe qué fue lo que sintió, ella, que tenía problemas de audición y utilizaba un audífono que la ayudada a escuchar mejor pero que apagaba cuando se acostaba a dormir. Después, nada más; silencio fuera y silencio dentro.

Pánico, horror. En esas condiciones, con la pierna atrapada por una viga de cemento y un brazo fracturado, sola y a oscuras, resistir una hora ya es difícil. Mantenerse vivo durante 43 horas es heroico. Y Eleonora lo hizo. La ubicaron a las 19 de ayer (por el martes), en un hueco entre el cemento. “Vi a una joven muerta allá abajo, sus pies sobresalían de los escombros –cuenta Claudio, el bombero-, después vi un hueco, una pequeña cueva. Me introduje y ella estaba allí. Y me miraba. Se me iluminaron los ojos. Grité ‘silencio’.”

“Habíamos empezado a apuntalar todo para evitar que se nos cayera encima la mampostería –agrega Bruno, otro bombero de Venecia, que participó en el salvataje–. Eleonora nos hablaba y estaba consciente.” El bombero y Eleonora se pusieron a conversar mientras el operativo de socorro comenzó a desarrollarse. Pasadas las 21.30, finalmente, la llevaron hacia el hospital. A Mondaino, el pueblo de la joven, donde toda la comunidad se reunió con la familia para festejar.

Otra familia, a cientos de kilómetros de distancia, en cambio, llora: son los familiares de Enza, otra chica. Ella todavía está bajo los escombros.

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Las cifras finales hablan de 278 muertos y 1179 heridos.
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