Lunes, 13 de abril de 2009 | Hoy
SOCIEDAD › OPINIóN
Por Rafael Barca *
La violencia contra la mujer está tan tolerada socialmente y naturalizada que, a una compañía y a una agencia de publicidad, como estrategia de ventas, se les ocurre presentar un juego en el que se invita a los usuarios a “golpear virtualmente” a aquellas mujeres que se considera sexies o no. Como dice el propio juego: “Es muy fácil, elegí si le das o no le das”.
A nadie se le ocurriría, hoy día, esclavizar a alguien en su publicidad o crear un juego en el que se golpea a otra persona, por ejemplo, por tener otra religión, con el objetivo de publicitar un producto o para aumentar las ventas. Con las mujeres, sí se da ese extremo.
La violencia de género tiene su caldo de cultivo en la discriminación de la mujer; en el pensar que una mujer es inferior y que debe estar supeditada al hombre. Cuando una mujer trata de salir de ese rol de género imperante que se le ha otorgado, el hombre reacciona. Se vuelve violento.
Desafortunadamente, el juego de Axe hace uso de esos estereotipos de género, de esa idea o “deber”, para algunos, de que la mujer debe ser sexy. Si no lo es, entonces, se puede decidir darle un “garrote”. De igual manera, muchos hombres violentos humillan, lastiman, golpean y hasta asesinan a sus compañeras, por considerar que no están siendo como deben ser: tener la cena hecha a tiempo, dedicarse al cuidado exclusivo de las hijas y de los hijos o pedir permiso para salir a cenar con las amigas. Algunos hombres, incluso, presentan la violencia o la posesión como muestras de amor y preocupación: “No quiero que te pongas esa pollera tan corta”, “¿Con quién estabas hablando?”, son expresiones corrientes que a las mujeres se les venden como ejemplos de cariño y que en muchas ocasiones son el inicio de un comportamiento violento.
Para hacer frente a la violación de derechos humanos que es la violencia contra las mujeres hace falta erradicar la discriminación de la mujer. Y ésa es tarea de todas y todos. El Estado tiene en ello un rol primordial, pero también la sociedad civil, los medios de comunicación o las empresas, por citar unos ejemplos. Es responsabilidad de todas y todos no alimentar los roles de género, basados en la supremacía del hombre sobre la mujer. Definitivamente, no se debe hacer uso de los estereotipos de género y de la invitación a la violencia para vender más productos. Es muy fácil, elegís si lo hacés bien o lo hacés mal. Si tenés compromiso con las mujeres o no lo tenés.
* Director ejecutivo de Amnistía Internacional Argentina.
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