Sábado, 20 de junio de 2009 | Hoy
Por Horacio Cecchi
A toda prisa, contra reloj, los abogados de Carlos Carrascosa trabajaban ayer para redactar un pedido de hábeas corpus ante la Cámara de Garantías de San Isidro, tribunal diferente al de Casación que emitió la condena a perpetua. La estrategia, en realidad, consiste en lograr cuanto antes la libertad del viudo célebre. Las posibilidades reales se abrían en dos líneas: una, con la presentación de la apelación al fallo de Casación, para llegar a la Corte. La apelación regresaría, no automáticamente aunque sí por hábito en las resoluciones, al estado previo a la decisión que motivó la apelación. En este caso, la decisión fue la condena a perpetua. Y el estado previo a la condena era la celda de 60 hectáreas junto a las barrancas del Paraná. Pero, para llegar a este estado, la defensa debe redactar la apelación que, visto el estruendoso fracaso del último escrito ante Casación, deberá ser trabajado minuciosamente. Suponen que tomará los veinte días de plazo, quizá poco para el trabajo, pero demasiado para las hectáreas encogidas de una cárcel, por más vip que sea el trato. Por eso la segunda línea, la del hábeas corpus, que es (o debiera ser) de inmediata resolución. A más tardar, el lunes, si se aprueba el escrito, Carrascosa debería regresar a la jaula grande. Curiosa situación, perversa se diría, que para alcanzar el derecho de la inocencia hasta que se demuestre lo contrario se deba contar con el dinero suficiente para lograr su reconocimiento.
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