Durante el juicio contra Romina Tejerina por dar muerte a su bebé recién nacido, la fiscalía pidió que se le aplique prisión perpetua, por homicidio agravado por el vínculo. El tribunal jujeño que la juzgó consideró que debía condenarla por homicidio simple y graduó la pena a la mitad, entre los 8 y los 25 años que corresponden, teniendo en cuenta la falta de contención y la situación particular por la que pasaba la muchacha, aunque desestimó que hubiera sufrido un brote psicótico, como alegaba la defensa. Romina siempre sostuvo que aquel embarazo, que terminó en tragedia el 21 de febrero de 2002, cuando apenas tenía 19 años, fue producto de una violación. Y lo ocultó a su familia. El parto fue prematuro, en la soledad del baño de su casa. Desde ese entonces está presa.