Lunes, 8 de marzo de 2010 | Hoy
SOCIEDAD › SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA
Mabel Bianco, titular de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM).
1 La ley de salud sexual y reproductiva fue un gran avance que se completó con la ley de educación sexual y la ley de anticoncepción quirúrgica, que es tanto para hombres como para mujeres. Con esta última legislación, las mujeres pueden acceder a la ligadura de trompas. Si bien en la implementación de estas leyes hay deficiencias y demoras, existen y cambiaron la vida de muchas mujeres.
La ley contra toda forma de violencia sobre la mujer, sancionada en marzo de 2009, representa otro avance. Esta tiene una característica particular que es que actúa contra la violencia en todos los ámbitos, por ejemplo, incluye la violencia mediática. Es muy amplia y llevó mucho esfuerzo su sanción, ya que los grupos de mujeres trabajamos durante 13 años para lograrlo. La pena es que aún no se reglamentó ni se difundió. Otros avances son los cambios en la ley nacional de cupo, que mejoró la participación política de mujeres. Se trata de una ley que obliga a que en todas las listas para cargos electivos nacionales haya un 33 por ciento de cargos ocupados por el sexo opuesto a la mayoría. Es muy bueno porque obligó a que en la lista de diputados y senadores, por ejemplo, hubiera mujeres. Gracias a eso tenemos una representación de mujeres que en el Parlamento nacional oscila entre el 40 y el 45 por ciento.
2 El gran desafío es ir por la igualdad o paridad en todo sentido. En 2007, los gobiernos de América latina y el Caribe avalaron el Consenso de Quito, es decir que se comprometieron a tomar medidas para garantizar la igualdad y la paridad. Pero no hubo avances. En ese sentido el Gobierno perdió una gran oportunidad con la reforma electoral, ya que no incluyeron nada sobre la equidad. En cuanto al terreno laboral, hay otro gran desafío, allí la discriminación es mucho mayor. Por ejemplo, en un mismo puesto de trabajo, las mujeres ganan entre un 30 y un 50 por ciento menos que los hombres. Incluso las ayudas sociales, como el Plan Familias, no promueven la igualdad, sino que incentivan a que ellas sean las únicas o principales cuidadoras de los hijos y responsables de las tareas del hogar. Porque a las mujeres se les paga algún beneficio para que realicen esas tareas domésticas, y así no se promueve una responsabilidad equitativa con el varón. Un mundo más igualitario empieza por la democracia en la familia.
3Necesitamos una ley que aclare que cualquier caso de violación es causa suficiente para no penalizar el aborto, o sea permitirlo. Exigimos programas para prevenir y atender la violencia contra las mujeres en forma integral. Y proyectos para que muchas salgan de la pobreza con acceso a trabajos estables, no precarios y con beneficios sociales.
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