SOCIEDAD › RETRATO Y CONTRASTES DE UNA PAREJA REAL
La aspirante a Lady Di
Podría haber sido una rubia argentina más. Pero no lo fue. Hoy Máxima Zorreguieta se convertirá en la esposa del príncipe de Holanda y será luego reina, cuando la actual monarca Beatriz ceda el trono a su hijo mayor. Su carisma logró dar vuelta la historia: gracias a la impecable sonrisa y su enérgico carácter, logró que la sociedad holandesa pasara del repudio a los Zorreguieta a la idolatría a su nueva princesa.
Desde que la prensa holandesa publicó, a finales de agosto de 1999, las primeras fotos de la argentina de pelo rubio, una auténtica “maximanía” comenzó a apoderarse de los holandeses, generalmente no muy dados a mostrarse efusivos públicamente, salvo cuando se trata de celebrar los triunfos, cada vez más escasos, de su selección nacional de fútbol. “Por fin vamos a tener a una reina bonita”, exclamó eufórica una mujer que tuvo el “privilegio” de dar la mano a la futura Princesa de Orange durante una de las intensas giras de presentación que Máxima realizó por territorio holandés el año pasado para ponerse al tanto de su nuevo reinado.
Con su ancha sonrisa permanente, Máxima conquistó rápidamente a los holandeses. Además, su naturalidad y espontaneidad terminaron por convencerlos de que esta vez el príncipe no se había equivocado en la elección. La futura princesa es la hija mayor del cuestionado Jorge Zorreguieta y María Carmen Cerruti, y nació el 17 de mayo de 1971 en Buenos Aires. Cursó sus estudios en el exclusivísimo Northlands College y se recibió luego de licenciada en Economía en la Universidad Católica Argentina. El profesor Juan Carlos Cachanosky la recuerda como “una de los mejores alumnos de su clase”.
En mayo de 1996 se instaló en Estados Unidos para trabajar en dos importantes bancos. Tres años más tarde, viajó como una turista más a la Feria de Sevilla y regresó a Nueva York como la novia del príncipe.