Jueves, 2 de diciembre de 2010 | Hoy
SOCIEDAD › FéLIX DíAZ PIDE UNA ENTREVISTA CON CFK
Por Soledad Vallejos
Viajó en la noche, acompañado de su mujer y un grupo de hermanos. Sorprendido, visiblemente agotado por la presión del viaje y la necesidad imperiosa de hacer escuchar lo que pasa “a los hermanos” de La Primavera, Félix Díaz, no esperaba una conferencia de prensa tan tumultuosa. “Sorprende, pero a la vez nos alegra ver que hay gente preocupada por lo que pasa en Formosa, estas personalidades. Para nosotros es un aliento.”
–¿Van a quedarse en Buenos Aires hasta tener respuesta del gobierno nacional?
–Sí, porque nuestra intención es que la Presidenta nos atienda. Que nos escuche por lo menos. No podemos regresar sin una respuesta. Estamos pasando por un mal momento y necesitamos urgente la resolución sobre la seguridad de las personas que habitamos ahí. No puede ser que un hermano no quiera ir al hospital porque tiene miedo por la policía, miedo por los médicos, miedo por salir de la casa, porque están constantemente hostigados por la policía. No queremos que la policía sea custodio de La Primavera. Queremos que sea una institución armada de la Nación, que nos den las garantías para estar tranquilos. Duele cuando los hermanos escuchan un disparo de arma y van corriendo, porque no se sabe qué pasó.
–¿Ya antes de la represión de la semana pasada eran frecuentes esas escenas?
–Antes del desalojo siempre, porque la misma policía hace prácticas de tiro en el territorio. Porque ahí están apostados hace más de tres años con la Unidad Especial de Asuntos Rurales, que combate el cuatrerismo. Y sin embargo ahí, en esa zona estamos, en área protegida. No hay estancias grandes que digamos. Pero la Unidad está instalada.
–¿Siguen sin tener documentos hasta hoy?
–Sí, seguimos sin documentos. Y hoy me llamaron hermanos que están ahí, dicen que el Instituto del Aborigen está llevando un operativo. Pero la gente no quiere porque dicen que si ellos estuvieron siempre, ¿por qué ahora recién vienen? Los hermanos piden que sea el gobierno nacional el que esté a cargo del operativo.
–¿No confían en ninguna autoridad provincial?
–No, de la provincia no.
–¿En qué situación está la gente que quedó en La Primavera, ahora que ustedes vinieron a Buenos Aires?
–La gente está muy preocupada, porque hay muchos hermanos que están heridos y no quieren ir al médico, por temor al maltrato.
–¿Cuántos son los heridos?
–Son 23, la mayoría ancianos. Los jóvenes pudieron escapar de la balacera. Pero los que quedaron ahí eran mujeres y ancianos. Un padre de familia agarró a sus hijos, de un año a 4 años, tres criaturas, los encerró en su casa, con su mujer embarazada, para poder salvaguardar su integridad física. El estaba defendiendo a su gente. La casa estaba pegada al destacamento policial. Cuando terminó todo, nos pregunta “¿Quemaron mi casa?”, decía él. “Sí”, los que vieron “quemaron”. Y entonces el hombre lloraba. “Qué desgracia, porque yo encerré a mis hijos ahí.” Nadie sabía nada de las criaturas. Habían sido secuestradas el martes, y recién el jueves aparecieron.
–¿Dónde habían estado esos días?
–En la comisaría de Laguna Blanca. Incomunicados. Nos dio mucha bronca por ese constante ensañamiento con esas pobres criaturas, que no tienen nada que ver con el conflicto. En el hospital, lo mismo: a los heridos les hicieron algunos puntos pero sin anestesia.
–¿Por qué sin anestesia?
–Por el odio que tienen, los médicos y la policía. Es un trato muy cruel, inhumano, del cual ellos no cuentan porque les da vergüenza que esto se sepa, pero ahora tenemos la posibilidad de contar las cosas como son y la verdad que como líder me duele mucho. Además estoy perseguido por la Justicia, por esta situación de la muerte del policía... A mí me duele mucho, muchísimo, que esto siga pasando en Formosa. Me gustaría que el Estado se haga responsable. Lo que más queremos es que se investigue, que se haga un resarcimiento de los daños de los hermanos. Hay un anciano que tiene 63 años. Recién compró una bicicleta. Pagó una sola cuota. Y esa bicicleta, cuando prenden fuego nuestros ranchos, los policías agarran la bicicleta y la tiran en el fuego. La policía tiene que pagar esos daños, no puede ser que esto quede impune, como si no fuéramos humanos o no tuviéramos derechos, o como si fuera que no somos ciudadanos.
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