SOCIEDAD › LA HISTORIA DE MAR DEL PLATA, MECA TURISTICA
“Síntesis de la Argentina”
Por Karina Micheletto
A través del tiempo, Mar del Plata fue recibiendo diferentes tipos de turistas y transformándose en muchas ciudades diferentes. Está la Mar del Plata que deja de dedicarse principalmente al saladero de carnes y nace como playa de elite con la llegada del ferrocarril, en 1886; la Mar del Plata “para los empleados y obreros de la patria” que enunció Perón, y las posteriores Mar del Plata de auge en los setenta y ochenta, depresión del 1 a 1 de los noventa y reflote posdevaluación.
La historiadora Elisa Pastoriza, directora del grupo de investigación “Cambio social y transformaciones urbanas en Mar del Plata durante el siglo XX” de la Universidad de Mar del Plata y editora del libro Las puertas al mar: consumo, ocio y política en Mar del Plata, plantea que el proceso de inclusión de otras clases sociales, lejos de ser una invención peronista, se gesta en décadas anteriores. “Es en los años 30 cuando se sientan las bases para un balneario de masas, con una serie de iniciativas públicas y privadas que preparan el terreno para la apertura que va a consolidar el peronismo”, afirma Pastoriza.
“La dirigencia conservadora encara un cambio urbanístico que cambia el perfil de la ciudad, como la demolición de la rambla Bristol en 1938, un símbolo de la elite que había sido inaugurado sólo 23 años atrás, y la construcción en su lugar del Hotel Provincial y Casino. La consigna de esta época es ‘democratizar el balneario’. Se pavimenta la ruta 2, y la elite se corre geográficamente hacia el sur, en una búsqueda de diferenciación. Es una preparación de la ciudad para nuevos y numerosos sectores. Al caminar hoy por la Bristol es fácil darse cuenta de que está pensada para mucha gente”, sostiene la historiadora.
Pastoriza advierte que ya se verifican signos de esta apertura en las décadas del 10 y del 20; basta seguir las notas de las revistas de divulgación como Caras y Caretas y El Hogar, en las que aparece el temor de la elite hacia “la invasión”: se ven caras desconocidas, los reductos como el “Ocean” no son los de antes, ya no se puede veranear en Mar del Plata. En “El veraneante de 1932”, un testimonio de Juan José de Soiza Reilly que recoge Fagnani en su libro, se define “la nueva psicología del veraneante”: “El veraneante ha progresado. Discute los precios. Reduce las propinas. Y, aprovechando las competencias, es amo de los hoteleros. Ahora no llegan únicamente bañistas que tienen padres millonarios o que desconocen el valor del signo monetario. Ahora, junto a la aristocracia, veranea el señor comerciante, el señor empleado o la señorita profesora, que, sabiendo lo que cuesta ganar su moneda de níquel, la defiende y la adora y sólo la gasta cuando la asimila”. Se sientan así las bases del “turismo gasolero” que marcará hasta hoy el perfil de la ciudad.
Con sus cambios acelerados y su historia de tensiones y sucesivos ingresos y egresos de clases sociales, el principal balneario argentino va replicando el devenir económico, político y social del país. En palabras de Juan Domingo Perón en su única visita oficial a la ciudad, en 1954, para la inauguración del primer Festival de Cine, “Mar del Plata es la síntesis de la Argentina”.