“A fines de enero pasado ingresó una joven con un cuchillo clavado en la órbita que se introdujo en el cerebro. El SAME la había llevado al Santa Lucía, pero allí no podían operarla porque no funciona la terapia intensiva –contó Gerardo Esbry, director general de la Comisión de Salud de la Legislatura porteña–. Entonces, el SAME tomó la decisión de derivarla al Ramos Mejía. Pero, allí, los profesionales de neurocirugía dijeron: ‘Esto es para el Santa Lucía: no tenemos experiencia en esta cirugía’. Entonces, desde el Santa Lucía fue una neurocirujana. Y el anestesista tuvieron que pedirlo al Durand: terminaron interviniendo tres hospitales para un caso que el Santa Lucía hubiera resuelto inmediatamente y con alta eficiencia.”

“El caso se suma a otros en la Ciudad, como el de los niños que el Hospital de Quemados dejó de atender por no contar con servicio de Pediatría. Se dispuso crear un servicio de quemados en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, pero la Ciudad no le asignó recursos ni lo respaldó y ese problema, tan grave, quedó sin cubrir. Algo parecido sucedió con el Centro de Dolor del Hospital Tornú, servicio de excelencia que forma especialistas de distintos países, hoy reducido prácticamente a un solo consultorio. Otro caso es el del PAC (Programa de Atención Comunitaria en salud mental), desarmado tras remover a sus creadoras”, agregó Esbry.