Los dos papas que conviven en la ciudad del Vaticano, Francisco y el emérito Benedicto XVI, ayer volvieron a abrazarse en forma pública, durante la inauguración de una estatua del arcángel San Miguel en los jardines del Vaticano. Para la ceremonia, en la que también se consagraba el Estado pontificio a San José y San Miguel, Francisco había invitado en forma especial a Benedicto XVI.

El acto se hizo por la mañana en la plaza ubicada frente al Governatorato, sede del gobierno de la ciudad del Vaticano. En ese lugar, Joseph Ratzinger esperó la llegada de Francisco, quien de inmediato fue a saludarlo y abrazarlo. Ambos estuvieron juntos durante toda la ceremonia. Francisco recordó que esta consagración era una iniciativa proyectada desde hace tiempo con la aprobación de Benedicto XVI.

“Queremos expresar nuestra gran alegría por tenerle aquí presente, junto a todos nosotros. Gracias de corazón”, dijo Francisco, para saludar a su antecesor. En un informe posterior, respecto del encuentro, el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, destacó el buen estado de salud del papa Ratzinger. También se difundió una fotografía del nuevo abrazo.