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A las oficinas del juez Javier Ríos y la fiscal María Paula Asaro llegaron en estas cuatro semanas adivinadores, parapsicólogos, tarotistas y, sobre todo, taxistas, testigos ocasionales, buscadores de fama. A esa ola de gente que se presentó personalmente se sumó una catarata de cartas, mails, mensajes, presentaciones de todo tipo.

Y no sólo eso. El teléfono sonó en forma ininterrumpida, incluso en la vertiginosa noche del viernes 14 de junio en que terminó detenido Mangeri. Con toda educación, los secretarios y empleados de la fiscalía intentaban cortarles la comunicación, porque las versiones que daban eran disparatadas. Mencionaban, por ejemplo, que recibieron mensajes extrasensoriales en que les decían quién fue y dónde. Apuntaban a novios, ex novios, familiares directos e indirectos, vecinos, personas existentes y algunas inexistentes.

Lo más grave, hasta ahora, fue lo declarado por Beatriz Fuentes, que empezó diciendo que vivía en el segundo piso del edificio de Ravignani –en un departamento que se probó que hacía cinco años que estaba vacío– y terminó admitiendo que lo que dijo supuestamente lo escuchó en una terminal de autobuses y que nunca estuvo en el edificio donde vivía Angeles. Beatriz está ahora imputada en una causa por falso testimonio. La grabación, pese a lo endeble de la versión, fue aportada por el columnista de TN Ricardo Canaletti.

Pero la aparición de tantos “espontáneos” y tanta cobertura mediática tuvo consecuencias en la causa judicial:

- Una pérdida de tiempo importante.

- El miedo de algunos testigos que fueron llamados a declarar y que hubo que darles un té para que se tranquilizaran.

- La convicción de que seguramente existen testigos que podrían ser importantes y decidieron “no meterse”.

Es que el nombre y la dirección de cualquier testigo que hubiera aportado algo trascendía de inmediato, lo que derivó en guardias periodísticas en la puerta de sus casas o trabajos. El viernes todavía había programas que pagaban unos 8000 pesos por la presencia de algún protagonista en el estudio.